9/17/2016

Marieme Hélie Lucas: Revolucionaria socialista argelina, en defensa del feminismo republicano laico


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“Las izquierdas relativistas postlaicas europeas han sacrificado los derechos universales de las mujeres”.

Angélique Kourounis entrevistó hace unos meses a la veterana revolucionaria socialista argelina, internacionalmente reconocida por su defensa del feminismo republicano laico, Marieme Hélie Lucas.

Marieme Hélie Lucas es la fundadora y excoordinadora internacional de la red solidaria   Women Living Under Muslim Laws [Mujeres bajo las leyes musulmanas]. También se halla en el origen y es actual coordinadora de la red internacional Secularism is a Women’s Issue [El laicismo es cosa de mujeres].

Angélique Kourounis: Usted traza un paralelismo entre la imposición forzosa del velo islámico y los recientes consejos ofrecidos a las mujeres por las autoridades alemanas. ¿Por qué?

Marieme Hélie Lucas: Ambos responsabilizan a las mujeres de las violencias que sufren, ya por dejar a la vista un mechón de pelo, ya, simplemente, por haber osado poner un pie en el espacio público. Yo querría recordarle a este respecto que una emigrada iraní en Francia ha prestado testimonio ante la Comisión Stasi sobre el daño psicológico causado a las niñas obligadas a cubrirse con velo en Irán [el testimonio es  de Chahdortt Djavann, y se publicó con el título ¡Abajo los velos! en un libro editado por Gallimard en 2003], y cómo eso las afectaba duraderamente al hacerse a la idea de que ellas eran responsables de cualesquiera pulsiones sexuales incontroladas de los hombres. Ese testimonio fue importante, porque por vez primera se consideraba el velo, no desde el punto de vista de los derechos de las mujeres, sino de los de las niñas: como un atentado a su integridad psíquica.

Usted sostiene que el integrismo es el fascismo de Oriente Próximo.

Luego de los 90, en Argelia se califica el integrismo musulmán como fascismo. “Islamo-fascismo” o “fascismo verde” no son locuciones inventadas por la extrema derecha xenófoba, sino por los demócratas argelinos que combaten al FIS [Frente Islámico], al GIA [Grupo Islámico Armado] y a otras organizaciones por el estilo. Yo vengo subrayando desde hace más de 20 años los puntos comunes de convergencia ideológica entre nazismo, fascismo e integrismo musulmán, pero también podrían añadirse los integrismos hinduista, judío o budista.

Todos creen pertenecer a una raza superior procedente de un pasado mítico que les daría el derecho y aun el deber de eliminar físicamente a cualquier Untermensch:  judíos, comunistas, gays, deficientes mentales; a esa vieja lista vienen a añadirse ahora los kafir, es decir, los infieles.

Todos son procapitalistas, estimando los integristas musulmanes que la caridad es la respuesta adecuada a la existencia de unas diferencias de clase queridas por Dios.

Todos quieren ubicar a las mujeres en el lugar que según ellos les es propio: la iglesia (aquí, la mezquita), la cocina y la cuna.

Es urgente salir de la pura negación, reconocer la naturaleza política ultraderechista del integrismo musulmán: y es absolutamente imprescindible que sea la izquierda quien lo diga alto y fuerte con nosotros, los antiintegristas, a fin de no dejar a la extrema derecha xenófoba el monopolio del ahora prácticamente goza con su discurso estigmatizante de “los musulmanes”, lo que terminará tarde o temprano con pogroms anticobrizos. Un sueño para los integristas, que apenas conceden valor a la vida humana y que verían en ello una oportunidad de oro para reclutar y acrecer sus tropas.

¿No observa usted un paulatino deslizamiento semántico de “árabe” o “magrebí” a “musulmán? ¿No es peligroso?

Es pernicioso calificar religiosamente, sin haberles jamás preguntado si son o no creyentes, a personas que viven en todo el mundo, principalmente en Asia y en África (el Oriente Próximo no representa numéricamente sino una ínfima minoría de los presuntos musulmanes del planeta). Es ignorar la masa de agnósticos y de ateos, y es atribuirnos a la fuerza una identidad religiosa que muchos de nosotros rechazamos, incluidos no pocos creyentes. Hacer de una “fe” una “raza” es lo que sufrieron los judíos, ¡y ya se vio con qué costes! Ahora está en vías de pasarles a los presuntos musulmanes… ¿Y usted me pregunta si es peligroso?

Además, para la izquierda preocupada por la suerte de los emigrantes, la recalificación en éstos en términos religiosos tiene consecuencias políticas: hasta los años 70, los trabajadores emigrados a Europa hacían frente común para obtener mejores condiciones de trabajo; luego, fueron fragmentados conforme a su supuesta pertenencia religiosa. ¡¿Cómo no darse cuenta de que esto ha traído consigo el debilitamiento de las luchas sociales?! El despiezamiento y  atomización de la emigración ha llegado tan lejos, que las organizaciones de derechos humanos hablan ahora, como si eso fuera de suyo, de “derechos humanos musulmanes”, de “derechos humanos sijhs”, de “derechos humanos hindúes”… Ni en una pesadilla podría yo haber imaginado tamaño retroceso generalizado de la universalidad de los derechos humanos y de la laicidad. Con su silencio sobre la naturaleza política de la extrema derecha religiosa integrista, la pos-izquierda relativista se ha convertido en caldo de cultivo del integrismo musulmán en Europa, y muchas organizaciones de derechos humanos se han prestado a ofrecerles una plataforma política que les permite presentarse únicamente como víctimas de las violencias del Estado y aun –y ya es el colmo— ¡como defensores de esos derechos!

¿Diría usted que la posición relativista de las izquierdas europeas post-laicas sobre este asuntos está significando un retroceso en los derechos de las mujeres?

¡Desde luego! Porque esas izquierdas sostienen en general el “derecho al velo”, antes que el derecho a no llevar velo; el derecho a la protección de las propias creencias religiosas, antes que el derecho a ser ateo; o sus prácticas religiosas, antes que la aplicación de nuestros derechos universales. Etc. Se trata aquí de tomas de posición políticas y de opciones de solidaridad ignominiosas, de las que, espero yo, algún día tendrán esas izquierdas que rendir cuentas ante la Historia.

El gran miedo a “desligarse de las masas” que siempre ha acompañado a la izquierda, les hace aquí dejar de lado un fenómeno de envergadura creciente: la visibilidad de los agnósticos y de los ateos en contexto musulmán, así como el hecho de que cada vez más jóvenes y mujeres osan exigir la laicidad en nuestros países. La creación de numerosos consejos de exmusulmanes en los países europeos y en otros lugares, el hecho de que en Europa y en Norteamérica sean mayoritariamente mujeres procedentes de la emigración mal llamada “musulmana” quienes crean y dirigen organizaciones feministas por la laicidad [1], el coraje político de un sinnúmero de blogeras bangladeshíes, sauditas o palestinas que, por proclamar su ateísmo ante el mundo entero, pagan con su libertad, si no con su vida la defensa del derecho universal a la libertad de pensamiento. ¡Ya es hora de que todas las izquierdas abran los ojos!

Nota [1]: Es el tema del último libro de Marieme Hélie Lucas: The Struggle for Secularism in Europe and North America : women from migrant descent facing the rise of fundamentalism [La lucha por el laicismo en Europa y en los EEUU: mujeres de ascendencia inmigrante ante el auge del fundamentalismo].

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