Los personajes de las dos películas comparten un malestar similar y el rechazo de sectores de la población misoginia, homófoba o racista. También han presentado estas cintas reveladores esbozos de realidades urbanas muy contrastantes, desde la de Sarajevo, ciudad superviviente de una guerra, hasta la gran urbe multicultural que, según la utopía del realizador, podría ser una Tijuana-San Diego sin la imposición de una línea fronteriza.
En Travesías los protagonistas son Alejandra (Alejandra Carrillo), joven manicurista tijuanense que al enterarse de la desaparición de su hermano emigrado a California, decide ir en su busca cruzando ilegalmente la frontera. Para pagar su viaje, trabaja en una maquiladora y como bailarina teibolera. En sentido opuesto, Víctor (Víctor García), estadunidense de origen mexicano, se desplaza de Nueva York, donde trabaja en una pequeña empresa, hasta su natal San Diego para visitar a su familia e ir luego a Tijuana para celebrar su cumpleaños.
A través de las experiencias de los dos el director señala el clima de exasperación social y violencia que prevalece en la zona fronteriza y que Alejandra padece como un desahogo misógino producto de la miseria sexual. Por su parte, Víctor, el eterno extranjero, vive en carne propia una serie de arbitrariedades y abusos que convierten su visita a México en una pesadilla.
En la realización metódica y rigurosa de Travesías (profusión de planos secuencias, guion mínimo e improvisación en los diálogos de actores no profesionales, sobriedad musical y rechazo de lo visual pintoresco), Flores Thorija pone en práctica algunas lecciones de su mentor, el húngaro Bela Tarr, con un guiño a Gus Van Sant y Carlos Reygadas. Una novedosa voz independiente en el cine mexicano.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional, a las 13:30 y 18:30 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
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