2/05/2009

Periodistas pal cafe.....



Astillero
Julio Hernández López

Fax: 5605-2099 juliohdz@jornada.com.mx

■ Renglones (re)torcidos
■ Secretillos marciales
■ Dedazos en Nuevo León

Es una ironía que la figura de Marcial Maciel se haya estrellado irreparablemente hasta ahora, al saberse que conforme a su naturaleza humana tenía una pareja y (cuando menos) un hijo y no años atrás, cuando se documentaron ampliamente las perversiones sexuales que desde un sitial de presunta continencia y casi divinidad grupal había practicado entre aspirantes al sacerdocio legionario. Los inescrutables caminos del Señor habrían llevado al largamente poderoso e intocable cura michoacano a eludir las graves acusaciones de pederastia cometida en sus dominios inexpugnables pero, al igual que Al Capone, su caída habría de darse por asuntos relativamente menores que en su caso sirvieron de canal de desahogo de tensiones y cuentas acumuladas. Blindado en relación a los abusos sexuales contra seminaristas por los poderes a los que servía, Maciel acabaría acribillado por la transgresión del voto de castidad que cometió él, aspirante en vida a ser iniciado en el proceso de santificación, pero que muchos sacerdotes ignoran diariamente, a sabiendas de que esa imposición eclesiástica contraria a la naturaleza humana es una orden administrativa humana que no tiene nada que ver con la doctrina que abrazan y ejercen.

La triste historia del fundador de los Legionarios de Cristo impacta las estructuras de poder a las que esa orden se mantuvo siempre asociada, en especial el quisquilloso mundillo de la elite empresarial mexicana que tuvo como timbre de orgullo el ser atendida en sus requerimientos devocionales por los entonces muy prestigiosos miembros de esa facción católica. Universidades privadas, apellidos de prosapia y generaciones de sacerdotes formados en ese perol ahora tan desprestigiado pagarán los costos del comportamiento hipócrita de quien simulaba ser un conjunto redondo de perfecciones y acabó entre acusaciones nunca suficientemente atendidas de abuso sexual contra sus propios “hijos” espirituales, la condena vaticana a llevar una vida reservada de oración y penitencia, retiro obligado en el que se le prohibió “todo ministerio público” y, ahora, la difusión de una doble vida en la que ya no era el flamígero rector espiritual que obligaba a jóvenes y adolescentes a su cuidado a realizar actos sexuales bajo secreto sino un varón en ejercicio de su sexualidad que tenía compañera y, cuando menos, un hijo.

La doble vida de Napoleón Gómez Urrutia también está yendo por renglones jurídicamente torcidos. Perseguido durante el foxismo por otro aspirante a los altares, Carlos Abascal, quien primero fue secretario del Trabajo y al pasar a Gobernación dejó al opusdeísta Francisco Javier Salazar Sáenz como encargado de su línea laboral, el supermillonario líder sindical minero emigró a Canadá, desde donde ha desplegado su defensa jurídica, su continuidad política y una peculiar presencia en asambleas y actos públicos a través de videos. Retador y triunfador pues, a pesar de todo, el foxismo-calderonismo no lo ha podido derribar, Gómez Urrutia enfrenta ahora una solicitud de extradición que la administración felipista pretende convertir en apariencia de persecución jurídica en forma cuando es el cumplimiento de una larga exigencia del propio sindicalista que, según un boletín de prensa difundido ayer, ya había solicitado el amparo de la justicia mexicana contra la procuraduría federal y la Secretaría de Relaciones Exteriores porque éstas, en nombre de la administración federal, no habían planteado antes esa exigencia de extradición.

La insólita demanda de amparo porque las autoridades no solicitan formalmente una extradición se funda, según el sindicato minero, en que al no hacerse esa petición al gobierno canadiense se impide al dirigente sindical “ejercer los derechos de defensa” que le corresponden. Según esas consideraciones, en cuanto Los Pinos solicitara la extradición sería posible “poner en evidencia la clara e ilegal persecución política gestada en complicidad desde los escritorios del Grupo México”. El abogado defensor de Gómez Urrutia, Marco Antonio del Toro, había retado públicamente desde meses atrás a la administración felipista a solicitar la mencionada extradición, lo que se anunció apenas ayer, después de la peculiar solicitud de amparo contra omisiones de las autoridades federales.

No hubo necesidad de exilios ni encierros para que las cúpulas del bipartidismo unificado de Nuevo León pusieran como candidatos a relevar a Natividad González Parás a sus conductores designados. En el PAN se practicó el más puro dedazo al estilo del priísmo clásico para imponer al previsto Fernando Elizondo como aspirante de las elites empresariales a consumar en aquella entidad una alternancia de partidos en el poder. Falta conocer las reacciones de los demás aspirantes, que pugnaban por una elección con visos democráticos y no una designación hecha mediante un chantajista llamado a la “generosidad” de los neoleoneses blanquiazules para que acepten la determinación digital pinolera. En el PRI, Nati cumplió el libreto y colocó como “candidato de unidad” a su secretario general de Gobierno, el joven Rodrigo Medina, una especie de pieza móvil del tablero de ajedrez electoral por si hay que negociar derrotas más delante.
Los vientos de la desconfianza y la devaluación soplan sobre la pradera económica, pero la atención está puesta en la manera en que las televisoras han respondido a las tibias peticiones del IFE-patito para que expliquen el desaguisado de programación de espots que hicieron en días anteriores. Televisión Azteca y transmisoras por cable han enviado ya sus argumentaciones, pero Televisa lo hará hasta hoy por supuestos problemas de notificación oportuna.

Y, mientras trabajadores sindicalizados de Antropología e Historia hacen paros en protesta porque continúa el resplandor de abusos de Quique Gaviotón y el director del INAH, ¡hasta mañana, en espera de lo que Aeropuertos y Servicios Auxiliares dará a conocer, a exigencia del IFAI, sobre el accidente aéreo en que falleció Mouriño!

Dinero
Enrique Galván Ochoa

galvanochoa@yahoo.com • Foro: http://dinero.tv/

■ The New York Times: “AMLO no está muerto aún”
■ Cobran el gas doméstico en dólares
■ Aumentan cuotas las autopistas

Con frecuencia converso con empresarios que votaron por Felipe Calderón y les pregunto si se sienten defraudados, víctimas como son de la violencia, la devaluación y el declive de sus negocios. “Con López Obrador nos hubiera ido peor”, dicen los fanáticos, otros dudan pero los que han tenido que salir huyendo del país, un fenómeno frecuente en mi tierra, Baja California, están arrepentidos. Rafael, un miembro de la familia Fimbres, de Tijuana, del más destacado círculo empresarial, sobrino de mis entrañables amigos Chato y Pepe, fue asesinado hace pocos días. En situaciones así sería insensible preguntar, el negro crespón es la muda respuesta. Lo que está fuera de discusión es que en los dos años y semanas han sucedido todas las cosas terribles que la campaña del terror predecía que ocurrirían si votábamos por AMLO. Y no estamos a la salida de la crisis, sino apenas vamos sumiéndonos en ella. Supongo que nadie con un mediano IQ creerá que el país comenzará a superarla a fin de año, como aseguró ayer el encargado del Ejecutivo. La devaluación hizo talco al salario, las pensiones, los ahorros, descoyuntó la producción, el crédito y el consumo. Es una pérdida difícil de recuperar.
Algo se está cocinando

