12/24/2010

La reaparición




Luis Javier Garrido

La reaparición del panista Diego Fernández de Cevallos en un operativo mediático, enmarcado en un discurso plagado de mentiras y de renovada violencia de la derecha mexicana, se está revirtiendo contra el gobierno panista, que se hunde en un desprestigio cada vez mayor que le hace muy difícil el poder gobernar en los próximos meses.

1. La reaparición escénica de Diego Fernández de Cevallos en vísperas de la Navidad de este 2010, siete meses después de haber sido presuntamente secuestrado el 14 de mayo en su rancho de La Cabaña, en el municipio de Pedro Escobedo, en Querétaro, se ha saldado por una serie de hechos tan turbios como los que marcaron su publicitado rapto, que ponen en tela de duda todo lo acontecido y que crean nuevas responsabilidades al gobierno de facto de Felipe Calderón.

2. La información dada a conocer ayer por La Jornada sobre el caso, revelando que la liberación de Diego, lejos de haber sucedido la noche del 20 al 21 de diciembre –como anunció Joaquín López Dóriga en Televisa la mañana del lunes 20, y se pretendió poco después en un show mediático–, había ocurrido nueve días antes de ese mediodía en que ante la presencia de los medios el barbón se presentara arrogante y perfectamente atildado en su domicilio al volante de un Mercedes Benz con su nuevo look matusalénico, no hace más que arrojar nuevas dudas sobre el caso y desprestigiar aún más a los panistas en el poder, confirmando la descomposición del poder.

3. El hecho de que la mafia en el poder pretendiera engañar a los mexicanos dando al desenlace de lo que anunciaron como un grave delito el tratamiento de un happening, mueve y con razón a todas las sospechas. Las hipótesis que se han manejado desde el lunes 20 están siendo en consecuencia un reflejo del repudio popular a los panistas, y así se está hablando desde que fue una patraña o simulación hasta que constituyó la exitosa extorsión de un grupo criminal, de que fue el acto de un comando popular hasta que aparece como un crimen político, olvidándose en esta última presunción que todo atentado contra un político es siempre por definición un crimen político, como lo reconoce el propio Diego al margen de las pretensiones que tenga con su reaparición: hay un marcado matiz político en mi plagio, insistió al presentarse trigarante tras su cautiverio (El Universal del 21 de diciembre).

4. Las revelaciones del montaje escénico dan al traste aún más con la campaña mediática que se montó con la pretendida odisea de Fernández de Cevallos con su liberación, contada por él con minucias a sus amigos de Milenio Diario, que le han servido como divulgadores de su versión, difundida el 22 de diciembre, y en la que refiere como supuestamente él mismo pactó su libertad, negociando una cooperación de sus amigos oligarcas que dice a la postre no fue necesaria, pues su propia familia reunió la suma de 30 millones de dólares que su hijo Diego y el abogado Antonio Lozano Gracia dejaron el 10 de diciembre entre Toluca y la capital en 17 paquetes.

5. Muy significativo resulta en este contexto el conocer la lista de amigos (publicada por esta misma fuente) a los que Fernández de Cevallos pretende haberse dirigido para que le ayudasen a su liberación, pues son aquellos políticos y empresarios salinistas responsables del desastre de México: Carlos Salinas de Gortari, Carlos Slim, Roberto Hernández, Alfredo Harp, Alberto Bailleres, Claudio X. González, Lorenzo Servitje, Lorenzo Zambrano, Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Quintana, Ignacio Loyola, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa, Juan Sandoval Íñiguez, Onésimo Cepeda, Norberto Rivera, Roberto Madrazo, Jorge Hank Rhon, Santiago Creel, Enrique Peña Nieto, Carlos Romero Deschamps y Elba Esther Gordillo.

