9/11/2016

El mentiroso patológico y el error de agosto


Gustavo Gordillo

Me refiero a Trump, quien en el libro que no escribió El arte de negociar (The art of deal) aclaraba socarronamente: Tienen que entender de dónde vengo. Aun cuando hay algunas personas honorables en el negocio de bienes raíces, yo estaba más acostumbrado con ese tipo de personas con quienes no quieres gastar el esfuerzo de un apretón de manos porque sabes que no tiene sentido.
Tony Schwartz, el escritor fantasma del libro autobiográfico de Trump, señala: Más que cualquier otra persona que he conocido, Trump tiene la habilidad de convencerse que cualquier cosa que diga en cualquier momento es verdadera, o más o menos verdadera o al menos debería ser verdadera.
Estas citas están tomadas del primer artículo escrito por el editor de The New Yorker, David Remnick, de una serie de artículo intitulados: Trump y la verdad (2/9/16).
No es que los políticos, los presidentes y en general los seres humanos no mintamos. Lo sorprendente en Trump es su capacidad para mentir de manera sistemática. Pero parece que nada de eso contó cuando el gobierno del presidente Peña Nieto decidió invitarlo.
Los cuatro errores capitales. Primero creer se puede convencer a Trump de algo contrario a lo que hasta el momento le ha reportado ventajas políticas: racismo, fanatismo, política anti inmigrante, proteccionismo. Segundo, suponer que se podía negociar con un candidato sin dañar la relación con el gobierno de Estados Unidos y con la candidata demócrata. Tercero, no advertir el enorme peso simbólico que transporta en el imaginario de mexicanos y latinos, la idea de un muro en la frontera con nuestro país, pagado además por México. Y cuarto, y sobre todo, que la declive del nacionalismo revolucionario como ideología no significa que se haya borrado la más fuerte fibra pasional de la ciudadanía: su verdadero aunque difuso patriotismo.
No es la primera vez que las élites mexicanas juegan con la peregrina idea de que, por ser México un jugador mundial, puede jugar de igual a igual con Estados Unidos. Lo primero es cierto, lo segundo, por la asimetría en todos los ámbitos, no. Más grave, constatando que el tema México se ha convertido en un tema electoral en Estados Unidos, el gobierno federal creyó que podía jugar en el espacio electoral americano. Grave error que tendrá consecuencias directas.
No creo empero que siga siendo válida la idea que presidió durante mucho tiempo la política exterior mexicana de no meternos en los asuntos de los estadunidenses para que no se metan en nuestros asuntos. Idea provinciana e ingenua porque siempre han metido sus narices en nuestro país.
Hay desde luego que desempeñar un papel activo en Estados Unidos, como gobierno, como poder legislativo, como sociedad civil, como empresarios. Pero hay que jugarlo inteligentemente. Sobre todo con un enorme consenso en México y con las comunidades latinas en Estados Unidos
Hace apenas unas semanas señalaba que el mayor peligro para México no residía en el triunfo de Trump en Estados Unidos, por más que sería sumamente grave.
El mayor peligro para México es un México dividido y fragmentado.
Después de 18 años de gobiernos sin una visión de futuro, se inicia el gobierno de Peña Nieto con el Pacto por México con el propósito de recuperar la rectoría del Estado de manos de los poderes fácticos. La etapa legislativa parecía sugerir que eso sería posible. Pero el grupo dirigente deslumbrado por un relativo éxito rápido se sintió más próximo a los 60 que al país real que hoy tenemos tan diferente al que conocimos entonces.
Es necesario entender el país de hoy y reconocer que el principal reto es reconocer y gobernar la pluralidad. Desechar las prácticas y las coordenadas políticas del pasado exigen imaginar una gobernabilidad que garantice que la sucesión presidencial en 2018 se dé en las mejores condiciones posibles. Los acuerdos para lograrlo deben ser construidos hoy.
Twitter: gusto47

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