3/02/2023

La derecha es chueca

Esta oposición de derecha trabaja para recuperar el poder que tuvo hasta hace cinco años. Está por verse si gana en 2024, porque no es lo mismo llenar plazas que llenar urnas. Pero nadie lo dude: Va a regresar, enfurecida, por la revancha.


Álvaro Delgado Gómez

Claro que la oposición llenó el Zócalo y decenas de miles de mexicanos acudieron a las plazas públicas de las principales ciudades del país. La capacidad de movilización opositora ha crecido notablemente desde la primera marcha de 2018, en vísperas de la toma de posesión del Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando se unió en defensa del aeropuerto de Texcoco y ahora ni la figura del narcotraficante Genaro García Luna la desmotivó.

Esta toma de las calles, que solía ser monopolio casi exclusivo de la izquierda, es irreversible. Y qué bueno que así sea: Es el ejercicio de los derechos que la Constitución garantiza —que hace muy poco no era así— y jamás debe permitirse que nadie, así sea la Jefa o el Jefe del Estado, los conculque o los aniquile.

Esta oposición de derecha trabaja para recuperar el poder que tuvo hasta hace cinco años. Está por verse si gana en 2024, porque no es lo mismo llenar plazas que llenar urnas. Pero nadie lo dude: Va a regresar, enfurecida, por la revancha.

¿Por qué son cada vez más las personas de oposición que toman las calles? Su explicación es porque defienden al Instituto Nacional Electoral (INE) y la vigencia del voto. ¿Por qué no salieron antes cuando el voto no contó ni se contó, cuando los principales convocantes a las movilización de ayer practicaron el fraude contra sus adversarios?

No hace falta remontarse hasta los ochenta, ni siquiera hasta el 2006, sino en las elecciones de hace seis años en Coahuila y en el Estado de México: Las prácticas de defraudación del PRI están acreditadas y en el primera caso las denunció el PAN, que ya olvidó.

A ellos no le gusta que se recuerde, pero Vicente Fox está confeso de haber practicado el fraude de 2006, Felipe Calderón mismo sabe que no ganó esa elección y Luis Carlos Ugalde, el presidente del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), está probado que actuó de manera facciosa, que para eso lo colocaron en el cargo Elba Esther Gordillo y Roberto Madrazo, dos priistas consumados en adulterar los votos.

En 2003, hay que recordar también, el PRI y PAN de Calderón se apoderaron de todos los consejos del IFE, empezando por Ugalde y su jefe Jesús Reyes Heroles González Garza, y luego Enrique Peña Nieto colocó a Lorenzo Córdova, que son los que han fabricado, con sus voceros mediáticos, que el INE y la democracia peligra.

Otra explicación de la exitosa movilización del domingo 26 es porque no importa tanto el respeto al voto ni las instituciones electorales como la oposición a un proyecto, a un personaje que lo lidera y a sus seguidores, a quienes odian y desprecian desde antes inclusive de que fuera el Presidente de México.

Este domingo no apareció la señora que le gritó “indio patas rajadas” a Lopez Obrador en la marcha del 13 de noviembre, pero había multitudes como ella que no escatimaban los insultos hasta escatológicos. “El Kakas”, suele ser uno de los apodos al Presidente de México, que revela una patología mental.

Expresiones así las tienen mexicanos anónimos, no sólo los de piel blanca, pero también gritan toda clase de insultos personajes públicos como el exdiputado del PAN Manuel Clouthier Carrillo, el abogado Javier Lozano Alarcón, el publicista Carlos Alazraki, el escritor Francisco Martín Moreno, el Diputado federal panista Gabriel Quadri, el magnate Claudio X. González, quienes exhiben una perturbación emocional que nace del odio. No combaten al adversario con el cerebro, sino con los intestinos.

Y es normal: Estos personajes, como muchos de los que acudieron al Zócalo y a otros plazas públicas del país, forman parte de esa coalición de derechas que ha creado o creen la narrativa embustera y manipuladora de que el voto libre está en riesgo y nada hay que moverle a los organismos electorales de México.

Son los que se ofuscan por tanto dinero que gastos los partidos políticos en las campañas, pero rechazan toda iniciativa para abaratarla y son los que se enojan porque los partidos eligen a los consejos electorales, pero repudian la propuesta se que sea la ciudadanía.

Los de derecha son también quienes respaldaron la guerra de Calderón que hizo crecer descomunalmente la violencia en México, mientras el artífice de la misma, Genaro García Luna, recibía millones de dólares de los narcotraficantes y protegía al Cártel de Sinaloa en los dos gobiernos del PAN.

Los de derecha son los que afirman que García Luna engañó a Fox y Calderón, y a Santiago Creel y a Margarita Zavala, y a María Elena Morena y María Amparo Casar, todos encendidos promotores de la marcha y, en su momento, del narcotraficante que, más que desalentar la salida a las calles, pareció estimular la movilización.

En fin, los de derecha son los que llaman “acarreados” a todos los mexicanos que usan un transporte público para acudir a movilizaciones, pero no cuando ellos lo hacen, como claramente ocurrió en el Zócalo.

Así es la derecha: Tramposa, manipuladora, mentirosa, hipócrita, corrupta, chueca. Así ha gobernado y gobernará pronto si la mayoría de los mexicanos así lo decide y si la izquierda se tuerce y se degrada.

Álvaro Delgado Gómez

Álvaro Delgado Gómez es periodista, nacido en Lagos de Moreno, Jalisco, en 1966. Empezó en 1986 como reportero y ha pasado por las redacciones de El Financiero, El Nacional y El Universal. En noviembre de 1994 ingresó como reportero al semanario Proceso, en el que fue jefe de Información Política y especializado en la cobertura de asuntos políticos. Ha escrito varios libros, entre los que destacan El Yunque, la ultraderecha en el poder (Plaza y Janés); El Ejército de Dios (Plaza y Janés) y El engaño. Prédica y práctica del PAN (Grijalbo). El amasiato. El pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas (Editorial Proceso) es su más reciente libro.

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