6. El happening resultó mucho más deplorable cuando el país se estremece con otras noticias que evidencian la corrupción y violencia del grupo gobernante y la ineptitud creciente del gobierno de Felipe Calderón. Mientras los mexicanos se enteran azorados de la violencia gratuita que ha desatado el gobierno en Michoacán, del asesinato artero de la activista Marisela Escobedo Ortiz en Chihuahua, del secuestro y tortura de al menos 50 migrantes centroamericanos que ha suscitado la condena a Calderón de los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador y un escándalo internacional, y de los esfuerzos de la administración panista por seguir privatizando y desmantelando a Pemex, se quiere utilizar el caso Diego para confundir aún más a los mexicanos.

7. La invectiva lanzada por Diego a los medios durante la entrevista de banqueta concebida por sus publicistas, señalándoles que no tiene la fortuna que pretenden y buscando así responsabilizarlos por lo acontecido, la desmienten los hechos. La prensa lo único que ha hecho es dar cuenta de su papel como hombre de confianza de Salinas en el PAN, responsable desde 1988 de armar la alianza que llevó a la alternancia y al cogobierno, y de las facilidades con que fungió a consecuencia de ello en múltiples casos judiciales que lo evidenciaron como presunto responsable de tráfico de influencias y como “abogado del narco”, así como de las innumerables propiedades y haciendas que adquirió en estos años, como lo recensó Proceso en su número 1751.

8. La promoción de Diego como el ariete de una nueva embestida de la ultraderecha en México se inició desde el mismo momento de su reaparición mediática. En la mañana de ese lunes 20, la locutora de Milenio Televisión que daba cuenta del caso en sus emisiones noticiosas afirmó contundente que al reaparecer Diego se convertía en el candidato natural del PAN a la Presidencia de la República, y a partir de entonces un buen número de columnistas y analistas no tuvieron empacho en sostener la misma tesis, la que Diego rechazó al día siguiente descartándose para 2012. Como si alguien desconociese que en 1994, aliado a Salinas, fungió como un candidato palero a la silla presidencial, ocultándose cuando empezó a subir en las encuestas, o que su nueva posible candidatura sería inviable por el encono que le tiene Calderón. O, todavía más aún: que su candidato, ahora, es el priísta Enrique Peña Nieto.

9. La violenta retórica seudolegalista y fantasiosa que ha esgrimido ante el caso Felipe Calderón, pretendiendo estar luchando contra el mal y el crimen organizado, la desmienten los hechos. En medio del baño de sangre a que ha llevado al país con sus políticas patrimonialistas, debería por lo menos responder a una sencilla cuestión que planteó el senador Pablo Gómez, demandando a Hacienda aclarar cómo si Diego pudo pagar esa suma no ha pagado sus impuestos

10. Los panistas son hoy los principales responsables del desastre nacional y este caso no hace más que evidenciarlos en toda su corrupción.

De secuestros y desapariciones forzadas

Gilberto López y Rivas

El desenlace del secuestro de Diego Fernández de Cevallos no podría ser más inesperado. En un país en el que se acumulan cientos de casos similares que resultan fatales para víctimas y familiares, la liberación de este controvertido personaje de la farándula política-empresarial-delincuencial provoca inescapables comparaciones. La diferencia radica en la naturaleza de los captores. Aquí se trató de misteriosos desaparecedores que para sorpresa resultaron ser a la postre miembros de un grupo político de oposición radical al gobierno y al sistema capitalista denominado hasta ahora Red por la Transformación Global. A esta diferencia debe Diego salir del cautiverio con vida, aunque él lo perciba como gracia divina.

En su extenso comunicado, Epílogo de una desaparición, precedido de un epígrafe de Bertolt Brecht que justifica la violencia que se opone a la de los poderosos, el grupo hace una descripción del México inmerso en un clima de creciente violencia destructiva que las mafias del gobierno permiten y fomentan, porque sólo así pueden ocultar la sistemática represión, tratar de controlar el descontento social e impedir, por el momento, que se generalice la lucha popular.

