4/13/2018

A Caro Quintero, al matar a uno, lo persiguen; a Salinas que vendió y asesinó México, lo homenajean

Pedro Echeverría V.

1. No olvido a Arturo Pérez Reverte, el corresponsal de guerra por 21 años y novelista mundial, cuando dijo algo así en una conferencia: Lo que más me duele es ver morir a dos niños masacrados por las balas en la guerra y abandonados en ese campo, sin tener culpa alguna y, al mismo tiempo, saber que muchos multimillonarios asesinos mueren a los 90 años, dulcemente en su cama, después de ser homenajeados por miles de los que saquearon riquezas junto a él. La realidad es que soy un seguidor de las conferencias y declaraciones de Pérez Reverte, sobre todo de su actual pesimismo.

2. Me imagino que el expresidente Carlos Salinas (1988-94) –quien impuso en México el neoliberalismo, la reprivatización de los bancos y las empresas, el TLC, las relaciones con el Vaticano, la privatización de las tierras comunales, medios de comunicación, teléfonos, etcétera- morir en su cama después de que todos los políticos enriquecidos en su gobierno, le hicieran los más grandes homenajes. Pero me imagino al Caro Quintero, (quien al parecer asesinó al agente yanqui/mexicano Camarena en 1985), muerto ametrallado en las calles después de estar 29 años en las cárceles yanquis.

3. Pienso que frente al expresidente Salinas, el Chapo Guzmán es sólo un aprendiz y los llamados narcos que rodean al Chapo (que eran unos pobres trabajadores y campesinos) ni siguiera llegaban a la categoría de ser los ayudantes de los miles de dirigentes de partidos y funcionarios de gobierno que acudieron ayer a la mansión de Salinas a abrazarlo por sus 70 años de edad. Los que acudieron a ver a Salinas son los políticos y empresarios más hijos de puta del país. Aunque no paso al tal empresario Romo, estoy casi seguro que no asistió ningún partidario de López Obrador.

4. Veo a diario en estas campañas políticas y en todas las décadas, como acarrean en coches, camiones, autobuses, Metro, a cientos de miles de trabajadores explotados y desempleados hambrientos –mediante dinero, comida, regalos y promesas- para estar en los mítines y demás actos políticos. Igual hizo Salinas –con otros métodos- con los políticos del PRI, PAN, PRD, y demás partidos e “independientes”. Es, como dicen por aquí, muy asquerosa esa actitud: poco perdonable para los desempleados hambrientos y absolutamente condenable en los políticos.

5. A Salinas –como hijo de lo peor- lo comparaba antes a otros gobernantes igual que él como el argentino Carlos Menem, al peruano Fujimori, al brasileño Collor de Mello; pero he visto que Salinas los ha superado con creces. En México se conoce a Salinas como “el capo de capos”, es decir, el jefe de capos de políticos como Fernández de Cevallos, Emilio Gamboa, Vicente Fox, Felipe Calderón, Peña Nieto, Manlio Beltrones, Camacho Quiroz, Rosario Robles, etcétera y de los más grandes empresarios tipo Slim, Bailleres, Larrea, Salinas Pliego, Azcárraga.

6. ¿De dónde nació esa ideología, costumbre, de homenajear, festejar, seguir como esclavos a los personajes? En mi casa jamás se hicieron honores ni se festejaron cumpleaños porque nunca pensamos en ello y sabíamos que no alcanzaba más que para comer. Quizá por ello no tengo en mi casa ni las fotos de Marx, Bakunin, Flores Magón o del Che. Pienso que si hubiesen visitado México tampoco hubiera hecho alguna caravana para saludarlos como tampoco lo he hecho con algún alto político mexicano. Amé a mis padres, a mis hermanos y a algunas gentes que luchan; pero hasta ahí.

7. ¿Y por qué vota la gente por tal o cual candidato o partido si no los conoce o incluso se entera que es asesino y ladrón? En México los llamados “electores” siguen creyendo que es obligación votar y para asegurarse de no ser castigados, pues “nada pierden con votar por quien sea o por quien le dio regalos y promesas”. Como diría el admirado Pérez Reverte dentro de su pesimismo: Parece que el pueblo no podrá derrotar a los millonarios que dominan, pero a pesar de ello jamás deberemos abandonar la dignidad y dejar de luchar, porque abandonar la lucha el morir. (13/IV/18)



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