A veces desde lejos se ven las cosas con mejor perspectiva. El diario The New York Times publicó un extenso artículo bajo la firma de Elisabeth Malkin, que dice lo siguiente: ‘…Andrés Manuel López Obrador no está muerto aún. El año pasado, su arrastre popular comenzó a tambalearse. El público, los medios de comunicación y muchos de sus seguidores habían simplemente seguido adelante, dejando que el torbellino de las elecciones de 2006 se desvaneciera en la historia’. ‘Pero el aumento de la ansiedad sobre la economía puede estar reviviendo su atractivo. A pesar de las medidas gubernamentales destinadas a estimular la economía de las empresas y los hogares contra los peores efectos de la crisis, hay un clamor generalizado de hacer más, de grupos tan variados como los empresariales, los campesinos pobres y los pescadores. El clamor podría alterar el cálculo político’. Hasta aquí el texto, extenso, del NYT, del cual sólo tomé algunos párrafos. ¿Qué se anda horneando en Washington? ¿Tiene que ver con el ‘Estado fallido’?
La devaluación
No cede la especulación, ayer el dólar se vendió en $14.60, como promedio. De 1976 a la fecha, cinco presidentes del priísmo y dos del panismo, sin que el país estuviera en guerra con otra nación, han logrado lo que se antoja imposible: depreciar la moneda nacional en más de 100 mil por ciento. (Ver gráfica).
e@Vox Populi
Asunto: cobran el gas en dólares
Alarmado por el importe de mi recibo de gas, el cual aumentó un 50% aproximadamente, me disponía a acudir a Gas Natural para la aclaración correspondiente, cuando al leer las letras chiquitas de mi recibo descubro esta línea: “La cotización del gas natural está en dólares”. Qué terrible desgracia para los consumidores. Estoy pensando seriamente cancelar el contrato y regresar a los cilindros, más ahora que los puedes adquirir en tiendas de autoservicio y que puedes ver y pesar su contenido. No cabe duda que estamos en atracolandia.
Sergio A. Ávila Curiel/Distrito Federal
R: No te va a servir de consuelo, lo sé, pero dos millones de hogares comparten el problema. Cómprate tu cilindro


México SA
Carlos Fernández-Vega

cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx
■ Buenas noticias de años atrás son malas hoy
■ Malabares de Guillermo Ortiz

Con más voluntad que resultados, el precio del barril de petróleo mexicano de exportación lucha por mantenerse en un nivel medianamente aceptable en condiciones de crisis, aunque ciertamente muy alejado del promedio anual que para efectos presupuestales aprobaron los diputados para el ejercicio fiscal 2009 (70 dólares) y aún más del originalmente estimado por el gobierno calderonista (80.3 dólares).
De una cota cercana a 130 dólares por barril en julio pasado, el precio de la mezcla mexicana de exportación se desplomó en cuestión de semanas, para cerrar 2008 en 34.22 dólares. De allí se incrementó a 40.09 dólares el último día hábil de enero de 2009, para descender a 38.82 dólares ayer, muy alejado de las urgencias de las “despetrolizadas” (Salinas dixit) finanzas públicas nacionales, en especial en tiempos de crisis.

Pero lo que hoy es una mala noticia, casi cinco años atrás era de las mejores. En una nota periodística fechada en agosto de 2004 se lee: “el precio del petróleo mexicano de exportación registra los niveles más altos en toda su historia. Su pico más pronunciado lo registró el día 20 de este mes, cuando el barril se cotizó a 35.85 dólares, nivel récord desde 1970 cuando México comenzó a vender petróleo en mayores volúmenes al mercado internacional. En los últimos seis años, la mezcla mexicana de exportación ha subido 28 dólares si se observa su caída más pronunciada registrada en diciembre de 1998, cuando se desplomó a 7.90 dólares por una sobre oferta de crudo que casi ahoga al mercado mundial”.

El precio que un lustro atrás fue un récord, hoy apenas alcanza para cubrir la mitad de los ingresos petroleros estimados en el presupuesto de egresos de la Federación para 2009. Sin duda, lo anterior ofrece un panorama aterrador del México extremadamente dependiente al que lo ha orillado el modelito económico. Las finanzas públicas dependen en extremo de los recursos petroleros y la economía de lo que dispongan en el vecino del norte, entre otras.

Cuando el gobierno calderonista todavía aseguraba, dientes para afuera, que “¿cuál crisis, si apenas es un catarrito?”, la Secretaría de Hacienda anunció (13 de noviembre de 2008) que “durante los últimos meses realizó, en los mercados financieros internacionales, operaciones de cobertura contra el riesgo de reducciones en los precios del petróleo, con el propósito de proteger el nivel de ingresos petroleros del gobierno federal previstos en la Ley de Ingresos de la Federación 2009 aprobada por el Congreso de la Unión” y “aminorar el efecto sobre las finanzas públicas y la economía nacional”, de acuerdo con el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, el cual nos regala el siguiente paseo, en un intento por comprender de qué se trata el movimiento hecho por la SHCP.

Las operaciones de cobertura realizadas consistieron en adquirir “opciones PUT” (que otorgan el derecho de venta sobre el precio promedio de la mezcla mexicana de exportación) para el ejercicio fiscal 2009. Dichas opciones le dan al gobierno federal el derecho (más no la obligación) de vender petróleo a un precio promedio de 70 dólares por barril de la mezcla mexicana en 2009. El total cubierto fue de 330 millones de barriles, que equivalen al volumen de exportaciones netas de productos petrolíferos considerado en el paquete económico para el presente año. El costo total de la cobertura fue de mil 500 millones de dólares. Según la SHCP, actualmente se estima que esta cobertura tiene un valor de 9 mil 553 millones de billetes verdes, lo que significa que de materializarse un precio promedio similar a los actuales para todo 2009, el gobierno federal recibiría una compensación de igual proporción.

Las “opciones PUT” funcionan como un seguro en el que se paga una prima al momento de su adquisición y en caso de que el precio promedio de la mezcla mexicana observado durante 2009 se ubique por debajo de 70 dólares por barril, otorgarían un pago al gobierno federal que compensaría la disminución observada en los ingresos presupuestarios. De esta forma, la cobertura permitirá al gobierno federal evitar que las disminuciones en el precio del petróleo afecten la ejecución de los programas contemplados en el presupuesto de egresos de la Federación 2009.

A manera de ejemplo, el referido centro de estudios presenta un ejercicio que ilustra esta operación tomando los datos señalados por la SHCP, cuyos principales elementos son los siguientes: activo subyacente, barriles de petróleo crudo; monto del activo subyacente, 330 millones de barriles; precio del ejercicio, 70 dólares por barril; fecha de vencimiento, 31 de diciembre de 2009 (aunque Hacienda no precisó la fecha de vencimiento del contrato, por lo que se toma la señalada sólo para completar el ejercicio) y costo de la prima o cobertura, mil 500 millones de dólares.

La lectura de este contrato significa que el comprador de un contrato “PUT” tiene el derecho de vender 330 millones de barriles de petróleo crudo, a un precio de ejercicio de 70 dólares por barril y cuyo vencimiento sería el 31 de diciembre de 2009. El costo de la prima es de mil 500 millones de dólares. La posición de comprador, o posición corta del derecho de venta, implica que la SHCP tiene una expectativa a la baja sobre el precio del activo subyacente (barril de crudo), es decir, espera que a futuro el precio sea inferior a 70 dólares.

Ante esta expectativa existen tres posibilidades, suponiendo los siguientes casos: a) si el precio de mercado es mayor a 70 dólares por barril la SHCP no ejercería la opción, ya que en el mercado internacional el precio del barril de crudo estaría por arriba de los 70 dólares y la SHCP tendría el derecho (más no la obligación) a vender en 70 dólares; es decir, obtiene una ganancia, pero se pierde el costo de la cobertura de mil 500 millones de dólares; b) si el precio de mercado es igual a 70 dólares por barril, Hacienda puede ejercer o no la opción, pero se pierde la prima; y c) si el precio es menor a 70 dólares, dicha institución ejercería la opción, con una ganancia equivalente al diferencial entre un barril de 70 dólares y un barril por debajo de ese precio, menos el costo de la prima. En vía de mientras, el barril a 38 dólares.

