10/09/2012

PRIAN versus PRI-RD


 

José Antonio Crespo

El vocablo PRIAN fue acuñado por Andrés Manuel López Obrador, sugiriendo que el PRI y el PAN en realidad representan lo mismo en la vida política nacional, que son dos partidos de derecha que sirven a los intereses de la mafia del poder y son intercambiables. Las cosas, sin embargo, son algo más complejas. Resulta que el PRI no es un partido homogéneo de derecha, sino que en él conviven al menos dos grandes corrientes ideológicas; el nacionalismo revolucionario y el neoliberalismo tecnocrático. Recordemos que al ser partido hegemónico, el PRI recibió todas las corrientes ideológicas y políticas, de izquierda, centro y derecha, dejando afuera solamente las más extremas; los bolcheviques a la izquierda y la “reacción” a la derecha.

Dentro del PRI se dio lo que muchos teóricos llamaron la “teoría del péndulo”, según la cual los grupos de izquierda y derecha dentro del partido se alternaban el poder de un sexenio a otro. Así, del radicalismo de Cárdenas se pasó al centro de Ávila Camacho (en lugar de seguir con Mújica Montoya, heredero ideológico del general) y de ahí a la derecha con Miguel Alemán. Siguió el centrista Ruiz Cortines y luego el izquierdista “dentro de la Constitución”, López Mateos. El péndulo volvió a irse a la derecha con Díaz Ordaz, y de ahí a la izquierda populista con Echeverría y López Portillo. Cuando el péndulo llegó a la derecha neoliberal con Miguel de la Madrid, ya no regresó al campo de la izquierda; se quedó atorado en el espacio de la derecha, con Salinas de Gortari, primero, y Ernesto Zedillo, más tarde.

Cuando todo ello se vislumbraba en 1986, una parte del priísmo nacionalista revolucionario provocó una ruptura histórica dentro del partido. En aquellos años, antes de que se conociera al destapado (es decir, Salinas de Gortari) conocí a Porfirio Muñoz Ledo y le pregunté sobre los rumores de ruptura de la Corriente Democrática. Me respondió que eso dependía de quién fuera el candidato; si fuera alguno identificado con el nacionalismo revolucionario (mencionó a Sergio García Ramírez, Alfredo del Mazo e incluso a Manuel Bartlett) no habría ruptura (pues se habría respetado el movimiento pendular, agrego yo).

Pero al quedarse Salinas como candidato era claro que había la intención de mantener el péndulo de aquel lado. Sin embargo, con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas y el propio Muñoz Ledo no salió toda la corriente nacionalista revolucionaria para engrosar las filas del PRD, sino que se quedó dentro del PRI. Sólo cuando a algún priísta de esa corriente se le acaba el gas dentro del PRI opta por irse al PRD (o alguno de sus partidos aliados). Muchos nombres vienen a la mente. Sin embargo, los nacionalistas revolucionarios que siguen teniendo aire dentro del PRI ahí continúan hasta nuevo aviso. Pero guardan coincidencia ideológica con quienes ya emigraron a la izquierda. Los nacionalistas revolucionarios del PRI y del PRD han coincidido en el Congreso para detener, en lo posible, los intentos “antipatriotas” y “entreguistas” de los neoliberales del PRI y sus aliados del PAN. De ahí que, si es posible hablar de la existencia del PRIAN, también lo es legítimamente referirnos al PRI-RD (léase priredé).

Cierto es que desde 1989 se han dado ocasionalmente ciertas alianzas entre el PAN y el ala neoliberal para impulsar algunas reformas en las que coinciden. Pero igualmente cierto es que desde esos mismos años la izquierda nacionalista del PRI se vincula al PRD para defender “los logros y las conquistas de la Revolución” frente al embate neoliberal. Y de hecho han logrado detener o desvirtuar buena parte de esas reformas; ocurrió en 2003 con la reforma fiscal de Vicente Fox (pese a contar con el respaldo del PRI neoliberal); lo mismo con la reforma energética de Calderón en 2008 (que quedó irreconocible y, por ende, inútil en sus propósitos originales).

Vuelve a ocurrir parcialmente ahora con la reforma laboral en la Cámara baja; una parte la logró sacar adelante el PRIAN (la relativa a la flexibilización de condiciones laborales de contratación, despido y salarios caídos), pero la parte política, relativa a la transparencia y democratización de los sindicatos fue detenida por el PRI-RD (por voto o por omisión). Y es que la parte más añeja de la izquierda —normalmente identificada con el obradorismo— tiene también vínculos con líderes charros y organizaciones corporativas y clientelares, cuyos intereses defiende. Veremos lo que sigue en el Senado, y qué alianza logra imponerse (también está la alianza potencial del PRD institucional con el PAN en temas políticos).

cres5501@hotmail.com
Investigador del CIDE


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