En 1950, cuando ya trabajaba para la CIA, Stepan Bandera, ex colaborador de los nazis y ‎responsable de crímenes contra la humanidad, escribió: “La línea general de nuestra política ‎de liberación se basa en que una lucha por un Estado ucraniano independiente es una lucha ‎contra Rusia, no sólo contra el bolchevismo sino contra el imperialismo ruso expansionista que ‎ha sido típico del pueblo ruso. Si este es reemplazado por otra forma de imperialismo ruso, esta ‎desplegará primeramente toda su energía contra una Ucrania independiente para someterla. ‎El pueblo ruso está obligado a apoyar ese imperialismo. Hará lo que sea para mantener Ucrania ‎esclavizada. Eso está claramente demostrado en el pensamiento y los sentimientos políticos de ‎la masa rusa, de todos los medios rusos, tanto comunistas como antibolcheviques.”‎

Este artículo da continuación a los trabajos‎
 4. «La increíble sordera de Washington y Londres», ‎1º‎ de febrero de 2022.‎
 6. «Dos interpretaciones sobre la cuestión de Ucrania», 16 de febrero de 2022.‎
 9. «“Banda de drogadictos y de neonazis”», ‎‎6 de marzo de 2022.‎
 10. «Estupor de Israel ante los neonazis ucranianos», 9 de marzo de 2022.‎
 11. «Ucrania, otra gran manipulación», 22 ‎de marzo de 2022.
 13. «Propaganda de guerra bajo una nueva forma», 5 de abril de 2022.
 14. «La alianza entre el MI6, la CIA y los banderistas», 12 de abril de 2022.
 15. «El fin de la dominación occidental», 19 de abril de 2022.

‎‎

En un artículo anterior mostré cómo y por qué el MI6 británico y la CIA estadounidense ‎adoptaron a los banderistas ucranianos como aliados durante la guerra fría [1]. Aquellos hombres y ‎mujeres, que deberían haber sido llevados ante el tribunal de Nuremberg, se convirtieron en ‎soldados de la sombra a las órdenes de los vencedores anglosajones. Al ponerlos a su servicio, Washington y ‎Londres les dieron la oportunidad de seguir adelante con su obsesión antirrusa. ‎

Para responder a numerosas reacciones de nuestros lectores, hoy quiero explicar aquí de qué ‎manera esos elementos se apoderaron de la Ucrania actual y cómo han retomado e incluso ‎proseguido la Segunda Guerra Mundial en varios países. Pero quiero mostrar sobre todo como ‎en el año 2000 esos fanáticos pasaron de ser simples peones a ostentar la categoría de tropa de choque de ‎Estados Unidos. El hecho es que hicieron un pacto con los “straussianos” –los discípulos del ‎filósofo Leo Strauss sólidamente posicionados en las sucesivas administraciones estadounidenses– y ese pacto ha ‎conducido a la guerra actual. ‎

Banderistas de adentro y de afuera

Cuando se tambaleó la Unión Soviética, los cabecillas banderistas salieron de la sombra ‎en Ucrania y pasaron a la legalidad. Algunos eran sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial y ‎del agitado periodo que vino después de aquel conflicto, entre 1945 y 1950. En 1954, Nikita ‎Jrushov –líder soviético nacido en Ucrania– había decidido perdonarlos e integrarlos al sistema. ‎Así se incorporaron a la administración soviética. Pero aquellos individuos habían mantenido ‎vínculos entre sí e incluso tenían contactos con los banderistas que se hallaban en el exterior –‎los que habían conformado el Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN) ‎ [2]‎ y la Liga Anticomunista ‎Mundial (WACL, siglas en inglés) [3]. ‎

En octubre de 1990, cuando la URSS ya se tambaleaba, un puñado de estudiantes, entre los cuales ‎había algunos banderistas, organizaron en la plaza Maidan –entonces llamada “Plaza de la ‎Revolución de Octubre”– un movimiento contra cualquier forma de asociación con Rusia. Aquel ‎movimiento fue designado como la «revolución de granito» y marcó un periodo de gran ‎confusión intelectual. En aquel momento, numerosos ucranianos pensaban que los rusos ‎no aspiraban, como ellos, a liberarse del régimen soviético. Muchos veían la URSS como una ‎forma de imperialismo ruso y creían que los rusos habían tratado de destruir Ucrania. ‎