Las rebanadas del pastel
Quien ya no siente lo duro sino lo tupido es el gobernador del Banco de México. De nada han servido los malabares de Guillermo Ortiz para “equilibrar” el tipo de cambio, el cual llega a 15 pesos por dólar, mientras la institución a su cargo “intervenía ayer en el mercado cambiario ofreciendo dólares directamente a los bancos; en un mecanismo inusual, el banco central llamó por teléfono a algunas instituciones, entre ellas a las filiales mexicanas de Santander, BBVA, Citigroup y HSBC, y les ofreció dólares”, según la agencia Reuters.

Jazz
Antonio Malacara

amalacara@prodigy.net.mx
■ Jazztival y trova

Entre los muchos festivales de jazz que se extienden por todo el país, de Mérida a Ensenada y de Chiapas a Tamaulipas, uno de los más importantes y atractivos es sin duda el Jazztival de Michoacán, que con sólo seis emisiones, de 2003 a 2008, ha dado contundentes muestras de profesionalismo, partiendo siempre del rigor selectivo en el diseño de su programación, atravesando con agilidad los vericuetos técnicos del sonido y sorteando a placer los problemas y las malas vibras y las malas leches (y las malas caras) que inevitablemente saltan de las alcantarillas cuando alguien toma iniciativas como ésta y se da además el lujo de tener éxito.

En la entrega anterior, esta columna mencionó en un suspiro el concierto de Mili Bermejo en el Jazztival 2005. Nos preguntaron entonces por los planes para la nueva edición y nosotros a la vez le escribimos a Juan Alzate, director y fundador del Jazztival junto con Nektli Rojas, para que nos diera información al respecto. Fue entonces cuando la patética realidad de nuestro entorno nos estalló en la pantalla.

Resulta que por las bajas argucias de un tipejo con grandes relaciones sociopolíticas, con grandes envidias y con muy poca madre, este evento estuvo a punto de ser cancelado. Afortunadamente, Alzate volvió a mostrarse no sólo como uno de los mejores saxofonistas de estos tiempos, sino como un promotor pleno y necio. Luchó por mantener su proyecto en pie y, después de mil broncas, Jazztival Michoacán 2009 ha vuelto a tener luz verde.

El presupuesto asignado no ha aumentado un solo centavo desde hace cuatro años, pero como ni las ganas ni la locura han desaparecido, nomás les echaron más agua a los frijoles y los conciertos se van a realizar del 25 al 28 de marzo. Entre los músicos confirmados se encuentra el excelente saxofonista Greg Osby, quien, además de una veintena de discos como líder de grupo, ha intervenido en infinidad de grabaciones, destacando sus alientos con Herbie Hancock, Jack DeJohnette, Joe Lovano y Dianne Reeves.

De la cosecha nacional tendremos al maestro Eugenio Toussaint, quien está sonando mejor que nunca a sus 55 años (por cierto que el próximo abril se presentará la biografía de este pianista y compositor).

En el Jazztival 2009 también están programados el Cuarteto de Palo Prieto y el grupo Pangea. El primero es un baterista que hace dos años presentó un excelente disco titulado Body and Soul, mientras que Pangea –muchos de ustedes deben de saberlo– es el grupo que aparece tocando cascaritas sincopadas en las cortinillas de Platicando con Carlos Alazraki, un programa de Canal 40 con muy buenos invitados.

En dicho programa apenas si se puede percibir la calidad de Pangea. En los 10 o 15 segundos que duran sus intervenciones no hay para más. Pero resulta que en vivo, cuando el jazz se despliega como tal, el quinteto es algo realmente fuera de serie, fuerte, regio y delicado a un tiempo. Ellos acaban de presentar su primer disco y ya hablaremos con más calma de él. Vale la pena.

Off jazz
Poco antes de finalizar 2008, apareció en el mercado mexicano un álbum doble de colección. Dentro de él está capturado un concierto que ofrecieron Silvio Rodríguez y Pablo Milanés en el estadio de Obras Sanitarias, en Argentina, hace apenas 25 años, en abril de 1984. Ambos troveros en plenitud, con cabello y mostrando uno más de los mil rostros de la magia cubana.

El álbum no sólo remite a la nostalgia de las islas universitarias o del antiguo Auditorio Nacional, cuando la poesía y la conciencia y el compromiso eran envueltos por la nueva trova y por la delicada furia de su sonido, para reinventar así la canción popular y para darnos nuevos motivos en esto de buscar la esperanza en el fondo de la dichosa caja.
Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, En vivo en Argentina, no sólo es una edición de lujo (con dos booklets), no sólo contiene clásicos como Ojalá, Por quien merece amor o Yo pisaré las calles nuevamente: incluye también catedrales (Óleo de mujer con sombrero) e invitados de lujo, como León Gieco, Piero y Víctor Heredia. Es un álbum inevitable para los que gustamos de la vieja, de la nueva y de la novísima trova. Sería indispensable para los chavales que pretendieran entrar a los terrenos de la otra canción. Salud.

Adolfo Sánchez Rebolledo
Los monopolios y la ley

Hoy, al calor de la crisis, cuando están en la picota algunos postulados de la preceptiva neoliberal, la disputa por el presente y el futuro se intensifica. Surgen nuevas propuestas servidas en antiguos recipientes que caben como anillo al dedo. Se renueva la prédica contra los “monopolios” al tiempo que se afirma sin matices la urgencia de abolir todo proteccionismo. Pero en este punto también hay abusos políticos y conceptuales que expresan la crudeza de la pugna por los espacios de mercado y poder, sostenida por algunas de las figuras encasillables bajo la sombra fantasmal de los poderes fácticos.
La oferta es en apariencia sencilla: se trata de democratizar el capitalismo desbaratando los nudos que limitan o coartan la competencia. Nada nuevo. A lo largo del siglo XX se conocieron iniciativas cuyo objetivo era mitigar la centralización y la concentración del capital, abriendo la propiedad de las empresas a los ciudadanos mediante operaciones accionarias, de modo que las viejas categorías clasistas perdieran sentido. En el lugar de los antiguos dueños y sus clanes parasitarios surgiría una capa de anónimos propietarios capaces de orientar a las empresas hacia objetivos “más humanos”, como si la “avaricia” fuera un defecto moral de algunos pecadores encumbrados y no expresión del “afán de lucro” que mueve al “sistema” a obtener las más altas ganancias posibles. Se estableció así el reino de los gerentes, el domino del expertice sobre la regulación, la irresponsabilidad privada proyectada sobre los intereses públicos, el dominio de las grandes corporaciones para hacer que los gobiernos se plegaran a sus intereses.

Parte de ese discurso, definido y aplicado al mundializarse la economía, ha sido retomado en México y otros países del sur como la última novedad en materia de transformación económica. El descubrimiento de la competencia como fuente de todas las libertades y riquezas, tan asociado al imaginario del capitalismo liberal (del que se excluye al Estado), se nos presenta aquí como panacea. La acción contra los monopolios, por cierto descritos con manga ancha y sin precisión, se concibe como un momento liberador de la energía social y productiva de la sociedad, contenida durante décadas por los arreglos perniciosos entre los beneficiarios del poder político y el económico, una minoría que se ha aprovechado por igual del viejo estatismo y de la apertura comercial. Tal revitalización ideológica, afín al corazón blanquiazul de algunos gobernantes, es utilizada como arma arrojadiza en la descarnada lucha que vienen librando entre sí distintos grupos en los que se funden componentes locales y trasnacionales. Por ejemplo, el señor Calderón lamenta en voz alta que la ley proteja a Pemex, impidiendo al gobierno entregar a los capitales trasnacionales la construcción simultánea de tres o cuatro refinerías a la vez. Habla por la herida, pues a estas alturas de la crisis aún no acepta que sin rematar al mejor postor la riqueza petrolera (el monopolio) su administración carece de todo proyecto nacional digno de ese nombre.
Algunos partidarios del capitalismo “popular” exigen un régimen de estricta competencia, aunque no puedan evitar que, bajo la radicalidad de sus denuncias, asomen la oreja otros monopolios que aspiran a aumentar su tajada. En esta visión se pierde de vista el papel del Estado y se mezclan temas políticos y asuntos económicos, es decir, todo lo que sirva al discurso “perturbador” que ya se comienza a poner de moda. Es común la denuncia elitista del sindicalismo, sea el del magisterio o el de Pemex, que los críticos suman al rubro de los monopolios, sin deslindar la estructura corrompida y burocrática que manejan a discreción los líderes, con el organismo legal, necesario y legítimo al que los trabajadores aspiran.

