2/04/2009

LA CONSTITUCIÓN DEMOBURGUESA HA LEGITIMADO LA EXPLOTACIÓN


Pedro Echeverría V.
1. Las constituciones buscan dar orden social para frenar las rebeliones, las revoluciones y las revueltas. En vez de ser documentos en constante transformación, que recojan las demandas más profundas del pueblo, buscan establecer normas que frenen las batallas profundas por la igualdad social para dar paso a la “construcción de la instituciones” que luego estabilizan la dominación de un nuevo grupo social. La realidad es que la revolución debería ser ininterrumpida (Marx) o permanente (Trotski) para evitar que una nueva burocracia política (francesa, mexicana, rusa, etcétera) se apropie de ella estableciendo leyes, normas, reglamentos. No se ha podido evitar que las burocracias impongan sus constituciones.
2. ¿Todas las revoluciones encabezadas por un caudillo, un partido, un núcleo dirigente centralizado, están condenadas a concluir en la dominación de una nueva burocracia política que termina estableciendo su constitución y sus leyes? ¿Cuánto hay que esperar para que las sociedades maduren y puedan despojarse de las cadenas que buscan siempre atarlas a la autoridad, a la disciplina institucional y de partido? ¿Hasta cuándo seguir “soñando” en revueltas populares, libertarias, autogestivas, horizontales, sin dirigentes autoproclamados que hablen en nombre de las masas mientras la someten? Parece que las sociedades en vez de revolucionar buscan establecerse porque se cansan pronto.

3. Es obvio (no se pone en duda) que para la amplia mayoría del pueblo mexicano la Constitución de 1917 no ha servido a los intereses de la población trabajadora; por el contrario, ha sido un instrumento efectivo para legitimar la explotación y la miseria de más de la mitad de los habitantes del país. Sin embargo, cada 5 de febrero los beneficiados del sistema y de la política lanzan alabanzas a esa Constitución reiterando que es “la más democrática del mundo”.

Políticos de todos los gobiernos y partidos hablan siempre en nombre de la Constitución, de la ley, del Estado de derecho, de que no hay que violarla. Sin embargo del discurso a la realidad ha existido una enorme distancia.

4. Se ignora, se olvida (o tramposamente se manipula) que la Constitución proclamada en la ciudad de Querétaro en 1917 fue producto de una revolución democrático burguesa que después de derrocar la dictadura porfiriana y al golpe de Estado huertista (que apuntalaban esencialmente el semifeudalismo) los revolucionarios pro burgueses lanzaron sus fusiles contra los indígenas y campesinos zapatistas y villistas. Cuando el jefe de la Revolución, Venustiano Carranza, convocó al Constituyente en 1916 vetó la presencia (como diputados) de todas las corrientes revolucionarias que había luchado y se habían opuesto a su propia corriente: el Constitucionalismo.

5. Los legisladores que integraron aquel Constituyente no podían hacer un trabajo “más avanzado” que el que hicieron como diputados exporfiristas, burgueses, de clases medias y algunos trabajadores carrancistas y obregonistas. ¿Se olvida acaso que la polémica en el Constituyente, para establecer los principios sociales “más avanzados”, tuvo que confrontarse con viejos porfiristas y carrancistas que se oponían a cualquier reforma? Pero también, ¿por qué soslayar que aquellos diputados reformadores apenas conocían el positivismo de Comte, las constituciones francesa y norteamericana y que el marxismo o las ideas radicales de la revolución rusa (en curso) se ignoraban claramente?

6. La Constitución mexicana posee sin duda muchos artículos justos, tales como educación laica, gratuita, pública; la libertad de expresión y manifestación; la prohiciòn a la concentración de las tierras en unas cuantas personas; el Estado laico; el derecho de huelga; sin embargo esos mismos artículos con principios justos fueron negados por una serie de premisas y conclusiones en las que el Estado determina a partir de sus propia ideología e intereses económicos y políticos. Con el argumento de la necesidad se privatiza la educación; para no “perjudicar a terceros”, se limita la manifestación; para que haya productividad se apoya a los terratenientes; la huelga no se ejerce para no perjudicar a la empresa, etcétera.

7. El varón y la mujer son iguales ante la ley (Art. 4); la manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial (6); es inviolable la libertad de escribir y publicar (7); no se podrá coartar el derecho de asociarse o reunirse (9); ninguna detención podrá exceder del término de tres días sin auto de formal prisión (19); la ley facultará al ejecutivo para que establezca los procedimientos de participación y consulta popular (26); en los Estados Unidos Mexicanos quedan prohibidos los monopolios, las prácticas monopólicas… las exenciones de impuestos (28); la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo (39), etcétera. Todos aquellos justos enunciados están condicionados al “siempre y cuando”.

8. Los reglamentos que el poder redacta para “aplicar la Constitución” contradicen siempre (o reafirman el carácter burgués del “espíritu” de esa Carta Magna) y dan margen para que los abogados de las empresas y las instituciones del gobierno la interpreten de acuerdo a sus intereses. Son tan amplios los principios constitucionales que se pueden interpretar como venga en gana o, como bien se dice popularmente, “la Constitución se estira y se afloja según intereses”. Su aplicación ha dependido siempre de la fuerza de los contendientes y de los interesados y dado que los trabajadores no tienen nunca dinero para pagar a un abogado y llevar un juicio, siempre han salido perjudicados.

9. En México burgueses y proletarios dicen subordinarse a la Constitución y al llamado “Estado de derecho”. En tanto unos se aprovechan de ella para legitimar la explotación intensa del trabajo asariado, acumular gigantescos capitales y hacer infinidad de negocios, los trabajadores (que muy poco, casi nada, conocen su significado) ven en la Constitución algo totalmente ajeno a sus intereses. Al pueblo le importa un bledo la Constitución porque cree que sólo es un asunto de abogados y del gobierno. Lo explotan, le pagan salarios de hambre, se suma al desempleo, vive en la miseria junto a su familia, llena las cárceles. El día de la Constitución le importa un bledo.


pedroe@cablered.net.mx

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