Cuando Ucrania proclamó su independencia, el 24 de agosto de 1991, los banderistas en general ‎salieron a la luz. Por supuesto, no se presentaron como ex colaboradores de los nazis y ‎responsables de crímenes contra la humanidad sino como «nacionalistas» y militantes ‎antisoviéticos. Alcanzaron puestos importantes y lograron hacer que los jóvenes ucranianos que llegaban al servicio militar firmaran un documento donde se comprometían a luchar contra Rusia ‎en caso de conflicto. En 1992, esos elementos internos organizaron en Kiev una manifestación ‎pública celebrando el 70º aniversario del ejército banderista, con la participación de los ‎banderistas del extranjero que habían regresado a Ucrania. ‎

En 1998, Slava Stetsko, viuda de Yaroslav Stetsko, el primer ministro impuesto en Ucrania bajo ‎la ocupación nazi, abre la legislatura del parlamento ucraniano con un “¡Gloria a Ucrania!”… el grito de guerra de los banderistas. ‎
Fuente: ABN

La reorganización de los banderistas
(1990-1998)

Los banderistas que se habían mantenido en Ucrania –miembros de la Organización de ‎Nacionalistas Ucranianos (OUN-B, la “B” significa precisamente “banderistas”)– se agruparon ‎inicialmente en el Partido Nacionalista Social de Ucrania (SPNU) y más tarde en el seno de la ‎organización Svoboda (Libertad) mientras que los más belicosos formaban la Asamblea Nacional ‎Ucraniana y el grupo armado Autodefensa del Pueblo Ucraniano, clasificados como de extrema ‎derecha. ‎

Los paramilitares encabezados por Andrei Bilestky –quien se hace llamar «el fuhrer blanco»– ‎acabaron por separarse administrativamente de Svoboda para crear su propia organización. Pero ‎eso no modificó la línea de Svoboda, cuya plataforma partidista siguió proclamando que su ‎objetivo era «liquidar físicamente toda la intelectualidad rusoparlante y acabar rápidamente con ‎todos los ucraniófobos sin someterlos a juicio». Como partido, Svoboda comienza a hacer listas ‎de «prorrusos», de «prorrumanos», de «prohúngaros» y de «protártaros» ya que «habría ‎que reducir ese rebaño en alrededor de 5 o 6 millones de individuos». ‎

La milicia llamada Autodefensa del Pueblo Ucraniano estaba bajo las órdenes de un banderista del ‎exterior, Yuriy Shukhevych, hijo de un conocido autor de crímenes contra la humanidad. La ‎Autodefensa del Pueblo Ucraniano se implicó con la CIA en varias guerras contra Rusia, ‎a menudo junto a los islamistas. No se sabe a ciencia cierta si estuvieron junto a los georgianos ‎en Abjasia (en 1998) pero sí está comprobado que estuvieron junto a los agresores rumanos en ‎Transnistria (en 1992), con la Legión Árabe de Osama ben Laden en Yugoslavia (en 1992-1995), ‎con los azeríes en el Alto Karabaj (hasta 1994) y principalmente con los islamistas en la primera ‎guerra de Chechenia. ‎

La fiscalía logró identificar a varios de sus cabecillas –como Igor Mazur, Valeriy Bobrovich, Dimitro ‎Korchynsky, Andriy Tyahnibok (el hermano de Oleh Tyahnibok), Dimitro Yarosh, Vladimir Ma-‎malyga y Olexandr Muzychko. Esos individuos se caracterizaron por su ferocidad y su crueldad. ‎Olexandr Muzychko fue proclamado «Héroe de la Nación» por el Emirato Islámico de Ichkeria ‎‎(Chechenia), como recompensa por «haber roto los dedos a los oficiales [rusos], haberles sacado ‎los ojos, arrancarles las uñas y los dientes y haber abatido a otros». El ucraniano Olexandr Muzychko ‎se convirtió así en jefe de la guardia personal del “emir” Djokhar Dudayev.‎