La noción de “monopolio” se aplica con indiferencia, aun cuando se trate de evitar que la desregulación” aniquile la presencia nacional es áreas tan importantes como las telecomunicaciones. En nombre del consumidor se pide mayor eficiencia, precios internacionales, pero resulta sospechoso que bajo la crítica a Telmex aparezca apenas disimulado el deseo de aupar a la telefónica española o cualquiera otra de las siglas en conflicto. Y es que la defensa del consumidor no siempre ha traído los resultados prometidos. Allí está el caso de la banca.

Caso paradigmático es el de las televisoras, que no cejan en su empeño de revertir la reforma electoral, y están dispuestas a seguir por la misma ruta de enfrentamiento hasta que la clase política se rinda y el Poder Judicial se doblegue. Juegan con el desprestigio de los partidos y la debilidad de las instituciones que, como el IFE, dependen, casi exclusivamente, de la confianza ciudadana. Resentidas por el recorte que significa para sus ingresos la canalización de la propaganda política por conducto del órgano electoral, dejan sentir su fuerza reduciendo al absurdo el argumento racional que anima la reforma y que no es otro que darle absoluta transparencia a una operación que no puede ser negocio cautivo de unos pocos. Este desafío de los llamados poderes fácticos al Estado no habría cruzado la línea roja sin la complicidad de los gobiernos que en el pasado se rindieron antes sus intereses. Basta recordar la claudicación de Vicente Fox ante los medios, presentada como síntesis de las libertades de expresión y empresa, y que no fue sino un paso atrás en el cumplimiento del ordenamiento constitucional.

La cuestión no está en “disolver” las grandes empresas (o los sindicatos) sino en sujetarlas a la ley; la competencia requiere de la fiscalización de la sociedad y de la supervisión directa de la autoridad para que cumplan con la función pública que tienen a su cargo. El extraordinario poder acumulado por algunas empresas privadas proviene menos de su tamaño (sin duda importante) como de las complicidades que desde sus orígenes las atan a la operación de las cúpulas políticas. Eso es lo que hay que cambiar.

Octavio Rodríguez Araujo
Habrá abstención

Se especula con razón que la abstención en las próximas elecciones de diputados federales será una de las más altas de los últimos años, quizá de la historia política posrevolucionaria del país. No veo por qué, si todo está muy bien. Ya lo dijo Felipe Calderón en Davos y en donde tiene la oportunidad de usar el micrófono.

Hay razones de por qué aumentará la abstención. Algunas tienen que ver con la crisis mundial de la economía, que ciertamente no inició el gobierno de la República pero que sí minimizó su secretario de Hacienda cuando había condiciones para prevenir el “catarrito”. En lugar de la prevención a tiempo se actuó tarde y en muchos aspectos con medidas demagógicas, y los resultados están a la vista. La población en general y hasta algunos empresarios están inconformes. Varias empresas se han visto obligadas a cerrar, unas permanentemente y otras por periodos cortos, por lo que el desempleo ha estado aumentando de manera geométrica con perspectivas exponenciales.

La población, sin distinción de clases sociales, espera siempre, y con razón, que el gobierno solucione problemas. Si no, ¿para qué está ahí? Si el gobierno no da remedios sino que sólo favorece los intereses de unos cuantos, la inconformidad crece y, en todos los casos y países, se culpa al partido en el poder con lo que se alimentan pensamientos de venganza, muy lógicos: si con Fox y Calderón las cosas no mejoraron sino lo contrario, el partido de ambos tiene la culpa. ¿Por qué votar por él? Si a esto le agregamos declaraciones como la de Fox en el sentido de que encargó su oficina a “alguien” en lugar de ejercer su presidencia, peor. Si Calderón dice que tiene uno de los mejores equipos económicos de todos los gobiernos del mundo y la gente ve cómo se queda sin empleo y cómo suben los precios de los productos básicos, pues como que no le ven la ventaja a tener tal equipo, aun suponiendo que fuera cierto. Más aún, si la guerra del gobierno de Estados Unidos, perdón, del gobierno mexicano contra el narcotráfico ha aumentado la inseguridad en el país y ya nadie se siente a salvo en su casa o en la calle, pues tampoco: ¿no es obligación de todo Estado brindar seguridad a su población? (Una pregunta a quien corresponda y entre paréntesis: ¿con la guerra al narcotráfico ha disminuido el consumo de drogas ilegales o simplemente se han encarecido? Asumo que alguien en Los Pinos debe saberlo, si no, ¿para qué la guerra?)
Sin necesidad de encuestas, aunque suelo respetarlas, el Partido Acción Nacional (que según el yunquista Manuel Espino cada vez se parece más al Revolucionario Institucional) va a disminuir la votación en su favor en las próximas elecciones, y no sólo en la de diputados federales; y la abstención no le ayudará como sí beneficiaba al PRI en aquellos años en que sus militantes se encargaban de llenar las urnas electorales después de copar las casillas correspondientes.

El Partido de la Revolución Democrática, por otro lado, está perdiendo imagen a pasos agigantados. No sólo porque sus dirigentes “no dan la nota” sino porque, en la práctica, se han marginado de López Obrador, quien sigue siendo la piedra de toque que, con su movimiento, críticas y propuestas, está determinando el futuro de las izquierdas en conjunto (incluidas las sociales no partidarias) y no sólo del Partido del Trabajo y de Convergencia. Aunque no fuera así, el papelón que exhibió el PRD en sus pasadas elecciones internas está muy cerca en la memoria de los mexicanos, y esto también tiene costos políticos.

No será difícil que se ratifiquen los resultados de las encuestas serias y que el agregado de partidos de centro-izquierda quede en tercer lugar. Ya hemos podido observar la disminución de su imagen en las pasadas elecciones locales y cómo sus disputas internas han perjudicado a esta corriente política, aunque pudiera ser la que mejor proyecto de país presentara (que, por cierto, no presenta un solo proyecto como corriente político-ideológica, sino varios).

El PRI, por su lado, poco ha hecho por ganar a los ciudadanos. Los éxitos electorales que ha tenido han sido, como suele decirse, by default, es decir, por defecto o por omisión (por no hacer nada o por dejar de hacer algo que tenía que haber hecho). Para el PRI los errores de sus competidores son benéficos. Entre más errores cometen Calderón y su partido, mejor, y entre más se desprestigie el PRD, también. La coalición Salvemos a México, del PT y Convergencia es muy nueva y dependerá de lo que haga en los próximos meses para predecir, incluso a nivel especulativo, su atractivo electoral el 5 de julio. El simple hecho de su existencia permitiría suponer que le restará votos al PRD, si nada cambia en el futuro inmediato.

En esta licuadora de malos augurios para los partidos resaltará inevitablemente la abstención o la poca participación electoral de los ciudadanos. Éstos, para colmo, no han olvidado el triste y bochornoso papel del Instituto Federal Electoral (IFE) en 2006 y la forma en que fueron relevados parte de sus consejeros.

