El Inegi inició la aplicación de esta encuesta trimestral en septiembre de 2013, cuando la cifra y la tasa de homicidios dolosos estaba a la baja, tras el pico de 2011, cuando se alcanzó la cifra de 27 mil 213 muertos y una tasa de 24 por cada 100 mil habitantes. La tendencia a la baja se mantuvo hasta abril de 2015 (Proceso 2108), cuando retomó la tendencia alcista que todavía no llega a su máximo, pues en 2017 la cifra reportada por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (que siempre es relativamente menor a la que reporta el Inegi meses después) fue de 29 mil 168 homicidios dolosos, con lo cual puede preverse que se rebasen los 30 mil ejecutados, que representarían una tasa de alrededor de 25 por cada 100 mil habitantes.
Los primeros meses de 2018 han sido todavía más cruentos que los primeros de 2017, con lo cual es muy lógico que la percepción de inseguridad continúe igualmente al alza. La reversión en la tendencia a la baja del número de homicidios dolosos se dio en abril de 2015 y las principales repercusiones en la percepción se empezaron a sentir prácticamente un año después, en marzo de 2016, cuando la proporción de encuestados que dijeron sentirse inseguros en su ciudad fue de 69.9%. A partir de ese momento, con pequeños desniveles, la tendencia también ha sido al alza.
De acuerdo con un recuento que hizo el diario Excélsior en su edición del 13 de marzo pasado, el número de aspirantes o candidatos a puestos de elección popular, alcaldes, exalcaldes, regidores o integrantes de partidos políticos asesinados entre el 8 de septiembre de 2017 –fecha en que inició formalmente el proceso electoral– y el día previo a la publicación llegaba a 63. En ese momento el estado que encabezaba la lista era Guerrero, con 11. De acuerdo con dicha publicación, únicamente seis de las 32 entidades no reportaban ningún asesinato de político.
La zona urbana donde mayor percepción de inseguridad reportaron los encuestados es el oriente de la Ciudad de México, donde 96.7% respondió que se sentía inseguro, es decir, únicamente tres de cada 100 se sienten seguros; le sigue Coatzacoalcos, Veracruz, con 94.8% y Fresnillo, Zacatecas, con 94.7%.
La encuesta también pregunta si en el primer trimestre del año fue testigo, en los alrededores, de varias conductas consideradas como antisociales y destacan que la venta o el consumo de drogas y los disparos frecuentes con armas de fuego alcanzan también los porcentajes más altos desde que se inició el levantamiento de datos en junio de 2014. La venta o consumo de drogas pasó de 42% a 44.2, con altibajos en la tendencia, pero en general hacia el alza; en el caso de los disparos, los porcentajes de respuestas son menos zigzagueantes y la tendencia también es marcadamente al alza, pues pasa de 21.2% –el punto más bajo en junio de 2015– a 40% en este mes de marzo, es decir que prácticamente se duplicó el número de personas que atestiguó este tipo de conductas.
Otra información significativa es que las redes sociales ya ocupan el segundo lugar como el medio por el cual se informa la población en los temas de seguridad pública, narcotráfico y delincuencia, a muy poca distancia de los noticieros de televisión. Mientras 67% de los encuestados señaló que fue por la televisión, 64.1 señaló que por redes sociales, destacando Facebook, con 46.1; seguido de Twitter, 14.7; y, finalmente, WhatsApp, con 3.3.
No hay una diferencia significativa en la percepción de inseguridad dependiendo del medio por el que se informa e, incluso, la que se muestra implica que la mayor percepción de inseguridad se genera cuando la información llega a través de comunicación personal, ya sea por compañeros de trabajo o escuela o por vecinos, lo cual hace mucho sentido, pues implica que entre más cercano sea el evento delictivo más inseguridad genera en la ciudadanía.
En el caso de las redes sociales, lo que sí muestra una diferencia importante es la edad del encuestado, ya que, entre mayor edad, es mayor la percepción de inseguridad. Mientras 71.4% de los jóvenes entre 18 y 29 años dijeron sentirse inseguros, 85.2% de los mayores de 60 años respondieron de la misma forma; y la tendencia va en aumento conforme se incrementa la edad.
En general, la confianza en las distintas fuerzas públicas se mantiene en el mismo orden, es decir, mayor confianza en la Marina, con 86.6%, y menor confianza en la Policía Municipal, con 43.8, en promedio. Sin embargo, lo que sí llama la atención son los bajos niveles de confianza en Chihuahua, pues son muy contrastantes con el resto de las entidades y ciudades. En Ciudad Juárez, únicamente 60.1% confía en la Marina, 58.8 en el Ejército, 53.4 en la Gendarmería, 42.7 en la Policía Federal, 47.3 en la Policía Estatal y 43% en la Policía Municipal, lo que hace de esa la zona urbana con las calificaciones más bajas, salvo en el caso de las instancias locales (las policías Estatal y Municipal), que incluso ahí son mejor evaluadas que la Federal, lo que también es excepcional.
También es de destacar el porcentaje de conflictos entre vecinos, pues 68.7% de los encuestados afirmó que tuvo algún conflicto o enfrentamiento con vecinos. En esto también destaca Ciudad Juárez, con 83.5% de encuestados que respondió afirmativamente.
La encuesta tiene información muy valiosa y debería ser un insumo para la evaluación de las políticas públicas y su consecuente revisión, pues hay correspondencia –con un cierto rezago– entre el crecimiento de las tasas delictivas y la percepción de inseguridad, lo cual demuestra que es un problema real y no un problema de comunicación.
Pero la revisión de la información también debería servir para evaluar la operación de las fuerzas del orden público en las entidades, pues al menos sirve de alerta que obligaría a analizar con más detenimiento lo que está sucediendo, como en el caso ya señalado de Ciudad Juárez, Chihuahua.
Casi las tres cuartas partes de los encuestados (72.5%) prevé que la inseguridad seguirá igual o empeorará el próximo año, lo cual es una mala noticia, pero también debería ser otra llamada de atención para las autoridades. Sin embargo, al parecer las encuestas del Inegi son más para difusión pública que un insumo para el diseño y evaluación de las políticas públicas, como debería ser. Y mientras la inseguridad y la percepción ciudadana de la misma mantienen su tendencia alcista, las autoridades defienden su fracasada estrategia.
Este análisis se publicó el 22 de abril de 2018 en la edición 2164 de la revista Proceso.