Pocos meses antes de su elección, en mayo de 1995, el segundo presidente de la Ucrania ‎independiente, Leonid Kuchma (a la izquierda en la foto), viaja a Munich para reunirse con Slava Stestko (a la derecha), la presidente del Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN). Kuchma obtiene así un discreto apoyo de Estados Unidos ‎para “liberalizar” la economía ucraniana.
Fuente: ABN

El Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN), creado en 1943, en Munich, pero que después de ‎la Segunda Guerra Mundial siguió teniendo su sede en esa ciudad alemana –en los locales de ‎la CIA–, abrió oficinas en Kiev. ‎

En 1994, la presidente del ABN –Slava Stetsko, viuda del Yaroslav Stetsko, el primer ministro ‎impuesto en Ucrania por los ocupantes nazis– se presentó a las elecciones legislativas ucranianas ‎y fue electa… aunque ni siquiera tenía la nacionalidad ucraniana. También fue electa en 1998 y ‎en 2002. Como decana del parlamento ucraniano, Slava Stetsko presidió la sesión de apertura de la ‎legislatura en 2 ocasiones –el 19 de marzo de 1998 y el 14 de mayo de 2002. Las dos veces ‎pronunció sus discursos en medio de los aplausos de los demás diputados –los diputados ‎comunistas habían abandonado el hemiciclo en señal de protesta. En ambas ocasiones elogió ‎la lucha de Stepan Bandera y de su marido fallecido –el colaborador nazi Yaroslav Stetsko– para ‎terminar con un «¡Gloria a Ucrania!», el grito de guerra de los banderistas. Slava Stetsko ‎falleció a los 82 años, el 12 de marzo de 2003, en Munich.‎ ‎

El asesinato de Georgiy Gongadze

Como presidente de Ucrania, Leonid Kuchma privatizó todo lo que pudo. Las riquezas de Ucrania ‎se concentraron en manos de 13 individuos, los llamados oligarcas, agrupados en 3 clanes, en ‎las regiones de Donetsk, Dnipropetrovsk y Kiev. Estos individuos rápidamente se hicieron más ‎poderosos que los políticos. Ese sistema perverso es el que actualmente rige en Ucrania, privando a ‎los ucranianos de su soberanía y sembrando una constante confusión en el plano político. ‎

En el 2000, desaparece el periodista Georgiy Gongadze, quien después de haber luchado junto a ‎los banderistas en Georgia había comenzado a investigar la corrupción del presidente Kuchma y ‎de los personajes a él vinculados. Cuando fue hallado el cadáver de Gongadze, decapitado para ‎dificultar su identificación, el presidente del parlamento divulgó una serie de grabaciones en las ‎que el presidente Kuchma, su jefe de gabinete y su ministro del Interior se concertaban sobre ‎cómo “hacer callar” a Georgiy Gongadze. Aquello marcó el fin del mandato presidencial de Leonid ‎Kuchma. ‎

