Si el tipo de gentileza que practica Raymond parece extraño, considérese éste otro. En un segundo segmento, Plemons interpreta ahora al agente policiaco Daniel, un hombre capaz de desconcertar a todo mundo, incluso al agente que es su pareja de servicio, con un delirio de persecución que conduce a los mayores excesos –como un canibalismo gourmet, por ejemplo–. Daniel vive, además, el duelo por su esposa Liz (Emma Stone), desaparecida y dada por muerta, quien milagrosamente vuelve a la vida con una conducta tan extraña que su marido la considera una impostora. Pese a su extravagancia, Liz practica también un tipo especial de gentileza: ceder a los caprichos de Daniel, quien aprecia particularmente las exquisiteces culinarias de las falanges y vísceras de su pareja falsa o verdadera, pero siempre complaciente. Ella, en tanto, anhela en sus sueños, presentados en blanco y negro, una época feliz en una isla donde los perros han remplazado a los seres humanos, mostrando la empatía y los tipos de gentileza que sus antiguos amos habían perdido por completo.
En la última historia, Plemons ya no es la figura central. En su lugar, figura ahora Emily (Emma Stone), miembro de una secta sexo-poliamorosa obsesionada con la purificación de los cuerpos y las almas, deseosa de evitar toda contaminación por un mundo exterior viciado. El gurú de esta comunidad freak es Omi (Willem Dafoe), implacable con sus discípulos, quien confía a Emily la misión de encontrar a una persona con el poder de resucitar a los muertos con el simple contacto de sus dedos, lo que supone visitas rituales y purificadoras a la morgue, acompañada del compañero Andrew (Jesse Plemons). La gentileza reviste aquí los atributos de un culto pagano y fúnebre.
Los tres relatos tienen en común la figura de un patriarca autoritario que sólo admite como respuesta afectiva la abyección y el sometimiento. Todo ello como parábola de una sociedad postindustrial que el director juzgaría deshumanizada en similar medida. Aquí toma Lanthimos distancia formal con sus éxitos recientes (La favorita, 2018; Pobres criaturas, 2023), relatos lineales más accesibles, para incursionar de nuevo en lo que fue su distinción de origen: el cine brutal y seco de Canino (2009), La langosta (2015) o El sacrificio del ciervo sagrado (2017). La embestida artística es ahora más compleja y caprichosa, surrealista y descabellada. Ofrece un diseño sonoro hechizante y un trabajo de fotografía notable. La cinta irrita y seduce a la vez, a la manera de sus personajes femeninos de laconismo inquietante. Plemons brilla en sus tres papeles, como antes lo hiciera, memorablemente, un Philip Seymour Hoffman en Happiness (Todd Solondz, 1998). Tipos de gentileza, un delirio en tres tiempos, una temeridad exitosa.
Se exhibe en la Cineteca Nacional Xoco y CNA, Cine Tonalá y salas comerciales.
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