4/10/2018

Los periodistas pal cafe...


Cinco agentes de la Secretaría de Seguridad Pública de Ciudad de México detuvieron hace pocos meses a un joven que pegaba carteles en la vía pública para conseguir a quiénes dar clases de música. Apenas veinteañero, delgado, vestido con camisa blanca y una chamarra tipo estudiantil con franjas blancas en los puños y el cuello, alcanzaba a gritar ¡quiero trabajar!, mientras el quinteto de policías lo zarandeaba, vestidos ellos de uniforme azul, con armas largas y cortas en las manos. 
Una joven de blusa blanca, pantalón de mezclilla y mochila en la espalda, lloraba y trataba de defender a quien era sometido, con la intención de subirlo a la patrulla con identificación MX-505-P1. Un testigo de los hechos comenzó a grabar y a protestar, ante lo cual fue confrontado por los policías, uno de los cuales le advirtió que olía a mariguana, aunque el videograbador no se atemorizó ante las amenazas de los agentes. El chofer de un camión repartidor de cerveza gritó ¡culeros a los policías y uno de ellos le contestó con una sonora mentada de madre en forma. El video comenzó a circular el 6 de enero de este año, aunque algunos internautas aseguran que los hechos sucedieron días atrás, en diciembre de 2017 (https://goo.gl/KtKsEj ). 
Este lunes hubo una colocación masiva de carteles de Pejeleaks en Ciudad de México, sin que en las calles hubiera policías, patrullas ni autoridades que impidieran las flagrantes violaciones al reglamento de publicidad o, aún peor, la evidente campaña de propaganda sucia contra el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador. 
En la gran urbe, donde funcionarios de diversas oficinas y niveles compiten en estos días de máximo descontrol por encontrar pretextos para amagar a negocios y ciudadanos con sanciones, que suelen terminar en mordidas (quien fue jefe de desgobierno, Miguel Ángel Mancera, ha dejado el cargo para buscar una senaduría), nadie sabe y nadie supo quiénes instalaron en postes y lugares públicos la propaganda sucia de Pejeleaks, lo cual requirió decenas de vehículos y de trabajadores durante un tiempo suficiente para ser detectados por la celosa policía capitalina. 
Pejeleaks es un sitio creado especialmente para difundir fabricaciones en las que de manera tramposa se mezclan algunos datos ciertos (sin implicaciones delictivas) con otros abiertamente difamatoarios respecto de López Obrador, su familia y su equipo de colaboradores. Fue alojado en Internet el 19 de agosto de 2017 y comenzó a publicar esas falsas noticias el 5 de febrero del presente año. Los datos de la persona o empresa contratante del servicio en Internet están resguardados. 
La instalación callejera de carteles promoviendo ese sitio, y el reparto de mano a mano, coincidieron con el incremento de las llamadas telefónicas que con diversos pretextos, sobre todo, la realización de encuestas de opinión, tratan de instalar en el público votante ciertas premisas adversas a López Obrador, pues los falsos encuestadores hacen preguntas que en sí mismas son descalificaciones o insidias contra el candidato de Morena. 
La campaña negativa contra el aspirante tabasqueño está presente también en los videos de propaganda que el Partido Revolucionario Institucional ha confeccionado para fortalecer el miedo a ese aspirante, en una nueva edición del estribillo de López Obrador, un peligro para México que en 2006 manejó el calderonismo. 
Uno de esos videos muestra a una mujer que a media madrugada (las 3:28) se observa preocupada por el futuro de su hija, estudiante. Ahora que tenemos maestras tan bien preparadas, dice la madre (como si las presuntas glorias de la reforma educativa ya fueran realidad en curso) y que la joven Julia está tan contenta, el tal “ Peje quiere echar atrás la reforma”. El tono de la actriz es duro, seco, con un reproche dolido (ante el hilo narrativo, debería ser imposible no soltar un “¡pinche Peje!”). Además, ese presunto verdugo de los alumnos, la educación y el próspero futuro nacional ni siquiera quiere que los niños aprendan inglés (“Peje jijoesú”, debería decir en español, pues le habrían cancelado las posibilidades angloparlantes, cualquier espectador desprevenido). 
La escena de cama llega al clímax cuando la compungida madre suelta las dos palabras definitorias: Tengo miedo. Ante ello, el macho de la película tranquiliza y augura: Tranquila. Va a ganar Meade. Luego de 20 segundos de angustia, aparece el héroe en traje de ejecutivo, quien pronuncia palabras casi medicinales: ¡Confía en mí! Voy a ser tu presidente. La historieta cierra con los tres triángulos de colores que ahora constituyen una especie de suplantación de lo que alguna vez se conoció como PRI: pálidos el verde y el rojo respecto de los tonos originales del priísmo que no mostraba vergüenza cromática, ahora con el añadido de un azul también desleído, como si no se quisiera reconocer el panismo concurrente en la nueva visión escénica del prianismo tecnocrático). 
En otra videograbación, una mujer joven pregunta a la dueña de un negocio, al que le están instalando protecciones metálicas contra robos (como sucede en tantos lugares del país), ¿Qué es esto, doña? La respuesta, llena de inquietud: “¿No oyó lo del Peje?” Caray, ora, ¿con qué salió?, revira la mujer que había hecho la primera pregunta. Y la respuesta: “Que quiere sacar a los narcos a la calle, que si el perdón, que no sé qué. ¡Imagínese cómo se va a poner esto! Tengo miedo”. Y, claro, ante el tener miedo de los mexicanos, aparece el mensaje sedante: Tranquila. Va a ganar Meade. ¡Uf: qué descanso! 
Aun cuando son significativas las maniobras contra el moreno puntero en fuga, cabe el temor de que sean el preámbulo de otras que busquen estremecer el foro electoral, sus encuestas y los ánimos votantes. La desesperación de los grupos que representan y dominan las cúpulas económicas y políticas, ante la persistente delantera de López Obrador, puede resultar mala y trágica consejera. ¡Hasta mañana!,Twitter: @julioastillero,Facebook: Julio Hernández,Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

