Pedro Echeverría V.
1. Por más que reflexiono, le busco, no me salen las cuentas, no encuentro el camino. Todas las revoluciones de los “pueblos” -las que conocimos como “progresistas”- fracasaron. Todas con tintes radicales, con algunas muestras de izquierda, sirvieron –aunque se luchó contra ello- para renovar el sistema de dominación capitalista. Leo y pienso en las revoluciones francesa (1789), rusa de 1817, mexicana (1810-17, china de 1949, cubana (1959), incluso la nicaragüense (1979). Todas sufrieron de distinta manera, la intervención del imperio que desde siempre ha sido yanqui, mismo que comenzó a integrarse en 1776-83 y que desde 1821 lo vemos interviniendo en México y en América con su doctrina Monroe.
2. ¿También las “grandes” revoluciones fueron esencialmente de minorías que movieron a mayorías para luego retirarlas una vez controlado el poder? La respuesta a esta pregunta puede ser importante para comprender el carácter de una revolución y el papel de la lucha de clases. Nunca ha habido una revolución que haya instalado la igualdad, porque la ignorancia y el desinterés por los asuntos políticos, de Estado, de las mayorías, ha permitido que la nueva clase “revolucionaria” se instale en el poder aliándose a la vieja clase dominante, para fortalecer –con el apoyo de las fuerzas represivas- la desigualdad y la opresión. Ha sido la historia política que hemos vivido, por lo menos desde la revolución francesa.
3. Las revoluciones –como he escrito en artículos anteriores- siempre fueron dirigidas por las clases medias. El planteamiento de Marx de que las revoluciones deben ser encabezadas por la clase “proletaria”, es decir por los obreros de la gran industria en los países desarrollados, no se dio nunca; fueron Lenin, Trotsky, Stalin, Bujarin, etcétera, -los intelectuales que debatían en los congresos, asambleas y escribían artículos- los que –en nombre del proletariado- se adueñaron de la revolución. Como en todas las revoluciones muchos obreros, campesinos, marginados, apoyaron, pero nunca estuvieron en la militancia partidaria, al nivel de las necesidades del llamado partido bolchevique. Es esa militancia la que garantiza poder.
4. En México casi nunca se habló de marxismo o socialismo, sólo hasta que se fundó entre unos cuantos, el partido comunista en 1919 por órdenes de la tercera Internacional. Algunos partidarios de Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano hablaban de anarquismo sin exigir militancia política. Por ello la Revolución Mexicana (1819-17) fue plenamente burguesa y sus dirigentes sólo buscaron dar continuidad al porfirismo ya sin el presidente Porfirio Díaz. Hoy, 2021, más de 100 años después, se sigue avanzando por la línea del porfirismo capitalista, pero con los gobiernos sexenales que la aprueban sin preocupación alguna. ¿Pueden acaso hacer otra cosa –o siquiera pensar- que no sean someterse a los empresarios y al gran poder imperial yanqui?
5. Tres o cuatro de los seguidores del izquierdismo radical, que seguimos combatiendo el sistema electoral por ser una enajenación capitalista, buscamos que la gente entienda que sin una o varias revoluciones, nada podrá cambiar en beneficio de las inmensas mayorías de trabajadores. Esto sin hacer a un lado la gran experiencia cubana que desde 1962 fue aplastada por el imperio yanqui con un bloqueo económico continental de no comerciar “ni un clavo” con Cuba. Por ello las próximas revoluciones en el mundo deben contemplar el entierro del imperio yanqui que en más de 100 años ha sometido a los países del universo. Para ello necesitamos acabar con la idea del electoralismo (20/Feb./23)
alterar26
No hay comentarios.:
Publicar un comentario