1/08/2009

La necesidad de la utopía

Este artículo lo publiqué por vez primera en el Faro de Vigo del jueves 27 de febrero de 1997, hace ya casi 12 años, y, posteriormente, en el Boletín Marxista Onte e Hoxe. Eran tiempos de deserciones, de apostasías, de traiciones a los ideales transformadores. Hoy es al revés, es el comienzo de un nuevo tiempo. Estamos al inicio de otra época. En la actualidad las nuevas generaciones, que nunca se conforman con lo viejo, están volviendo a organizar la esperanza. Permitirme que traiga aquí este viejo texto para mi tan querido, al que le puse de cabecera una cita del filósofo marxista Henri Lefebvre. Lo he traducido del gallego al pie de la letra para que mis jóvenes compañeros de hoy vean la espiritualidad de un militante de ayer.
Madrid, 8, enero, 2009


La necesidad de la utopía

Más ser y más conciencia siempre
Henri Lefebvre

No vamos hablar de onanismo mesocrático, de imaginar una sociedad ideal en una isla solitaria aislada de toda realidad objetiva, sino de la capacidad de superación de la inmediatez a través del reverdecer del conocimiento, de los ideales y de la praxis. Del vigor político para imaginar como se puede transformar la estructura de una formación social alienada en los campos del pensar, de lo social, de lo político, de lo económico, de lo cultural.

Para esto recurrimos a la Historia, maestra permanente, que nos enseña que la Vida es un continuum, que nada se detiene, que ninguna sociedad, ningún régimen, ningún imperio es eterno, que todo se transforma, que la quietud sólo existe en la mente de los miedosos y reaccionarios del pensar a los que les da pánico el movimiento.

La Historia también nos enseña la estructura y los mecanismos de explotación y cosificación lo que nos permite desmitificar la realidad, derrumbar los fetiches. La realidad queda desnuda, comprensible para transformarla.

Así, si la comprobación del movimiento continuo en la Historia nos da aliento para vencer el pesimismo ya que comprobamos que nada fue igual y nada es permanente, el conocimiento de los mecanismos de formación y reproducción de las formaciones sociales nos posibilita elaborar soluciones teóricas que llevadas a la práctica social nos pone en el camino transformador.

Se trata ya de tener voluntad política para a través del movimiento del pensar avanzar en el conocimiento y en la práctica social, en el compromiso de aprender y de ejercitar un quehacer social erosionador de unas estructuras dominantes que no son eternas.

Este mundo no es el menos malo posible, es, sencillamente, una realidad que no perdurará eternamente -como no perduró ninguna en la Historia. De lo que se trata no es de que muera de pura vejez, ya que sus estertores pueden ser fatales para la supervivencia de la especie humana merced al poder de autoaniquilación acumulado, sino de concretar una muerte controlada organizando una realidad alternativa racionalmente (no idealmente) pensada. Se trata pues, de que la Historia no sólo camine mecánicamente sino que marche por un camino pensado, en sus líneas generales, previamente por nosotros.

Es posible. Posible si tenemos vigor e ilusión para acreditar en la capacidad de la especie humana para diseñar y luchar en pro de una sociedad armoniosa en lo nacional, en lo social y en lo internacional. Es un quehacer duro, no lineal, pero que genera victorias relativas en el camino de la victoria absoluta.

Pensar y actuar en transformador. Conocer, imaginar y pelear para ir construyendo un camino liberado.

Nada es permanente excepto el movimiento. Caminemos conscientemente, sin miedos apriorísticos, porque querer es poder.

La utopía es creer en nosotros mismos. Seamos utópicos.

Madrid, 31, enero, 1997


Antonio Liz en Kaos en la Red

No hay comentarios.:

Publicar un comentario