9/04/2008

Si la desigualdad mata, los gobiernos que la favorecen son asesinos


Que la desigualdad mata, lo dice la OMS, aunque sea obvio. Y que los gobiernos que favorecen la desigualdad son unos asesinos, se sigue de lo anterior. ¿Empezamos a llamar a las cosas por su nombre? Tal vez sería bueno primero tener claro de qué forma mata la desigualdad, porque es algo sutil, y en eso precisamente se escudan los poderes públicos para no atajarla.Tomemos un caso particular inventado pero típico, el de una persona que espera una operación importante por la seguridad social. Hay cierta probabilidad (aquí la palabra probabilidad es crucial) de que esa persona muera a causa de su dolencia sin que le haya llegado el turno de la operación. ¿Por qué ha muerto?
La "causa" de la que hablaba antes es sólo la médica, a saber, su enfermedad. Pero también hay una causa social, que está en el hecho de que el sistema sanitario público no le pudo atender, y probablemente esa persona hubiera vivido más si la hubieran operado. El caso es que cuando tratamos con muchas personas, las probabilidades e incertezas se convierten en tragedias estadísticas palpables, las de las personas que mueren por la insuficiencia del sistema público.

¿Cómo mejorar esas probabilidades y estadísticas? Mejorando el sistema público de salud, lo que implica, entre otras cosas, destinar más dinero al sistema, más hospitales, más médicos, etc. Así las listas de espera se acortan y algunas personas que antes habrían muerto, se salvan. Sigamos con las obviedades políticamente incorrectas.

Aumentar el gasto público en sanidad implica recortarlo de otros sitios y/o aumentar el gasto público total. Centrémonos en lo primero y preguntémonos de dónde podríamos quitar para destinarlo a la sanidad sin que ello ponga en riesgo la vida de otra gente. Se me ocurre uno muy sencillo: el apartado militar. España gasta cientos de millones de euros, aportados por todos los ciudadanos, en comprar armas a otros países, como misiles a Israel por ejemplo, que no se utilizarán precisamente para salvar vidas.
¿Cuántos sueldos de médicos podrían pagarse con 100 millones de euros? Hagamos unos números gruesos. Vamos a poner, tirando por lo alto, que cada médico cobra una media de 50.000 euros al año. Eso significa que nuestros misiles valen como ¡2000 médicos! ¿Qué tal si preguntamos a la población qué prefiere, si comprar misiles a Israel o tener 2000 médicos más? No, demasiado democrático. O “populista”, como dirían muchos “expertos”.
Resulta que nuestro “progresista” gobierno ha incrementado como ningún otro el presupuesto militar, y con ello la sanidad se ha resentido. Lo mismo podríamos decir de otros apartados que reducen la desigualdad, y con ello las muertes, como la educación, la vivienda, las pensiones, etc. En general, cada vez que el gobierno decide gastar menos en el bienestar de la población y más en otros sitios, contribuye a la muerte de personas. Más claro: cada vez que actúa así, mata a muchas personas, con nombres y apellidos, familias, etc.

Si aplicamos este razonamiento (muy elemental, insisto) a países pobres, la cantidad de muertos o vivos puede ser colosal. Pensemos en el peor país del mundo según los criterios de la prensa capitalista: Cuba. Resulta que el desarrollo y la igualdad social en Cuba son muy superiores a los de países comparables en cuanto a renta per cápita. Los cubanos en general viven más, están mejor alimentados y mejor atendidos médicamente incluso que en muchos países desarrollados (valga el dato de que la mortalidad infantil es
inferior que en Estados Unidos).
Pero en Cuba no se permite que las empresas privadas impongan su ley, y eso no se perdona.

A este razonamiento los neoliberales replicarían que fomentar la redistribución y la igualdad social, aumentar impuestos y el gasto público en sanidad, educación, etc., es un derroche y perjudica el “progreso”. Ése es el dogma neoliberal, pero no tiene el menor apoyo empírico, y para ello no hay más que ver la situación de tantos países pobres que siguen esos preceptos y con ello matan a muchos de sus ciudadanos. No lo digo yo, lo dice la OMS.


Javier Adler en Kaos en la Red

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