7/29/2018

La iniciación



Carlos Bonfil


La llegada a una aldea sudafricana del adolescente Kwanda (Niza Jay Ncoyini) enviado por su familia acomodada de Johannesburgo para participar en rituales de iniciación a la virilidad que incluyen la circuncisión (ulwaluko), provoca en la comunidad desconcierto y un fuerte rechazo. El joven ostenta modales finos, rechaza la violencia y es incapaz de disimular su atracción por miembros de su propio sexo. Como es costumbre en el lugar, cada participante en los ritos iniciáticos debe contar con un acompañante instructor, encargado de vigilar el apego estricto a las tradiciones ancestrales. El joven Xolani (Nakhane Touré), designado como iniciador de Kwanda, tendrá que proteger a partir de ese momento, y con un celo mayor, la relación clandestina que a su vez él mantiene con otro hombre.


La iniciación (Inxeba, 2017), primer largometraje del realizador sudafricano John Trengove, tiene como título original La herida, en referencia no sólo a la cicatriz que deja en los adolescentes esa circuncisión tardía que marca su ingreso formal a la madurez y que es también constancia simbólica de virilidad, sino de modo más perdurable, a la huella de estigma que soportan quienes no se ajustan a los códigos severos de la masculinidad tribal. Por su temática, a la cinta se le ha comparado con el éxito de taquilla que fue Secreto en la montaña (Brokeback Mountain, Ang Lee, 2005), aunque cabe precisar que fuera de la anécdota compartida, lo que propone el director sudafricano no es en absoluto un melodrama viril, sino una rigurosa observación social.

Los ritos y tradiciones de la tribu de los xhosa,en Cabo Oriental, son capturados de manera muy puntual, desde el papel que juegan los patriarcas en la transmisión de las normas de conducta hasta el espíritu competitivo entre adolescentes que erigen el estoicismo ante el dolor y la propensión a la violencia en marcas supremas de la hombría. Por ello, al muy civilizado Kwanda se le exige degollar brutalmente una bestia para demostrar su apego irrestricto al clan, aunque eso a la postre será una garantía insuficiente. Resulta paradójico que en Sudáfrica, primer país en el mundo que incorpora en su constitución política la no discriminación a las minorías sexuales, y que en 2006 legaliza el matrimonio igualitario persista la práctica de la homofobia tal como la describe John Trengove. El realizador registra ese rezago civilizatorio y la permanencia del prejuicio en las sociedades tribales, ofreciendo así desde el ámbito rural una contraparte interesante a otros dramas, de índole parecida, situados en las ciudades e interpretados por nativos blancos, como el largometraje intimista Beauty (2011) del sudafricano Olivier Hermanus. La iniciación no sobrecarga su trama con anotaciones antropológicas excesivas ni mucho menos con el lastre de un melodrama pasional. El punto de vista del director es comprometido y riguroso, y la realización del filme mantiene en su narración escueta un tono tan desdramatizado como el de la propia relación amorosa contrariada que con tanta elegancia aborda.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 14 y 18:45 horas.

Twitter: Carlos.Bonfil1

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