5/20/2017

Las mujeres de armas tomar que olvidó la Revolución Mexicana


Ellas lucharon por los derechos de las mujeres y abrieron el camino en profesiones consideradas solo para hombres. Conoce sus historias.


Una fue la primera mujer en graduarse como médico cirujano en México. Otra tuvo un papel fundamental en la preservación del pasado prehispánico, y una más fue periodista crítica del gobierno del expresidente Porfirio Díaz. Son Matilde Montoya, Eulalia Guzmán y Juana Belem Gutiérrez, parte de un grupo de mujeres pioneras en distintos episodios de la historia mexicana.
Durante casi un siglo su vida fue olvidada. Para muchos mexicanos sus nombres son conocidos porque así se llaman calles de sus ciudades.
Sin embargo tuvieron un papel importante en favor de los derechos de las mujeres en el país.
Y lo cumplieron en un momento particularmente difícil: las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX.
Un momento en que las mujeres por razones culturales, económicas y familiares no tenían la oportunidad de estudiar, le dice a BBC Mundo Ángel Gilberto Adame.
El abogado es autor del libro “De armas tomar. Feministas y luchadoras sociales de la Revolución Mexicana”, publicado hace unas semanas.
El volumen rescata la historia de 12 mujeres particularmente notables y que abrieron camino a otras en actividades o profesiones reservadas, entonces, sólo a los hombres.

“Mujer peligrosa”

Un ejemplo es Matilde Montoya, quien nació en Ciudad de México en 1857 y que aprendió a leer y escribir a los 4 años de edad.
Cuando tenía 16 se graduó como partera e instaló un consultorio en la ciudad de Puebla.
Pero tuvo que mudarse algunos meses a Veracruz, porque médicos locales la acusaron de “masona y protestante”.
Cuando volvió a Puebla trató de inscribirse en la Escuela de Medicina, pero enfrentó una nueva campaña de grupos conservadores.
Incluso en un periódico se publicó un artículo titulado “Impúdica y peligrosa mujer pretende convertirse en médica”.
Regresó entonces a la capital del país donde fue admitida en la Escuela Nacional de Medicina, pero sufrió acoso de sus compañeros hombres quienes objetaron la validez de sus estudios de bachillerato.
Matilde Montoya fue la primera médica en la historia de México.ARCHIVO HISTÓRICO. UNAM
Matilde Montoya fue la primera médica en la historia de México.
Intentó estudiarlos de nuevo en una escuela capitalina, pero no fue admitida porque su reglamento interno se refería a “alumnos”. Fue necesario que el entonces presidente de México, Porfirio Díaz, ordenara su aceptación para que terminara los estudios.
Pero al concluir la carrera de medicina revivió el episodio: la dirección de la escuela le negó el derecho a presentar su examen profesional porque el reglamento hablaba de alumnos varones.
Una nueva intervención presidencial liberó el obstáculo. Después de graduarse Matilde Montoya estableció dos consultorios privados, porque se le negó empleo en hospitales públicos.
Su caso abrió la puerta a las mujeres a la carrera de medicina. Muchas se unieron a la Asociación de Médicas Mexicanas, creada por Montoya en 1923.

Retos mayores

Otro tema cerrado a las mujeres era la política, que en los primeros años del siglo pasado estaba dominado por hombres.
Pero en 1916, cuando nació el Congreso Nacional de Estudiantes, la vicepresidenta y una de sus fundadoras fue Adelaida Argüelles, alumna de la Escuela Normal de Maestras.
“Lo que logró fue una revolución en las juventudes mexicanas: fue la primera gran líder del congreso de estudiantes en un momento en que ocuparon un papel importante en la balanza política” de país, explica Gilberto Adame.
Otro caso destacado es el de Paloma Guillén, quien fue la primera mujer embajadora de México y amiga cercana de la poeta Gabriela Mistral.
Ella fue maestra de decenas de diplomáticos y a pesar de ello su tarea fue relegada.
“Su figura se fue difuminando. En un México tan conscientemente masculinizado cuando alguna mujer como ésta pierde cierta novedad o efervescencia es condenada al olvido”, explica Adame.
“Lo mismo ocurrió con la maestra María Arias Bernal: después de haber luchado por mantener la imagen de Francisco Madero (iniciador de la Revolución Mexicana) como un apóstol de la democracia, cayó en el olvido”.
“Por la misma opresión de que es víctima la mujer, necesitan hazañas demasiado grandes para prevalecer. Pero aun así quedan expuestas al paso del tiempo”.

Ejemplos para hoy

Otro ejemplo poco conocido y que tuvo un papel fundamental en la historia es el de Hermila Galindo, quien fue secretaria particular del presidente Venustiano Carranza.
Fue una activa promotora de la educación sexual para las mujeres, exigió el derecho al voto femenino y fue la responsable de definir las líneas centrales de la política exterior mexicana, plasmadas en la Constitución de 1917.
Otra mujer reseñada es María del Pilar Moreno Díaz, quien a los 14 años de edad asesinó al homicida de su padre. El responsable no fue castigado porque era senador y gozaba de inmunidad.
Juana B. GutiérrezARCHIVO HISTÓRICO. UNAM
Desde el periodismo, Juana Belem Gutiérrez se atrevió a criticar al presidente Porfirio Díaz, quien permaneció en el poder por tres décadas.
El caso abrió un debate de 2 años sobre la violencia a las mujeres en los años 20, y la forma desigual como enfrentaban procesos judiciales cuando eran acusadas de algún delito.
El juicio fue publicado en todos los periódicos capitalinos, y decenas de mujeres, obreros y activistas sociales. Al final María del Pilar fue absuelta.
Otro ejemplo es la actriz Mimí Derba, quien fundó la primera productora de cine del país, así como Concepción Mendizábal, la primera ingeniera civil del país.
Clementina Batalla, otra de las mexicanas notables, fue la segunda abogada de México y precursora del feminismo en el país, al igual que la controvertida fotógrafa Tina Modotti.
Clementina Batalla ARCHIVO HISTÓRICO. UNAM
Clementina Batalla “revolucionó a los jóvenes mexicanos”.
Fotografía signaléctica de Tina ModottiARCHIVO HISTÓRICO. UNAM
Fotografía signaléctica de Tina Modotti luego de su detención en 1930.
Estas mexicanas y otras de su época superaron un ambiente “hostil”, a veces sin la conciencia de que impulsaban la lucha por los derechos de las mujeres.
Eran condiciones “menos lacerantes” de las que se viven ahora, y en parte por la lucha que desarrollaron en el pasado.
“Abrieron una oportunidad importante a las mujeres de hoy, y aunque siguen existiendo brechas enormes por dirimir hay un contexto más abierto y democrático”, dice Adame.

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