A finales del mismo año, en el 2000, el embajador estadounidense Lev E. Dobriansky –de origen ‎ucraniano y líder de los banderistas en Estados Unidos– organizó en Washington una conferencia ‎bipartidista sobre las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania. En aquella conferencia conjunta ‎de miembros del Partido Demócrata y del Partido Republicano se pronunciaron 70 discursos y ‎se reunieron 12 grupos de trabajo. La delegación del Partido Republicano estaba encabezada ‎por el “straussiano” –discípulo del filósofo Leo Strauss– Paul Wolfowitz mientras que Zbignew ‎Brzezinki presidía la delegación del Partido Demócrata.
Wolfowitz fue el primero en hablar. Después de saludar la liquidación del armamento nuclear ‎en Ucrania, el cierre de Chernobil y la incorporación de Ucrania a la Asociación para la Paz de ‎la OTAN, anunció la asignación de un préstamo de 2,6 millones de dólares y las presiones de ‎Washington para que la Unión Europea aceptara a Ucrania como miembro. Lo más importante ‎fue Wolfowitz subrayó que Rusia seguía siendo una potencia imperialista y que eso quedaba ‎demostrado por la guerra en Chechenia, en la que los banderistas ya estaban participando.‎
Brzezinski, por su parte, comparó Ucrania con Rusia diciendo que Ucrania era más democrática ‎y menos corrupta. Luego agregó que Ucrania no debía ser considerada un Estado “postsoviético” ‎sino un Estado europeo y que debía ser miembro del selecto club de la Unión Europea.‎
Así que quedaba dicho lo que podía parecer inconcebible: los banderistas, que habían ‎colaborado con los nazis en la Segunda Guerra Mundial, que habían sido aliados de Occidente ‎durante la guerra fría, quedaban en lo adelante reconocidos como aliados de Estados Unidos en ‎el mundo unipolar en ciernes. ‎

La «revolución naranja» de 2004

El fin de la presidencia de Kuchma no modificó el equilibrio entre los clanes. El propio Kuchma, ‎vinculado al clan de Dnipropetrovsk, apoyó la candidatura de su primer ministro, Viktor ‎Yanukovich, del clan de Donestk. Yanukovich ganó la elección presidencial pero tuvo enfrentar ‎duras protestas orquestadas por el clan de Kiev –respaldado por la National Endowment for ‎Democracy (la NED estadounidense) [4]. Se anuló la elección y se organizó otra, donde el ganador ‎fue Viktor Yuchenko. Eso es lo que se conoce en Occidente como la «revolución naranja». ‎

Pero el nuevo equipo de gobierno se dividió rápidamente entre partidarios Viktor Yuchenko y ‎partidarios de Yulia Timochenko. Los banderistas aprovecharon esa división entre oligarcas para ‎adelantar sus peones en ambos bandos. ‎

En 2002, Slava Stetsko abre nuevamente la nueva legislatura del parlamento ucraniano con un ‎‎“¡Gloria a Ucrania!”, el grito de guerra de los banderistas.
Fuente: ABN

El 8 de mayo de 2007, por iniciativa de la CIA, los banderistas de la Autodefensa del Pueblo ‎Ucraniano y los islamistas fundaron en la ciudad ucraniana de Ternopol un «Frente ‎Antimperialista», bajo la presidencia conjunta del ucraniano Dimitro Yarosh y del islamista “emir” ‎de Ichkeria Dokku Umarov y con la participación de organizaciones de Lituania, de Polonia, ‎de Ucrania y de Rusia, como los separatistas islamistas de Crimea, de Adiguea, de Daguestán, de ‎Inguchetia, de Kabardino-Balkaria, de Karatchevo-Cherkesia, de Osetia y de Chechenia. Así ‎renacían, bajo una forma diferente y bajo la protección del Estado ucraniano, el ministerio del ‎Oriente del nazi Alfred Rosenberg y el Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN) de Stepan ‎Bandera. ‎

En 2010, la división del clan de Kiev favoreció la elección de Viktor Yanukovich, quien reemplazó el ‎sistema de clanes poniendo a los miembros de su propia familia en los puestos claves del Estado. ‎Así se hizo más importante mantener buenas relaciones con algún miembro de la familia de ‎Yanukovich que representar a algún oligarca. Poco a poco, el presidente Yanukovich fue ‎adquiriendo el control de toda la vida política y económica a través de su formación política, el ‎Partido de las Regiones. Al verse excluidos del sistema, 5 oligarcas se convierten en aliados de ‎los straussianos estadounidenses y de los banderistas para recuperar el poder.‎