Si después de la elección presidencial el IFE se desprestigió, en la actualidad tiene menos confianza de los mexicanos. Hay una vuelta relativa al pasado, la institución electoral (las, si incluimos al tribunal correspondiente) ya no se ve con los mismos ojos que en 2000 o en 2003, ahora se desconfía de su imparcialidad y de su capacidad para llevar a buen puerto las próximas elecciones.

La abstención no es sólo apatía. En estos tiempos es falta de credibilidad, es también inconformidad e incluso cuestionamiento a los partidos y a la política. Podrá ser tan alta que no es difícil pensar que rebasará 60 por ciento del electorado.

No soy partidario de la abstención, pues ésta favorece –aunque no haya trampas como en los viejos tiempos– a quienes tienen el poder y los recursos para llevar más votantes a las urnas. Pero si la abstención se hace manifiesta, incluso mayor en números relativos a la de 2003, la culpa no será de los ciudadanos, sino de quienes no han sabido ofrecerles opciones creíbles, serias y responsables.

Ángel Guerra Cabrera

Un abrazo a Chávez y al bravo pueblo

aguerra_123@yahoo.com.mx
Al arribar a su décimo aniversario, la revolución bolivariana es ya uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia latinoamericana. El caracazo (1992) anunció el repudio de los pueblos latinocaribeños al neoliberalismo y seis años más tarde encarnó en Hugo Chávez y su proyecto político de honda raíz popular, revolucionaria y latinoamericanista que expresaba las aspiraciones de aquéllos.

La elección de Chávez por una ola popular capaz de vencer los obstáculos que le interpusieron Washington y la oligarquía confirmaba la crisis terminal del régimen de exclusión de las grandes mayorías, que exigía una refundación del Estado venezolano. Con ese propósito el presidente convocó a una Asamblea Constituyente y, al revés de lo que ocurría en América Latina con la excepción de Cuba, rompió radicalmente con el dogma neoliberal al depositar en la voluntad del pueblo, y no en el mercado y en poderes extranacionales, la decisión de su destino. En la nueva Constitución correspondía a la soberanía popular, y no a instituciones como el Banco Mundial, decidir la política económica. El Estado y no las trasnacionales controlarían los hidrocarburos y demás recursos naturales. Principios fundamentales de la democracia más radical estableciendo la consulta al pueblo de las principales decisiones quedaban codificados en la nueva Carta Magna, así como la vocación bolivariana y latinoamericanista del Estado venezolano. Consagraba el derecho de todos a la educación y la salud gratuitas, al trabajo, la vivienda, y a una vida digna; de las mujeres a la igualdad social y por primera vez en el continente reconocía plenamente los derechos de los pueblos indígenas.

El texto constitucional tomó cuerpo en un gran proyecto de transformación social y política que hizo sentirse ciudadanos y partícipes del poder a millones que nunca habían contado anteriormente. El gobierno inició una obra educativa y cultural, de salud, alimentación, vivienda y acceso a la tierra y al agua asentada en la organización del poder popular desde la base, que ha elevado los índices de desarrollo humano muy por encima de los existentes hace 10 años, como reconocen las agencias de la ONU. Añádanse la erradicación del analfabetismo en 2005 y la admirable pedagogía política de Chávez, que ha universalizado una alta conciencia política promotora del socialismo arraigado en la realidad latinoamericana.

Recuperó la empresa petrolera estatal de quienes la usurpaban y organizaron el boicot a la producción, e impulsó la revitalización de la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Apoyándose en los recursos petroleros, aumentó el gasto social de forma exponencial, estimuló el desarrollo agropecuario, industrial y ferrocarrilero, y construyó escuelas, universidades y obras de infraestructura.

Venezuela sustituyó el servilismo a Washington por una política exterior antimperialista, latinoamericanista y tercermundista. Chávez dio la mayor prioridad a la unidad e integración de América Latina y a la consolidación de la multipolaridad mediante una talentosa red de alianzas internacionales. Entre sus logros se anota Petrocaribe, que permitió el acceso al crudo de los países caribeños en términos solidarios; la Alternativa Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, la forma más avanzada de integración existente en la región; innumerables iniciativas de concertación política e integración latinoamericana; el impulso a un Mercosur social y un papel muy destacado en la derrota del ALCA en Mar del Plata y en la gestación de Unasur, avance crucial en la unidad latinoamericana.

La revolución bolivariana unida a la resistencia de Cuba estimuló y desbrozó el camino a una nueva ola de luchas populares en América Latina. De ellas surgieron los nuevos gobiernos revolucionarios y progresistas que han cambiado su geografía política; entre ellos, los de Bolivia y Ecuador han recurrido también al pueblo como poder constituyente.

Chávez ha gobernado bajo el embate constante de la contrarrevolución golpista dirigida desde Washington. Ante el temor de una nueva victoria popular en el cercano referendo del 15 de febrero, irrumpen de nuevo en Venezuela la violencia y un redoblamiento sin precedente de la embestida mediática local e internacional articulados por otro plan subversivo yanqui. Vaya nuestro abrazo solidario a Chávez y al bravo pueblo venezolano.

Paco Ignacio Taibo II
PRD: reconstruirlo desde abajo

I. En las últimas tres semanas he participado en una serie de reuniones y pláticas esquineras, conversaciones telefónicas e intercambio de emails con amigos y compañeros de izquierda de la delegación Cuauhtémoc. Volví a ver viejas caras, rostros de amigos que respeto enormemente, gente que ha resistido el beso maligno del paso por el poder y que conserva una posición crítica.

Conversé con el diputado Suárez del Real, con los novelistas Belarmino Monteverde, Juan Hernández Luna, hablé por teléfono con Rosario Ibarra, con Marcos Rascón, con Enrique González Rojo y Alicia Torres, me reuní con Paloma Saiz y el diputado Tomás Pliego, con Samuel Paz, Paco Saucedo y Yola, con el diputado Armando Barreiro, con Chela Gutiérrez y Armando Martínez Palomo.

Había una serie de preguntas de las que no suelen hacerse en voz alta pero que se están haciendo por todos lados y que teníamos que contestar: ¿Ya no tiene salvación el PRD y por lo tanto los partidos satélites que lo acompañan? ¿La lucha electoral como sentido único ha pervertido a tal grado las propuestas originales que no hay cambio posible? ¿Tantos años de sueldos, cargos, choferes, asientos en oficinas medio lujosas, teléfonos celulares, secretarias, asistentes, cuijes, ayudantes, comidas a cargo del presupuesto, poder pinche, en suma, han diluido al grado cero la lógica transformadora y antiautoritaria de la generación del 68?

Puede ser que las preguntas lleven el sí dentro de ellas mismas, pero la perspectiva de futuro parecía hacer interesante la idea de probar una vez más.

II

En el corazón de todas estas preguntas se encontraba la certeza de que lamentablemente la izquierda nunca había gobernado esta ciudad. Hombres de izquierda heredaron un modelo de gobernar basado en la lógica priísta y quedaron atrapados en la inercia de sus poas, sus candados, sus normativas, sus maneras de hacer, su burocracia. Un modelo que dificultaba al máximo la relación entre la administración y los ciudadanos para dejar que la corrupción fuera el aceite que ayudara a medio engranar el sistema. Y hombres de izquierda no fueron capaces de cambiarlo.

Hombres y mujeres de izquierda hicieron gobiernos dentro de la lógica administrativa del viejo régimen. Hombres de izquierda gobernaron con una administración de derecha y con programas que en el mejor de los casos eran de centro. Lo deseable se volvió lo posible. Lo posible se volvió poco. La mística cardenista del 97 se fue diluyendo.
Es cierto, esta ciudad en los últimos años ha tenido grandes momentos de gestión, bastantes, sin duda. Ha avanzado en el proceso de democratización respecto a la ciudad que yo conocí en los años 60. Habría que estar ciego para ignorar la expropiación de los terrenos de la cabeza de Juárez con Cárdenas, los repartos masivos de literatura gratuita en el Zócalo con Rosario, los programas sociales de López Obrador, la extensión de la medicina social a millares de ciudadanos, muchos de ellos de la periferia del DF, ahora con Ebrard; y sólo cito unos cuantos éxitos.

