11/04/2014

La tormenta perfecta

Alberto Aziz Nassif

Poco a poco se fueron juntando las condiciones para que la gota se derramara. Fue Ayotzinapa el acontecimiento que desencadenó un movimiento social de protesta y de indignación. El pasto está seco. Nada nuevo, pero llegan momentos en donde se hace intolerable la violencia, la muerte, la desaparición de personas, la destrucción de los tejidos sociales y la impunidad. 
Si observamos con cuidado lo que pasó en el país en el último mes, podemos entender el cambio radical de perspectiva o, por lo menos, de percepción: a fines de septiembre Peña Nieto va a la ONU, unos días antes de la desaparición de los 43 estudiantes, y emite un discurso triunfalista por las reformas; un mes después México está en medio de una crisis de derechos humanos que se conoce a nivel global, y el gobierno está arrinconado, sumido en la ineficiencia y pide ayuda a la CIDH.
Las malas noticias casi nunca llegan solas, porque en estos días no sólo hemos visto el doloroso caso de Iguala; la incapacidad de Peña Nieto para enfrentar un problema al que ha llegado tarde y está mal ubicado; el Presidente hace promesas de justicia, pero son una oferta sin credibilidad. El gobierno tiene poco que ofrecer a los padres de los normalistas mientras no tenga resultados concretos sobre el paradero de los 43 estudiantes. A la tragedia de Iguala se añaden el miserable aumento salarial de un 3.4% a la UNAM, con lo que se inicia el ciclo de 2015 y se entierra el debate sobre el aumento al salario mínimo. La decisión de la SCJN de cancelar la consulta sobre la reforma energética y las otras, prácticamente deja ese derecho como una simulación y cierra la puerta democrática a amplios grupos sociales que no comparten el proyecto oficial aperturista. El panorama económico se complica con la baja del precio internacional del petróleo que afectará el presupuesto del año entrante. Desde hace años, meses y semanas las piezas estaban en el escenario, sólo faltaba algo que detonara la protesta y vinculara la indignación para generar un delgado hilo que juntara el horror de Tlatlaya con la tragedia de Ayotzinapa y con el movimiento del Poli, y tener una tormenta perfecta.
En la perspectiva cercana no se ve que la crisis vaya a tener un final próximo porque para resolverla se necesitan cambios profundos y complicados. En el escenario inmediato se expresan diversas posibilidades y voces variadas, por una parte están los que consideran que la salida tendría que venir por una presión a la clase política, como si ante la gravedad del contexto estuvieran moralmente obligados a comportarse de acuerdo al interés general y dejar de lado sus juegos sectarios de poder, incluso se llega a hablar de un pacto que rompa la impunidad y reforme las instituciones podridas de corrupción. Por otra parte, están los que confían en que la sociedad civil organizada y, sobre todo, movilizada, empujará cambios importantes para mover el pacto de impunidad que domina al sistema político.
Desde hace tiempo se conocen agendas sobre políticas públicas para reformar a las instituciones y combatir la impunidad, como la transformación del ministerio público, la capacitación de cuerpos policiacos, la contraloría social y otras innovaciones que se podrían poner en práctica. Esta crisis tiene raíces profundas, se ha creado un imaginario en donde los ríos subterráneos de la sociedad parecen salirse de cauce después de haber aguantado y aguantado la fiesta de unas élites que no tienen llenadera. Lo dicen muy claro los estudiantes de la Asamblea Interuniversitaria en su convocatoria a los actos de protesta de estos días: “Los acontecimientos de Iguala han demostrado que la violencia no sólo es consecuencia de un sistema económico y político desigual e injusto y sólo beneficia a los dueños del dinero. Representa una política sostenida desde el Estado para concretar el arrebato de los derechos sociales y el despojo de los recursos naturales de este país” (Atzelbi Hernández, EL UNIVERSAL, 1/XI/2014).
En España, la crisis llevó a que el nuevo partido, Podemos, supere ya la intención de voto de los dos grandes partidos. ¿En México cuál será la salida de esta tormenta perfecta? Seguiremos…
Investigador del CIESAS

@AzizNassif 

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