Sin embargo, la propaganda se mantiene durante ese periodo y los ucranianos se acostumbran a ‎la presencia de los banderistas, ya para entonces financiados por el oligarca judío ucraniano Ihor ‎Kolomoiski. En 2011, esos elementos lograron imponer la adopción de una ley que prohíbe ‎conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial porque en ese conflicto los sovieticos ‎derrotaron a los banderistas. Pero el presidente Yanukovich se niega a promulgar esa ley. ‎Furiosos, los banderistas atacan el desfile anual de los veteranos del Ejército Rojo y propinan ‎golpizas a aquellos ancianos que habían luchado contra la ocupación nazi. Dos años después, las ‎autoridades de las ciudades de Lviv (Leópolis) y de Ivano-Frankivsk prohíben las ceremonias por el Día de ‎la Victoria y cualquier otra celebración por la derrota del nazismo. Anteriormente, en enero de 2010, justo ‎antes de terminar su mandato presidencial, Yuchenko había otorgado a Stepan Bandera el título ‎de Héroe de la Nación. ‎

Cuando el Partido Comunista expresó su sorpresa al ver que el oligarca judío ucraniano ‎Kolomoiski se dedicaba a financiar a los neonazis ucranianos, el Comité Judío de Ucrania ‎se limitó a responder que los comunistas estaban haciéndose eco de una nueva versión de la ‎afirmación antisemita según la cual los judíos habían puesto a los bolcheviques en el poder y ‎desatado la Segunda Guerra Mundial. ‎

En 2014, durante la llamada “revolución de la dignidad”, el jefe de Pravy Sektor, Dimitro ‎Yarosh, es presentado a la multitud en la plaza Maidan de Kiev. Como se ve en el video, ‎los manifestantes reciben entusiasmados a este cabecilla banderista y corean sus eslóganes. En ‎la secuencia se repite constantemente el grito de guerra de los banderistas – ‎‎“¡Slava Ukraina!” que significa “Gloria a Ucrania”.‎
En medio de los hechos de la plaza Maidan –la llamada “revolución de la dignidad”– ‎los banderistas organizan en Kiev una marcha con antorchas en honor a Stepan Bandera, ‎colaborador de los ocupantes nazis durante la Segunda Guerra Mundial y autor de crímenes ‎contra la humanidad. En ese momento, los banderistas ya no son un “grupúsculo”.‎

El EuroMaidan, bautizado a posteriori como «revolución de la dignidad»

En 2014, la hoy llamada «revolución de la dignidad» –designada entonces como EuroMaidan– ‎fue orquestada, desde el Departamento de Estado de Estados Unidos, por la también straussiana ‎Victoria Nuland, con ayuda de los banderistas más violentos en el terreno. No analizaré aquí ‎aquellos acontecimientos, que todos conocen. Después del EuroMaidan, fue un oligarca, Petro ‎Porochenko, quien se convirtió en presidente de Ucrania, mientras que los banderistas ‎se apoderaban de importantes cargos oficiales. Un tercio de los ministros ucranianos provenían ‎de Svoboda o de la Autodefensa del Pueblo Ucraniano. Andriy Parubiy fue nombrado secretario del ‎Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, con Dimitro Yarosh como segundo. El nuevo régimen ‎no tardó en prohibir la lengua rusa, idioma que el 40% de los ucranianos utiliza normalmente en ‎su vida cotidiana. ‎

Rechazando ese retroceso de la historia, la población de Crimea optó por la independencia –‎mediante un referendo popular– y por reintegrarse a la Federación Rusa, mientras que los ‎rusoparlantes del Donbass se declararon autónomos y proclamaron las Repúblicas Populares de ‎Donetsk y Lugansk. ‎

Sin la menor intención de aplicar los acuerdos de Minsk, el presidente ucraniano Petro ‎Porochenko trató de someter a sus compatriotas del Donbass privándolos de acceso a los servicios públicos.‎

En marzo de 2014, las organizaciones Asamblea Nacional Ucraniana y Autodefensa del Pueblo ‎Ucraniano cambiaron de nombre para convertirse en Pravy Sektor (Sector Derecho), formación ‎neonazi encabezada por Dimitro Yarosh y Andriy Biletsky. ‎