Paradójicamemente esto se da en un momento en que la ciudad de México tiene una base militante como nunca había tenido en su historia, la generación de los cincuentones que acumula 30 años de experiencia de luchas.

III. La queja

Parte del descontento que hay en la delegación, una muy buena parte, surge de la manera como ha sido administrada por el PRD en estos últimos años. Desde luego, abundantes prácticas clientelares, acarreos, movilización de peticionarios al gusto político de los que entregan proyectos de vivienda, plazas laborales. Pero, y esto es lo más grave, abundantes muestras de corrupción en el manejo de las obras públicas, en los trámites burocráticos, en los permisos para operar restaurantes y bares.

Mi amigo Marco Barrera, en un documento que anda circulando por Internet, traza el panorama de la colonia Condesa, de la que somos vecinos: “Al espejismo de los restaurantes con mesitas en la banqueta, mismos que defendimos hace 10 años, porque ayudaban a crear tejido social en una ciudad recalcitrante, estas autoridades lo transformaron en jugosa gerencia de permisos, licencias o, al clausurarlos, de multas o mordidas que unos y otros usufructúan y sacan tajada: vil piratería; me refiero a los “inspectores” y las tres empresas de valet parking. Me refiero a los tres despachos de abogados que por 150 mil pesos reabren negocios clausurados para que después se clausuren y así sucesivamente”.

Pero he escuchado panoramas igual de perversos respecto a Tlatelolco, Tepito o el Centro Histórico.

IV. René

Yo no creo, contra lo que muchos creen fervientemente, que sea de los que se han llenado el bolsillo con los dineros públicos, más allá de las ligas que en televisión lo condenaron. Lo que sí creo y he visto a lo largo de mi tormentosa relación con el PRD durante largos años, es que es el fiel representante de una manera de hacer política con la que discrepo con furor apache: la lógica de la libretita y el amasamiento del poder. René Bejarano construye poder ofreciendo a movimientos sociales, cuadros y dirigentes: paraguas, financiamiento, empleo. El suyo es un laborismo (en el sentido del reparto de trabajos, no es que se me haya vuelto inglés) que compromete al que lo acepta y lo subordina. En ese sentido el aparato estatal del DF es su Parnaso y la delegación Cuauhtémoc su caja chica. Nunca lo vi discutir principios, propuestas políticas, proyectos programáticos, ideas para cambiar el mundo. Nunca lo oí hablar de moral, perfiles profesionales o habilidades técnicas. Negocia con el diablo, o es el diablo. Habla de cuántas canicas traes, cuántos puestos de trabajo se pueden conseguir, qué me das y que te doy, en ese pernicioso baile electoral que se ha vuelto el sentido y razón del PRD, su dueño y su dios en los últimos años y que ha logrado que el PRD parezca un PRI menos agresivo en lo represivo, con algunos tintes sociales menores, pero igual de incapaz de querer cambiar el mundo, porque en el fondo del corazón de la nueva burocracia está el mensaje del gatopardo: “todo tiene que cambiar para que todo quede igual”.
Bejarano ha anunciado que su corriente apoya la candidatura de un oscuro funcionario de la delegación apellidado Torres (coludido en prácticas corruptas, me dicen, aunque no tengo constancia), ha construido la “candidatura oficial”, y por tanto, la herencia de la manera de hacer gobierno en esta delegación, que ya hemos vivido.
Al tal Torres lo apoya también el actual delegado, José Luis Muñoz. Curiosamente, Muñoz, es un ciudadano con el que personalmente no tengo quejas, las veces que hemos topado en la vida pública le he oído discursos muy decentes (sobre el movimiento del 68), o lo he visto moverse en cosas que me gustan: repartos de libros gratuitos a adolescentes en Tlatelolco, inauguración de tianguis de “Para leer en libertad” y me consta que en estas acciones ha puesto ganas y buena fe. Pero sin duda es corresponsable del malestar ciudadano y sus causas, y desde luego de la promoción de la candidatura “oficial”.
Una candidatura oficial harto peligrosa para los ciudadanos de izquierda, no sólo por lo que en sí misma contiene, sino porque va a provocar disidencia y abstención y dejará libre el camino para que el PRI reconquiste terreno. Y si nos quejábamos del Babas, veremos de lo que son capaces los amigos de Alí Babá.

V. Más ciudadana que tribal
¿Es posible pues derrotar a esta candidatura en las primarias perredistas? ¿Y derrotarla con qué y para qué?
En principio, pareciera que es obvio, con una candidatura más ciudadana que tribal, que vaya más allá de los grupos, más allá de las siglas y desde luego, más allá de las cuotas y el reparto de canicas.
Más allá de las tribus y las siglas porque tiene que romper la lógica que hasta ahora se ha impuesto en esta ciudad. Y desde luego que reniegue de las cuotas. El sistema de cuotas impuesto en las negociaciones de las tribus perredistas implica el reparto, de acuerdo con el caudal electoral de lo que cada tribu aporte, de cargos de dirección en el aparato gubernamental. Pones tantos, tantas direcciones generales. Tantos votos, tantos despachos. Ha sido uno de los más graves problemas que el PRD ha vivido en el DF, y creo que en cualquier lado por el que haya pasado como poder. Las cuotas implican que para la selección de un encargado de agua potable, se use como único criterio el: “A ti te toca” y nunca se pregunte si el que llega tiene una mínima idea de lo que le tocará administrar. El designado incapaz se protegerá con otros más incapaces e igual de ineptos que no le hagan sombra (que trabajen políticamente para él) y conseguirá a nivel inferior alguien que arregle los problemas reales. Así, compañeros con habilidades en desarrollo social, fueron a dar a cultura, donde hicieron un desastre, gente capacitada en vivienda terminó haciéndose cargo de perros callejeros y un veterinario acabó de contador. Todos aquellos que hayan tenido un mínimo contacto con la administración perredista de estos últimos años, saben que la maldición existe, que la maldición premia la mediocridad y la ineficacia, que tiene una capacidad de autodestrucción dentro del aparato inmensa.
VI. ¿Un programa?
Un programa de izquierda es la mezcla de lo posible y lo imposible pero deseable. No sólo de lo realizable, también de lo que hay que ir preparando y sujetando a la discusión de la sociedad.
Es obvio que se trata de cancelar, abolir, exterminar ese cáncer de la vida pública mexicana que se llama corrupción. Y es obvio que para hacerlo hay que crear, en la dirección del proceso, un grupo de ciudadanos al margen de toda sospecha y que piensen que la corrupción no sólo lesiona y enmierda al que la practica, lo destruye moralmente. Y es posible hacerlo, los hay, y muchos. El problema es crear la pinza que desde arriba y desde abajo ataque simultáneamente el fenómeno endémico. Y eso significa convocar a los ciudadanos a darle en la madre a la corrupción.
Pero también significa eliminar los requerimientos y los trámites administrativos absurdos, significa reducir substancialmente el poder de la burocracia, significa cambiar los sistemas de oferta de empleo, los sistemas de concesión de obras.
Evidentemente, no es tarea de un delegado, es tarea de un equipo que colectivamente asuma las tareas con una mezcla de profesionalidad y motivación ideológica.
Y no basta, el programa debe poner sobre la mesa un montón de cosas, por ejemplo, la necesidad de que adelantándonos a la crisis se promueva delegacionalmente una red de cooperativas de consumo, que tratando directamente con los productores bajen los precios de los productos alimenticios. Por ejemplo, como dice el documento que ha circulado el diputado Tomás Pliego: “El número de doctores, ortodoncistas y enfermeras que laboran hoy en día en la delegación, hace totalmente viable concretar un programa de salud preventiva que operará gratuitamente colonia por colonia, pero de manera especial, en aquellas donde reside el mayor número de ciudadanos en situación de pobreza”.
Por ejemplo, el privilegiar a las cooperativas para la realización de obras públicas y el estimular estructuras cooperativas para las obras menores de la delegación.
Como por ejemplo, hacer cumplir a rajatabla la Ley Federal del Trabajo, resolver situaciones eternas de eventualidad.
Como por ejemplo, liberar al aparato de gasto innecesario, carga burocrática, salarios desproporcionados, para liberar fondos que permitan profundizar en la obra social.
Como por ejemplo, impedir que se privatice las calles poniéndoles plumas, los pedazos de banqueta, los espacios para estacionamiento, devolviéndole al conjunto de la sociedad lo que algunos tratan de robarle.
Como por ejemplo, crear una brigada de choque para atender situaciones urgentes en la vivienda, donde un derribo o una inundación crea una tragedia que se perpetúa.
Y desde luego un plan imaginativo en la cultura, que revitalice las casas de cultura y ponga la imaginación y la experiencia a la vanguardia.
VII. Eso, o el hondo bajo fondo
Y es esto, o la abstención y dejemos que se llegue al final para desde “el hondo bajo fondo donde el barro se subleva”, como decían los Quilapayún o los Inti Ilimani, o quién sabe quién, en épocas más heroicas y menos complicadas, todo se reconstruya desde abajo.