El texto refiere a la situación del país, las truculencias de la guerra de Calderón y la naturaleza de su gobierno: “La distancia entre el discurso de gobierno y las prácticas corruptas que lo caracterizan son una clara muestra de que los más altos funcionarios y las instituciones del Estado mexicano están coludidas con el crimen contra quien dicen estar luchando… El gobierno es mafioso porque protege los intereses de los grandes ricos, de los dueños de todo, de los que saquean nuestros recursos naturales y trafican con todo desde personas hasta armas, drogas e influencias. Es un gobierno que sirve a las mafias aliadas al capital trasnacional, también mafioso.”

El comunicado devela las razones –de amplio dominio público– de haber escogido a Fernández de Cevallos para su equívoca empresa: “un cacique panista inmensamente rico gracias a su triple carácter de funcionario del Estado, empresario y abogado de demandas en contra del erario… El Jefe Diego es otro nudo donde atraviesan múltiples historias turbias. Ahora conocemos de cierto los modos de los trabajos y oficios con los que se maneja, las personas con las que trata y algunas de las que han sido sus más logradas empresas. Con nada que ocultar la mafia ha sido enumerada en las cartas elaboradas y dirigidas por el propio Diego a sus ‘benefactores’, reclamándoles apoyo económico en correspondencia a su lealtad y a sus servicios… Se establecen diversas relaciones entre empresarios, políticos, la Iglesia, el narcotráfico, las redes de crimen organizado, el Ejército, los grupos paramilitares, las televisoras, etc. Estas relaciones están regidas por entendidos más allá de la legalidad, por dentro y fuera de toda apariencia de normatividad; son feudos de una maraña de poderes en pugna y con el control del país. Diego Fernández de Cevallos acumula una larga pero poca honrosa carrera de impunidad y enriquecimiento… A través de esta compleja y poderosa mafia, Diego Fernández de Cevallos fue pieza central para concretar el cambio de México a un Estado mínimo (sin responsabilidades sociales y de economía abierta, privatización y apertura comercial a capitales trasnacionales), además de diversos cambios de legislación que implicaron quiebres históricos… Diego Fernández de Cevallos parecía intocable hasta aquella noche en que su pasado oscuro lo alcanzó… En breve, Diego Fernández de Cevallos Ramos es un operador de la oligarquía neoliberal y de la ultraderecha fundamentalista, un traficante de influencias, un mercenario de los juzgados, un legislador a sueldo, un rentista de la crisis y un defensor de los grandes capos de la droga. Por ello su aprehensión fue una actividad pensada y realizada como un acto de desagravio.”

Explican también los miembros del presunto nuevo grupo que reivindica la lucha armada esa reapropiación del uso constructivo de la violencia, las razones por las que respetaron la integridad física del cautivo, sin el desprecio que por la vida humana demuestra el poder con nosotros, ya que “pese a tener innumerables imputaciones en su contra y de que miles de ciudadanos exigen su legítima ejecución, conscientes estamos de que la verdadera solución a la crisis que vive el país no está en liquidarlo, sino en la capacidad del pueblo para organizarse y retomar las riendas de su propio destino… Esta tarea es parte de un proyecto más grande e importante: participar en la construcción del poder popular para transformar este país trasnacionalizado en una verdadera patria digna, libre y nuestra”.

En el otro polo equidistante, es obligado comparar la suerte que corren quienes siendo militantes o simpatizantes de organizaciones revolucionarias y aun de oposición democrática, son capturados por agentes del Estado en lo que constituye el crimen de lesa humanidad de la desaparición forzada. Durante la llamada guerra sucia de las décadas de los 70 y 80, cientos de luchadores sociales fueron detenidos, llevados a mazmorras clandestinas, salvajemente torturados, asesinados y enterrados en fosas comunes no reconocidas o lanzados al mar. El caso de Rosendo Radilla, detenido en un retén militar y desaparecido en 1972, es ilustrativo de estos hechos históricos que vuelven a reditarse en la guerra de Calderón. Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, miembros del Partido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Popular Revolucionario (PDPR-EPR), fueron detenidos desde mayo de 2007 por autoridades locales y entregados al Ejército, sin que sea posible hasta ahora determinar su paradero. Los contrastes con Diego, ahora trastocado en moderno Quijote, no podrían ser más notables.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario