4/09/2017

FSTSE y universalidad en salud



Gustavo Leal F.*
El 7 de abril de 2016, al atestiguar la firma del Acuerdo Nacional hacia la Universalización de los Servicios de Salud, Enrique Peña Nieto sostuvo: Tenemos que universalizar los servicios. Asegurar que todo mexicano tenga acceso efectivo a una atención médica de calidad. Es el primer gran paso para que un paciente tenga acceso a los servicios que requiere, independientemente de la institución de salud o de seguridad social a la que pertenezca. Y el secretario José Narro resaltó que representa el inicio para conseguir el objetivo: la universalización de los servicios de salud en México.
Sólo dos meses después, el senador priísta Joel Ayala Almeida, líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), advirtió del espejismo y engaño al presidente Peña de ese programa para universalizar. Y observó que son legítimas las agitaciones y protestas de los médicos que en el país reclaman mejores condiciones de trabajo para poder brindar un servicio de calidad ( El Universal, 29/6/16).
Ayala sostuvo que la FSTSE se opone a la universalización de los servicios médicos IMSS-Issste-Ssa porque se trata de un asunto complejo y de difícil realización, en un momento en que, cada institución, no ha resuelto sus propios problemas para la atención de sus derechohabientes. Hay que sumar el recorte de 6 mil millones de pesos al Seguro Popular, que disminuye el presupuesto de la Ssa. Las limitaciones presupuestales graves se han acentuado: es un aviso a tiempo de algo que va al fracaso.
Remarcó que el programa es una simulación: cuando las instituciones han llegado a brindar atención de mediana calidad, compartir derechohabientes es imposible e irreal. Debe verse, enfatizó, con seriedad, no emprender algo que tiene un problema mayor: el de formalizar, primero, el empleo para 53 mil médicos, enfermeras y otros empleados contratados en los estados de la República sin contrato ni prestaciones de ley. A ellos se agregan más de 10 mil plazas para personal que labora en el Issste, lo cual da un gran total de 64 mil plazas que legítimamente reclaman quienes trabajan en el sector.
En su opinión, estos no son los momentos indicados para la universalización de los servicios. Primero debe concretarse la incorporación a las condiciones regulares de trabajo de médicos y paramédicos que están precarios al servicio de los gobiernos estatales. Y precisó que los secretarios de Salud estatales, de manera irresponsable, otorgaron contratos y otras formas administrativas sin seguridad social y sin el pago correspondiente a lo que fija el tabulador federal salarial. Eso es un pendiente enorme, y por ello quienes padecen estas condiciones precarias de trabajo han salido a las calles a reclamar su derecho. Explicó que esta situación ha ocurrido al margen de la espera de acción sindical.
En estas circunstancias, agregó –y lo advierto con el ánimo de que se detenga lo que pretenden algunas personalidades de confundir al Presidente Peña–, se proponen la universalización de los servicios de salud IMSS-Issste-Ssa. Esto es un espejismo, subrayó. Y argumentó: “¿Cómo vamos a decir ‘yo te recibo personal del IMSS en un hospital?’ Al recibirlos, hay gastos importante en medicamentos, en uso de todos los insumos que tiene un hospital”. Los promotores del programa dicen que va a haber pagos. ¿Quién va a hacerlos? Si atendemos a pacientes del IMSS, ¿cómo el IMSS va a pagar? ¿Cómo contabilizará los medicamentos que le aplicará al derechohabiente ajeno recibido? ¿Y si lo atiende la Ssa? ¿Y si no se hacen pagos, en el desorden administrativo que hay? ¿Cómo se hará la suma de los servicios brindados a enfermos de otra institución? Es complejo.
Y remató subrayando: Me opongo a que el gobierno federal tome estas ilusiones y las asuma como una tesis verdadera; a que sigan pronunciándose cosas que no son posibles de realizar. Y propuso: Mejor, ¿por qué no hacemos lo necesario para que cada institución preste cabalmente calidad en los servicios primeramente, y más cuando el presupuesto es todavía más limitado por los recortes. Los promotores de la universalización argumentan, finalizó, que hay duplicidad entre las instituciones: No es cierto. El hecho es que el sector salud está totalmente rebasado y muchos derechohabientes han dejado de acudir a sus clínicas y hospitales, optando por servicios privados, de acuerdo con su capacidad económica.
Inmediatamente Narro aseguró que la universalización ha ido avanzando. Nos pusimos efectivamente algunos plazos, que no vamos necesariamente a cumplir, porque estamos trabajando de una manera muy coordinada ( La Jornada, 2/7/16).
Ya en agosto y frente a Narro, Joel Ayala acusó a los gobernadores de utilizar el Seguro Popular como caja chica: así de claritos somos, señor secretario, no hay limitación para decir la verdad. Y lo sostengo, porque hay acciones que en el Seguro Popular son virtuales, a través de un mecanismo muy bien elaborado, y se han convertido en cajas chicas. Luego calificó al Seguro Popular de parche mal pegado que asfixia la infraestructura hospitalaria del sector salud: trastoca presupuestalmente el buen funcionamiento de la Ssa, no tiene instalaciones y descansa en la infraestructura de la Ssa.
A lo que Narro respondió: No puede haber desvíos en el ejercicio de los recursos para la salud. Yo fui crítico en su momento del tema. Tenemos que ser muy cuidadosos ( Reforma, 31/8/16).
*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

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