Ricardo Rocha

Detrás de la Noticia

Oficio de tinieblas
A la crisis económica y social que padecemos se añade la violencia más sangrienta en décadas
Son estos tiempos de oscuridades. No hay la menor señal luminosa. La crisis financiera se hizo crisis económica. Ahora vivimos también una profunda crisis social. El desempleo, las deudas crecientes, la pérdida del valor de nuestro dinero, la amenaza cierta del decrecimiento, pero sobre todo la distancia con quienes nos gobiernan agudizan día a día sentimientos de dolor, orfandad y rabia cada vez menos contenida.
Eso de que la crisis nos vino toda de fuera no es ningún consuelo. Tampoco es cierto. Aquí contribuimos a profundizarla con la ignorancia, la irresponsabilidad, la soberbia y la frivolidad que hoy caracterizan al gobierno.

Así que, a riesgo de una comodina acusación de traición a la patria, hay que decirlo: esto es apenas el principio de la peor crisis económica de que se tenga memoria. Y sus embates nos golpearán cada vez más fuerte debido a los rezagos en el mayor de nuestros males: la pobreza. Más de la mitad de los 110 millones de mexicanos son pobres, 20 millones padecen hambre y muchos de nuestros niños se mueren cada año a causa del abandono oficial.

También es incuestionablemente cierto que la miseria ha desgarrado y separado a decenas de miles de familias por el éxodo al norte. El que no quiera ver y reconocer este escenario es por torpeza, ignorancia o conveniencia. Decir mentiras siempre ha sido un gran negocio.

A la crisis económica y social se añade la violencia más sangrienta en décadas. La estadística de los miles de muertos, los ejecutados, los descabezados y los secuestrados es un entretenimiento perverso. ¿Alguien puede caminar en cualquier pueblo o ciudad sin miedo a ser víctima de un delincuente o, peor aún, de un policía?

Y mientras administramos aspirinas para el cáncer de la crisis o nos desgastamos en una guerra sospechosa contra el crimen organizado —que ya está adentro de todos nuestros órganos de seguridad y justicia—, el país se nos deshace entre las manos: perdemos cada año 400 mil hectáreas de bosques y selvas, el equivalente a Aguascalientes, por lo que tendremos un México cada vez más chico; nadie como nosotros para ensuciar ríos, aires y suelos y para desecar lagunas o destrozar los hábitats submarinos de nuestras costas.
En este panorama desolador, vamos dejando atrás nuestras tareas más apremiantes: una gran reforma del Estado para reequilibrar los tres poderes de la Unión y el pacto federal; un nuevo modelo económico para abatir la pobreza y recuperar el crecimiento; una gran revolución educativa para construir el futuro.

Hoy, más que nunca, urge rehabilitar un Estado fallido ahora también en crisis de valores: donde los intereses se oponen a la ley, en el que se privilegia a unos cuantos en perjuicio de los más; donde la corrupción es moneda habitual; en el que se han prostituido los mejores propósitos y en el que el bien más escaso es el patriotismo.
Es en este escenario de oscuridades donde los periodistas hemos de ejercer nuestro oficio de tinieblas. Y en esta convicción, tal vez podríamos recurrir al pasado para iluminar el futuro; a las gestas heroicas de las mujeres y los hombres que nos definieron como nación; a los muros incendiados por los colores imposibles de nuestros artistas; a las páginas de ensoñación de nuestros escritores; a la suma, en fin, del esfuerzo anónimo pero todavía presente de quienes han construido este país a lo largo de 30 siglos de historia envidiable. Sobre todo en estos tiempos de globalización irracional.
Mirar al pasado para alumbrar el futuro. Puede ser un principio.


Emilio Rabasa Gamboa

El contraataque televisivo

Las cadenas televisivas, TV Azteca y Televisa, interpretaron la reforma electoral aprobada por el Congreso de la Unión como una declaración de beligerancia entre ellas y el Estado mexicano, y ahora montaron un contraataque utilizando los spots de los partidos y del IFE.
El ciudadano no es imbécil; bien sabe que no es cierto que “por orden del IFE y en cumplimiento de las disposiciones del Cofipe”, TV Azteca y Televisa debían presentar en bloques de tres minutos los spots de los partidos políticos y del organismo electoral, interrumpiendo la programación continua, como afirma la leyenda que precede a los spots televisivos y que las televisoras pusieron en nuestras pantallas.
La verdad es que se trata de una contraofensiva, primero en contra del Congreso de la Unión, que aprobó la prohibición de que los partidos políticos compraran propaganda electoral en los espacios electrónicos.
Cuando las televisoras encadenadas interrumpen un espectáculo como el Super Bowl para lanzar al aire paquetes de spots acumulados, fuera de los tiempos comerciales, no es que estén acatando las órdenes de la autoridad electoral, como lo afirman, sino que están usándola junto con la ley para enfrentar al teleauditorio en contra del Estado mexicano que aprobó la reforma, del organismo que debe cumplirla y hacerla cumplir, de los partidos políticos que anuncian su propaganda en esos spots, y en contra también del presidente Felipe Calderón por haberla promovido y no haberla vetado.
Todos ellos figuran en la referida leyenda. El mensaje de TV Azteca y Televisa en lenguaje llano sería: “Mira, ciudadano, a lo que me obligaron a hacer tus diputados y senadores que aprobaron esa reforma y ahora me obligan a hacer las autoridades electorales y el gobierno. Si te molesta la interrupción de tu partido, ellos son los culpables, no yo, la televisora, que se limita a obedecerlos”; en sus propias palabras: “Amigos, ni modo (sic), a continuación tendrán que ver la propaganda de los partidos políticos”.
Es la revancha de las televisoras por haberles privado de las jugosas ganancias que les proporcionaba la compraventa de los spots por los partidos, y que en último extremo está dirigida contra nosotros, los contribuyentes, puesto que de nuestros impuestos salió ese pago.
Además de mentir, las televisoras dan una clara muestra de insensibilidad. En momentos en que una grave crisis económica golpea a la sociedad mexicana, cuyo efecto más dramático es el desempleo, y de que se encuentra profundamente lastimada por la inseguridad pública, es cuando se le irrita mayormente con esta ofensiva electoral, incrementando con ello el fuego de la hoguera.
¿De qué se trata? ¿Se busca desestabilizar al país ya más de lo que está, generando una nueva turbulencia política? ¿O se trata de dinamitar nuestra ya de por sí frágil democracia, precisamente en el momento clave de elecciones federales y locales? Los ciudadanos merecemos una respuesta.
Profesor investigador del Tec de Monterrey, CCM