Enrique Galván Ochoa: Dinero
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De un modo impredecible, AMLO y Trump encontraron una coincidencia: la necesidad de subir los salarios de los trabajadores mexicanos. En lo que no coinciden es en sus motivaciones. Trump sostiene que los salarios bajos son una forma de subsidio del gobierno mexicano a las exportaciones, las de automóviles en particular. Si se igualaran con los de Estados Unidos, desaparecería el producto gancho que constituye la mano de obra barata y empresas estadunidenses perderían interés en establecerse en México, inclusive habría muchas que saldrían del país. Es uno de los temas que tiene atorada la negociación del TLCAN. Por su lado, López Obrador –hablando ante empresarios de la American Chamber of Commerce– dijo que está en favor de un TLCAN en el que se homologuen los salarios y se respete a los migrantes. No se puede estar pagando a los trabajadores de las maquilas 800 pesos a la semana. No es posible que un trabajador en México gane 10 veces menos de lo que gana un trabajador en Estados Unidos y Canadá. Tengo información que Donald Trump está luchando por mejorar los salarios, en eso coincidimos, afirmó. También está de acuerdo con Trump y AMLO el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. ¿Entonces quién no está de acuerdo? El año pasado, al discutirse un probable aumento al salario mínimo, fue publicada una declaración con las firmas de las principales organizaciones empresariales y el gobierno, rechazando el aumento. El secretario de Trabajo era el actual secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida. Eso ya fue bastante extraño, pero lo inaudito es que también lo firmaron los líderes charros del sindicalismo.
La pensión de Obama
Cuando Barack Obama dejó la presidencia de Estados Unidos, su último sueldo fue de 400 mil dólares anuales. A principios de enero de 2017, el ex presidente, de 55 años de edad, se convirtió en un jubilado federal. Su pensión se redujo a la mitad de su sueldo: 207 mil 800 dólares. Además de la pensión vitalicia, los mandatarios estadunidenses cuentan con la protección del servicio secreto, así como una partida de gastos como viajes, gastos de oficina, etcétera. La mayoría de los mexicanos piensan que las pensiones de sus ex presidentes son muy altas. No se trata de quitárselas, pero sí bajarlas a la de un pensionado común, que sus guaruras los paguen ellos y que el servicio médico lo reciban en el IMSS o el Issste.
Aeropuerto sobre el Lago
Además del cuestionado sobrecosto, o la supuesta corrupción de algunos contratos, o el empleo poco ético de las pensiones de los trabajadores en la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) ha elaborado un estudio que contiene puntos críticos: 1. La evaluación de impacto ambiental no es un instrumento legítimo porque está siendo valorado y evaluado por los mismos interesados en que se construya el aeropuerto. 2. Prevén daños irreversibles a toda la cuenca a partir de que viola el Plan Regional de Desarrollo Urbano del Valle Cuautitlán-Texcoco, el cual considera al ex vaso de Texcoco como zona de reserva en la cual se prohíbe cualquier tipo de infraestructura (para evitar que el agua derivada inunde los lugares urbanizados aledaños de bajo nivel económico). 3. Y algo de lo que no se ha hablado: los terrenos que circundan al aeropuerto. La construcción de una Aerotrópolis, zona urbanizable de 375 hectáreas (equivalente a 750 campos de futbol) será dedicada a espacios comerciales y habitacionales. Una submetrópoli vecina a la capital. Esta parte del proyecto fue aprobado por la Semarnat sin considerar escenarios hídricos que permitan evaluar la disponibilidad de agua de toda la región, poniendo en riesgo de carecer de agua a todos los habitantes, principalmente de las zonas vecinas, dice el grupo de científicos. En otras palabras: aparte del negociazo del aeropuerto, los especuladores –fácil imaginar quiénes son– ya compraron los terrenos de alrededor para hacer una inmensa zona comercial. (El estudio completo aparece en la revista Nexos).

