12/06/2014

Silvia Rivera Cusicanqui: por una genealogía intelectual desde el sur




El pasado 19 de noviembre la socióloga y activista boliviana de ascendencia aymara, Silvia Rivera Cusicanqui, recibió el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanas en la categoría “Premio a la Trayectoria Intelectual”, por las más de tres décadas que ha dedicado a la investigación del mundo indígena y campesino en Bolivia, así como por la creación de herramientas y categorías teóricas imprescindibles en la construcción de una propia genealogía intelectual latinoamericana.


La premiación que se viene realizando desde 2006 por la Fundación para la Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), busca reconocer el aporte de intelectuales e instituciones a la generación de conocimiento y desarrollo de la investigación en Bolivia.

Acostumbrad@s a recurrir a ideas de intelectuales, pensador@s, teóric@s de Occidente, el reconocimiento del PIEB es fundamental para tirar con el universalismo de los posicionamientos europeos y la reducida difusión a nivel internacional de nuestr@s pensador@s latinoamericanos.

El reconocimiento a Rivera Cusicanqui coincide con los 30 años de la primera edición de su libro Oprimidos pero no vencidos (1984), libro esencial para comprender las luchas campesinas, qhechwa y aymara en Bolivia desde 1900 hasta 1980. En Oprimidos pero no vencidos, la académica anarquista desarrolla algunas de sus principales conceptualizaciones como son memoria corta y memoria larga en el contexto de una Bolivia que tras tres siglos de colonia española, junto con los subsecuentes dos siglos de República dirigida por los descendientes de españoles, no han logrado soterrar las distintas herencias y cosmovisiones indígenas en la tierra del poeta paceño Jaime Sáez, de quien Cusicanqui suele retomar algunas de sus líneas poéticas al reflexionar sobre su país.

La memoria corta se refiere a la insurrección popular de 1952 en Bolivia conocida como la Revolución Nacional (RN) tiempo en el que gobernó el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y en que se generaron distintas transformaciones que dieron paso a la Reforma Agraria, así como la incorporación a la política de la mayoría indígena-campesina y mujeres al establecer el voto universal.

Mientras que la memoria larga se refiere a las luchas indígenas anticoloniales que se simbolizan en la figura del indígena revolucionario Tupak Katari (1750-1781), permitiendo evidenciar que la colonización continúa.
Ambas conceptualizaciones la “memoria corta de corte plebeyo y democrático articulada a una memoria larga india y anticolonial en el movimiento katarista”, como señaló Cusicanqui el día de la premiación, se interrelacionan, reformulando los términos de la una en la otra, permitiéndonos comprender la construcción y contradicciones del nacionalismo revolucionario boliviano.

En la época liberal, el discurso igualitario en el derecho boliviano escondía la persistente estratificación de casta de origen colonial. En la época post-1952, el discurso revolucionario que sustituyó a “indios” por “campesinos” y a “cholos" por "mestizos" en realidad escondía los prejuicios y las brechas culturales que seguían vigentes.
Estos conceptos junto con el de colonialismo interno, mayor aporte conceptual construido por Rivera Cusicanqui a partir de las ideas del sociólogo mexicano Pablo González Casanova, aunque él desde una visión economicista, ella lo ve al colonialismo interno como un modelo de subordinación, como aquel colonialismo internalizado en cada un@ de nosotr@s que no nos permite sacar al indio o india que llevamos dentro, como seres mestizos que somos en Latinoamérica.

Cusicanqui nos invita a reflexionar en sus textos y en sus prácticas comunitarias sobre nuestras propias raíces, a recuperar la memoria de lo que llevamos dentro, a “lo mestizo sin tener vergüenza de ser mestizo”.
Como señalara en conversación con el académico portugués Boaventura Sousa de Santos “el mestizo es un ser en el que están yuxtapuestas identidades antagónicas que no se funden nunca entre sí. (…) Si tú vives esa mezcla –el mestizaje- como la separación de contradicciones y el llegar por fin a una quietud basada en el olvido, estás haciendo de la idea de mestizaje un instrumento de dominación, de aquietamiento, si en cambio ves al mestizo como un producto conflictivo y conflictuador de las estructuras heredadas y haces del pasado un enorme reservorio de experiencias valiosas tanto del lado indio como del otro lado, -lo europeo- puedes hacer del mestizo un ser activo, proactivo, con una vocación de emancipación”

Es de esta manera que Cusicanqui a través de su nutrida producción editada y traducida al inglés, francés y japonés con títulos como el Principio Potosí, Violencias encubiertas, Birlochas, Las fronteras de la coca, Ch’ixinakaxutxiwa, Los artesanos libertarios y la ética del trabajo, éste último escrito junto a Zulema Lehm, ha llegado a inspirar a una generación de jóvenes de diversas culturas anarquistas, autogestionarias y de retorno a la tierra.

El premio que le fue otorgado a Silvia Rivera Cusicanqui es un enorme reconocimiento a la producción permanente de alternativas de resistencias al sistema neoliberal, colonial y patriarcal desde Latinoamérica, desde la visibilización de las mujeres indígenas, proponiendo una reflexión pionera e innovadora sobre la relación entre anticolonialismo y género, entre otros aportes al pensamiento nacional boliviano, latinoamericano y mundial. 

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