En abril de 2015, la Rada Suprema (el parlamento ucraniano) proclamó a los banderistas de la ‎Organización de los Nacionalistas Ucranianos (OUN-B) «combatientes por la independencia». ‎La ley en ese sentido fue promulgada en diciembre de 2018 por el presidente Petro Porochenko ‎y los ex miembros de las Waffen-SS –que lucharon del lado de los nazis en la Segunda Guerra ‎Mundial– obtuvieron retrospectivamente derecho a pensiones y a todo tipo de ventajas. ‎

Hoy en día, los programas escolares, ya modificados, enseñan a los niños y adolescentes ‎ucranianos la nueva versión de la historia: la Segunda Guerra Mundial no ha terminado y ‎concluirá pronto con la derrota de Rusia y el triunfo del nacionalismo ucraniano. ‎

Como las secciones de asalto de Adolf Hitler en los años 1930, los banderistas imponen su ley ‎en Ucrania. Irrumpen en los tribunales‎, dándose el lujo de amenazar a los jueces,‎ e imponen su voluntad a los ‎alcaldes y gobernadores. El más conocido de sus crímenes es la masacre que perpetraron en la Casa de los ‎Sindicatos de Odesa [5].‎

Tampoco hubo ninguna reacción cuando Irina Farion, diputada de Svoboda desde 2012 hasta ‎‎2014, declaró (ver video):
«Tenemos un solo camino: destruir Moscú. Vivimos para eso. Para eso vinimos ‎al mundo. Para destruir Moscú, no sólo para destruir a los moscovitas en nuestras tierras ‎sino para acabar con ese hueco negro de la seguridad europea que debe ser borrado ‎del mapa.»‎

El 24 de octubre de 2016, el entonces presidente de Ucrania, Petro ‎Porochenko, modifica el emblema de los servicios secretos, que ahora incluye la frase “El sabio ‎reinará sobre las estrellas” y muestra una lechuza sosteniendo una espada sobre Rusia.‎

La elección de Volodimir Zelenski

Es Ihor Kolomoiski, el oligarca judío ucraniano y mecenas de los banderistas, quien trae al ‎humorista Volodimir Zelenski al escenario político. Kolomoiski comienza financiando la serie de ‎televisión Defensor del pueblo, con Zelenski en el papel central, posteriormente crea alrededor ‎de Zelenski un partido político para finalmente financiar su candidatura a la elección presidencial. ‎

El programa de Zelinski se resume en 6 puntos:
 Descentralizar el poder, conforme a las normas de la Unión Europea.
 Transformar las administraciones públicas en prefecturas de corte europeo.‎
 Elevar el nivel de vida de los ucranianos a un nivel superior al de la media europea.
 Instaurar las leyes necesarias para la aplicación de un acuerdo de asociación entre Ucrania y la ‎Unión Europea.
 Desarrollar la cooperación con la Unión Europea y la OTAN.
 Reformar las fuerzas armadas siguiendo las normas de la OTAN. ‎

Los ucranianos aprueban la cruzada que el joven humorista anuncia contra la corrupción así como su sueño ‎europeo, sin entender el significado de su veneración por la OTAN, y le otorgan el 73% de los ‎votos en la elección presidencial, el 21 de abril de 2019. ‎

En marzo de 2021, la ciudad de Ternopol y posteriormente el oblast de Lviv rebautizan ‎sus estadios en honor al general Roman Shukhevych –padre del fundador de la Autodefensa del ‎Pueblo Ucraniano– y de Stepan Bandera. ‎

El 2 de noviembre de 2021, el banderista Dimitro Yarosh es nombrado consejero del jefe de las ‎Fuerzas Armadas Ucranianas, el general Valerii Zaluzhnyi. Todas las organizaciones paramilitares ‎de los banderistas –en total 120 000 hombres– son incorporadas a las Fuerzas Armadas ‎Ucranianas. Se elabora un plan de ataque contra Crimea y contra las Repúblicas Populares del ‎Donbass. La OTAN, que ya tiene instructores militares en Ucrania, comienza a enviar armamento. ‎

El 24 de febrero de 2022, el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, anuncia el inicio de ‎una «operación militar especial» para «desnazificar» Ucrania. ‎