Miguel Pineda: Negocios y Empresas
La guerra comercial que comenzó Donald Trump contra el mundo puede desencadenar una caída del comercio internacional, con el cierre de fábricas, creciente desempleo y recesión.
El caso más claro por el volumen de intercambios es el de China. Hace apenas unos días, Trump decidió imponer aranceles a productos chinos por cerca de 50 mil millones de dólares. Por supuesto, Xi Jinping no se quedó con los brazos cruzados y la semana pasada anunció impuestos a múltiples productos de Estados Unidos por la misma cantidad.
Como es de conocimiento general, Trump puede aguantar todo, menos la provocación. Ante la respuesta de Xi, el jueves pasado dio instrucciones a su equipo para que considere aranceles adicionales por 100 mil millones de dólares a China. Ahora toca informar al gobierno de Pekín qué nuevas medidas adoptará en represalia a la política de Washington.
Hasta el momento se trata sólo de una guerra de declaraciones y cada parte mide la posición del contrario. Sin embargo, Trump insistirá en tratar de equilibrar la balanza comercial y China no se dejará, ya que además de su fuerza mercantil cuenta con la mayor reserva mundial de dólares y bonos del Tesoro, recursos que puede ofrecer en el mercado con peligrosas repercusiones financieras.

Carlos Fernández-Vega: México SA

Siguen las sonrisas fingidas, el entusiasmo ficticio, los avances artificiales, la fiesta de mentiritas y, en fin, nadie sabe bien a bien –aunque es previsible– en qué acabará la novela rosa de la modernización teleciana, porque cada quien dice lo que le viene en gana y todos tienen frases de ocasión, y esa ha sido la historia desde el comienzo de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Apenas la semana pasada el primer ministro canadiense, Justin Trudeau (existe una gran posibilidad de alcanzar un acuerdo de ganancia-ganancia-ganancia), y el secretario mexicano de Economía, Ildefonso Guajardo (continuará el diálogo para renegociar el TLCAN), bailaban flamenco porque, decían, el nuevo acuerdo estaba a punto de turrón, pero tales declaraciones se dieron en medio de otro –cada día más recurrente– ataque de histeria del esquizoide de la Casa Blanca, quien amenazó con borrar a México del mapa.
Pero un día es uno, y otro la pareja restante. Ayer, Trump declaró que está muy cerca el acuerdo sobre TLCAN, aunque todavía hay mucho qué hacer, pero hemos hecho progresos increíbles, estamos más bien cerca. En cambio, el secretario Guajardo dijo que Estados Unidos estaría dispuesto a modificar su altísima pretensión sobre las reglas de origen, ahora habla de imponer una zona de alto salario (promedio de 15 dólares por hora en las armadoras automotrices), que en México claramente no los tenemos (ni queremos, le faltó decir) ni es alcanzable en el corto plazo.

Opinión
La escalada de hostilidades verbales entre Estados Unidos y Rusia se incrementó el fin de semana anterior a raíz de un ataque en la ciudad siria de Duma, presuntamente perpetrado con armas químicas, por el cual habrían perecido decenas de personas y afectado a 500, de acuerdo con reportes de organizaciones pro occidentales que operan en el terreno.

Exigen libertad de Lula y dejarlo contender en comicios
El encarcelamiento de Luis Inázio Lula da Silva, el sábado 7 de abril, configura un capítulo más en la tragedia de nuestra América, en la ruptura institucional profunda que vive Brasil, así como en otros países de América Latina.