Rosario Ibarra

La descomposición del Estado

05 de febrero de 2009
En algún lugar de este triste y empobrecido país, hace pocas horas, se efectuó un hecho que llenó de indignación a unos cuantos y que movió a risa y burla a la mayoría de los que transitaban por la calle escenario del mismo.
Me enteré porque uno de los que sufrieron aquella cruda visión como un agravio me llamó con el llanto todavía atorado en la garganta, para hacerme la descripción del suceso.
El caso es que, en céntricas calles pletóricas de gente, por ser la hora de la salida a comer de empleados de oficinas, de tiendas y de cientos de estudiantes de secundarias, preparatorias y de otras escuelas que por el rumbo se encuentran, por una de las aceras caminaba un hombre completamente desnudo, que sobre los glúteos tan sólo llevaba adherido un papel en el que se leía “Soy un rata”, y tras el avergonzado individuo, un hombre alto y fuerte, de gesto huraño, le ordenaba moverse, cada vez que el humillado intentaba detenerse.
No pudo indagar el atribulado hombre que me describió el hecho de qué se trataba. Pensó con buena voluntad que pudiera deberse a la filmación de alguna película “dura” o del castigo de algún robo que hubiese llevado a cabo aquel pobre hombre y que, dada la injusticia que galopa, como nuevo jinete del Apocalipsis, por todo el territorio nacional, el o los afectados hubieran decidido tomar la justicia en sus manos de esa denigrante forma, atentatoria de los derechos humanos.
La voz quejumbrosa del atribulado informante sembró un dejo de tristeza en mi conciencia y me trajo a la memoria algo de lo que recientemente me enteré y que me aterró.
Describía un comentarista de televisión el hecho de que en una calle de Ciudad Juárez yacía un cadáver que el canal filmaba y que, en esos momentos, un niño de escasos 10 años caminaba por allí y brincó el cadáver para continuar su camino hacia una tienda, y que brincó de nuevo al regresar, sin mostrar el menor asombro o expresar preocupación, temor o tristeza, como sería de esperarse en un infante.
Ese hecho escalofriante, lo mismo que el otro del hombre obligado a caminar desnudo entre sus coterráneos, son descripciones de los logros de un gobierno que quiere borrar de los mexicanos la sensibilidad, la conmiseración, la capacidad de rebeldía y la voluntad férrea de luchar contra la injusticia. Quiere convertir al pueblo de México en un conglomerado indigno, sin dolor y sin asombro ante los crímenes que llenan este suelo…
Si lo permitimos, caeremos junto al mal gobierno en el oscuro cráter de la descomposición del Estado.
Dirigente del comité ¡Eureka!

Editorial
Justicia facciosa

El gobierno federal reveló ayer, por medio de la Procuraduría General de la República, que el pasado 30 de diciembre presentó de manera formal la solicitud de extradición del líder minero Napoleón Gómez Urrutia, quien desde marzo de 2006 se encuentra en territorio canadiense, “por considerarlo probable responsable de los delitos de fraude, asociación delictuosa y otros ilícitos cometidos en agravio de los afiliados” del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana.
Sin prejuzgar sobre la veracidad o la falsedad de las acusaciones construidas por el foxismo y retomadas por la administración calderonista contra Gómez Urrutia, el gobierno federal habría incurrido en una tardanza difícilmente justificable al solicitar la extradición del dirigente gremial casi tres años después de que empezó la persecución judicial en su contra, y habida cuenta de que siempre se ha sabido su paradero.
Independientemente de tales consideraciones, los empeños de las dos últimas administraciones por inculpar y aprehender a Gómez Urrutia no parecen obedecer a un espíritu de esclarecimiento y procuración de justicia sino a una campaña de persecución política en contra del dirigente minero. Fundados o infundados, los señalamientos en torno a los supuestos manejos irregulares de Gómez Urrutia no son nuevos, y de hecho no lo eran en marzo de 2006, cuando el gobierno foxista inició las pesquisas correspondientes; pero la pasada administración no prestó atención a esas acusaciones sino hasta que el líder adoptó una postura abiertamente crítica hacia las autoridades laborales, tras la tragedia ocurrida en la mina Pasta de Conchos a principios de ese año: sólo entonces las autoridades del país se dieron por enteradas de los “abusos” cometidos por el líder sindical en contra de los trabajadores del gremio y sólo entonces la PGR inició procesos legales en su contra por “delitos financieros y probable lavado de dinero”.
En el actual ciclo de gobierno, la dependencia ahora encabezada por Eduardo Medina Mora ha exhibido la misma conducta: baste con mencionar, como botón de muestra, la impugnación que presentó en contra de una sentencia de amparo definitiva, otorgada por un juez de distrito en favor de Gómez Urrutia en octubre de 2007, que cancelaba las órdenes de aprehensión en su contra. El anuncio de ayer confirma, en suma, la continuidad, entre el foxismo y el calderonismo, de un empleo faccioso de las entidades federales y los organismos de procuración de justicia como instrumentos de golpeteo político en contra de quienes son considerados adversarios. Para perjudicarlos, el estilo panista de gobernar es capaz de fabricar imputaciones falsas, como ocurrió con el proceso de desafuero emprendido en 2005 en contra del ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, cuando la propia PGR fungió como punta de lanza en el intento por destruir jurídicamente al tabasqueño y por allanar, de esa manera, el camino a la Presidencia de la República para quien fuera el aspirante panista.
Ejemplos más recientes de estas distorsiones son la impunidad de que disfrutan los gobernadores de Puebla y Oaxaca, Mario Marín y Ulises Ruiz, a pesar de los señalamientos en su contra por graves violaciones a los derechos humanos, y el doble rasero aplicado en el caso Texcoco-Atenco: mientras que por un lado se criminalizó la protesta social, por el otro se exentó de toda pesquisa a los responsables directos, indirectos y políticos de las torturas y los abusos sexuales cometidos por las fuerzas represivas contra los disidentes. El gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, el propio Medina Mora, por entonces titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), y los efectivos que participaron en esos actos de barbarie, que eran subordinados de uno y de otro, fueron beneficiarios de esas exoneraciones aberrantes que provocaron un enorme y perdurable descrédito en los órganos federal y estatal de procuración de justicia.
Otro botón de muestra de esa actitud es la desidia o la franca vocación absolutoria de la PGR y otras dependencias de gobierno cuando sus obligaciones legales las impelían a indagar a allegados a los círculos del poder político sobre quienes pesan sospechas de manejos turbios e ilícitos, como los hijos de Marta Sahagún, señalados por presunto tráfico de influencias, o el extinto ex secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, quien, cuando era legislador, y luego cuando era funcionario federal del sector energético, actuó como representante legal de empresas de su familia para firmar contratos con Pemex.
La culpabilidad o inocencia de Napoleón Gómez Urrutia es algo que tendría que demostrarse y resolverse ante los tribunales correspondientes en un proceso regular y con todas las garantías que la ley concede a los inculpados. Pero, ante el evidente manoseo de la justicia que realiza el gobierno federal, cabe dudar que un juicio con esas características pudiera llevarse a cabo; lo más probable, por desgracia, es que en este caso la parte acusadora haga prevalecer, por encima del espíritu de impartición de justicia, los intereses políticos del grupo en el poder. Esa actitud, lejos de contribuir a establecer un verdadero estado de derecho, introduce elementos inocultables de arbitrariedad, discrecionalidad y partidismo en el ejercicio gubernamental y confirma y fortalece la desconfianza popular hacia la institucionalidad hoy controlada por el panismo. Con esos antecedentes, resulta por demás explicable el escepticismo social ante las exhortaciones oficiales a respaldar a las corporaciones y dependencias que tendrían, en teoría, que combatir el delito

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