6/10/2012

Elogio de la aporía


Arnoldo Kraus


Explica José Ferrater Mora en Diccionario de filosofía: aporía “significa literalmente ‘sin camino’, o ‘camino sin salida’; de ahí, ‘dificultad”. En todos los ámbitos la aporía es fenómeno frecuente. Hay quien se suicida por confrontar un problema irresoluble; hay quienes se divorcian por no existir arreglo posible; las sociedades se lanzan a la calle contra los gobiernos ante la imposibilidad del diálogo, y las naciones guerrean entre sí cuando no logran convivir.

En ocasiones la enfermedad es una aporía, un camino sin salida, una dificultad insalvable. Quienes logran resarcir su vida a pesar de la crudeza de la patología, siembran y aprenden al unísono. Algunos enfermos mitigan la crudeza del mal; crecen, se transforman a partir de él, tejen otros caminos y, después, enseñan. La enfermedad modifica la vida de la persona. Cambia todo: el lenguaje, la forma de mirar, la relación con el tiempo. En ocasiones se convierten en seres resilientes. Cuando superan la enfermedad contagian otras formas de estar en la vida. Vencer problemas es trabajo de los enfermos. Los enfermos son maestros en el rubro dificultad.

No existe ningún entrenamiento para ser enfermo. Ni en casa ni en la escuela se habla al respecto. En ningún plan de vida, salvo por los malvados seguros médicos, se trata el tema. Nadie ha dicho que sea indispensable o adecuado hacerlo. Yo pienso diferente: sería benéfico incluir la materia “enfermedad” en los programas escolares. La preparatoria podría ser el espacio ad hoc. En ese periodo predominan las puertas abiertas.

Cuando hablo de la materia “enfermedad” no lo hago pensando en los jóvenes cuya vocación es la carrera de medicina. Pienso en otros rubros: en las consecuencias vivenciales de las personas, de su familia y de la sociedad cuando alguna o varias personas padecen una patología. No pienso en la diabetes mellitus y sus consecuencias, ni en la obesidad y los daños que produce en el corazón. La idea tiene otros matices: sensibilizar a los jóvenes acerca de las repercusiones humanas, económicas y morales de la enfermedad. Sensibilizarlos como preámbulo y puente para cruzar e ir más allá. Comprender el significado de aporía a partir de la enfermedad, y gracias a la voz del afectado, enseña. Quienes conviven con enfermos tienen la oportunidad de aprender los innumerables significados de la enfermedad, y de la vida, a nivel personal y social.

Un enfermo con cáncer diseminado se sabe atrapado. Los órganos carcomidos por el cáncer no permiten dos lenguajes. El enfermo vive su aporía. Siete cuerpos pendiendo de un puente peatonal en Nuevo Laredo son el clímax de la destrucción del ser humano por el ser humano. Los cuerpos colgados retratan la aporía de un país. Quienes observan los cuerpos muertos observan la muerte. Los muertos colgando explican la realidad: el país son los muertos, y los decapitados, encontrados horas después, son los muertos de los cuerpos atados en los puentes. Salir de la aporía individual o comunitaria requiere, primero, vivirla y después, construir otro camino a partir de sus lecciones.

No pretendo establecer parangón alguno entre los ejemplos. Los utilizo para ilustrar los amplios significados del término aporía. Algunas aporías son responsabilidad de la persona o de la sociedad. Quien fuma puede sufrir cáncer de pulmón. Quienes toleran gobiernos corruptos son víctimas de la corrupción. Vivir aporías es parte del oficio de la vida; aunque sea funesto, en ocasiones sirve. Los caminos sin salida conducen a otros caminos. Algunos enfermos hacen de su mal escuelas de resiliencia. Cuando las sociedades acaban con sus verdugos y adquieren libertad, crecen.

No por azar en la definición de aporía se incluye la palabra dificultad. El término chino para la palabra crisis está constituido por dos ideogramas, uno significa oportunidad y el segundo dificultad. La enfermedad siempre es una crisis. Patología significa disrupción. Lo normal deja de ser normal. La nueva normalidad la dicta la enfermedad. Con la patología, la inconsciencia propia de la salud desaparece y, con ella, el silencio del cuerpo. Las patologías, sobre todo las graves, quiebran y, mientras destruyen, abren. La sabiduría china lo explica: crisis no sólo significa crudeza y desesperanza, significa también oportunidad.

Las enfermedades, aunque sean terminales, incluso cuando la muerte acecha, son duales: cierran y abren. Exponen. Atrapados por su aporía, algunos enfermos, terminales o no, enmiendan al final su vida y la de los suyos. Las lecturas que hacen los enfermos de su mal, y de la vida, podrían sensibilizar a las personas, y con suerte, al grupo inmediato. Hablar con los jóvenes sobre las implicaciones de enfermedades, individuales y sociales, podría ser provechoso. Las aporías “de uno” siempre son aporías “de otros”.

Médico 

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