Víctor M. Toledo: ¿AMLO rescatará a Zapata?
Ningún sector de la sociedad mexicana ha sido más marginado, asediado y amenazado durante estos 30 años de neoliberalismo como la gente del campo, y al mismo tiempo, ninguno ha levantado con tanta dignidad la resistencia. Para la cosmovisión neoliberal, esencialmente clasista y racista, el campesinado, los indígenas, los afromexicanos y los jornaleros agrícolas son una fracción arcaica, primitiva y atrasada que si pudieran los eliminarían para siempre de la faz de la patria. Esta soberbia de origen urbano e industrial niega o ignora que en el metabolismo esencial entre la naturaleza y las sociedades los actores rurales son los que proveen de alimentos, agua, energía y materias primas diversas a las ciudades y a los polos industriales. En México, además, es allá en las zonas rurales donde se encuentra su máximo legado biocultural: los herederos de la civilización mesoamericana (con 7 mil años de historia como lo indica el maíz) y una extraordinaria riqueza biológica y ecológica. A ello hay que agregar todavía lo que la revolución esencialmente agraria de principios del siglo XX imprimió en la realidad del país: el fin de los latifundios y el reparto de la tierra durante las siguientes décadas, es decir, la recampesinización del país, una nueva legislación encabezada por el artículo 27 de la Constitución de 1917, y la recreación del torrente civilizatorio mesoamericano resultado del reconocimiento de las comunidades indígenas. Con ello la nación recuperó de alguna forma su memoria histórica de largo aliento, y cierta reciedumbre civilizatoria. En todo ello la figura suprema fue Emiliano Zapata y su Plan de Ayala, promulgado en noviembre de 1911, que sigue reverberando a lo largo y ancho del México rural.
El uso del herbicida glifosato ha aumentado exponencialmente a partir de la liberación comercial de los cultivos genéticamente modificados en 1996. En 2016 se contabilizaban 86.5 millones de hectáreas sembradas con transgénicos tolerantes a herbicidas. La liberación y proliferación mundial de los cultivos transgénicos se deben al poder económico y a las fuertes y tramposas campañas mediáticas de las corporaciones productoras y comercializadoras de estos cultivos: prometieron aumentar rendimientos, abatir el hambre en el mundo y disminuir el uso de tóxicos. Después de casi 30 años de las primeras liberaciones de estos cultivos, todas estas falsas promesas han quedado claramente desmentidas.
Vale la pena repetir esa frase de Lula: miles o cientos de miles de brasileños encarnan hoy la idea de justicia social por la que peleó el dirigente, sacando a casi 30 millones de la pobreza.
Abel Barrera era seminarista cuando, en su natal Tlapa, Guerrero, vio cómo la policía judicial y el Ejército bajaban de la Montaña a indígenas amarrados como si fueran animales. Los traían caminando, salvajemente golpeados, con la ropa raída y los pies desnudos y ensangrentados.
Por primera vez desde que Donald Trump cabalgó la carrera a la Casa Blanca montado en el antimexicanismo y el racismo más grotesco y mentiroso, el pasado jueves Enrique Peña Nieto emitió el discurso de dignidad que el país había venido reclamándole. No había para dónde hacerse: la decisión del magnate de usar una marcha pacífica de migrantes centroamericanos por el territorio mexicano como pretexto para militarizar la frontera común fue un agravio insoslayable, por desorbitado, una medida de transparente demagogia orientada a exacerbar a los sectores más atrasados de la sociedad estadunidense y consolidar o ganarse su preferencia electoral, así como una presión obvia para obtener concesiones en la renegociación del TLCAN. Por desgracia, las palabras no fueron seguidas por actos que las refrendaran. Era el momento perfecto para instruir a los representantes mexicanos que abandonaran tal renegociación, a la espera de circunstancias nacionales y bilaterales menos desventajosas para los intereses de México; se habría podido suspender o al menos poner en pausa la colaboración migratoria entre ambos países, al amparo de la cual el gobierno vecino mantiene en nuestro territorio todo un aparato de recolección de información y filtros previos para evitar la llegada de migrantes a la frontera común; se habría debido congelar las importaciones de armamento y de bienes y servicios de seguridad. Pero todo quedó en palabras y Trump ni siquiera se molestó en responderlas.
El jueves pasado, el presidente Enrique Peña Nieto envió al Senado de la República una iniciativa de reforma a la Ley de Ciencia y Tecnología, que sin duda puede considerarse la más importante en su administración. Aunque, como no es el único, uno de los ejes principales en la propuesta que ahora tienen en sus manos los legisladores consiste en modificar la actual articulación de la política en esta materia con los periodos sexenales y, a cambio, sentar las bases para una verdadera política de Estado que favorezca a largo plazo el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) en nuestro país.

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