3/25/2013

Legislar en lo oscurito y votar a ciegas





Bernardo Bátiz V.

No es lo mismo legislar a ciegas y legislar en lo oscurito. Esta es otra mala práctica de quienes integran el sistema político que hoy prevalece y domina en México; legislar en lo oscurito es preparar reformas o nuevas leyes en conciliábulos secretos, sin transparencia alguna, en las oficinas de las dependencias del Poder Ejecutivo o, peor aún, en los despachos jurídicos de los mismos destinatarios de la ley, que, siendo poderosos, se pueden dar el lujo de contar con abogados que se enteran antes que los legisladores de lo que se pretende enviar como proyecto.

Un ejemplo entre muchos lo podemos rastrear en las notas de prensa que relatan cómo, finalmente, se aprobó, en la Cámara nunca menos baja, la reforma constitucional para medios de telecomunicación. Por el trabajo de los buenos reporteros de la fuente, nos enteramos de las reuniones de dirigentes políticos, de la presencia de cabilderos de las empresas a las que la ley se aplicará y de las largas y tediosas esperas que los diputados tuvieron que aguantar en tanto políticos y empresarios se ponían de acuerdo.

Ellos, los legisladores de infantería, tan sólo dirán, a través del tablero electrónico, si su voto es en favor o en contra, bajo la mirada vigilante de sus coordinadores y la amenazante de los personeros de las grandes empresas de radio y televisión. La hora en que se iniciará el inútil debate es siempre incierta y depende del momento en que se concluyan los acuerdos tomados fuera del pleno y de los que muy pocos diputados se enteran. Eso es legislar en lo oscurito.

Luego viene la discusión pública, que en la práctica carece de sentido. A muy pocos legisladores les interesa verdaderamente, porque ya nada se decidirá en el pleno, los arreglos ya vienen amarrados y la votación se parece cada vez más a las resoluciones de las asambleas de accionistas de las sociedades anónimas. En ellas cada accionista es dueño de las acciones en sus manos y en los parlamentos cada coordinador parlamentario es "dueño" de un número de votos controlados por él.

Afortunadamente, quedan aún legisladores, un puñado, que mantienen la llama de la oposición y de la dignidad del Poder Legislativo. Son diputados y senadores que defienden sus puntos de vista aun a sabiendas de que la votación les será adversa porque ya está arreglada, o al menos tratan de que sus discursos y argumentos sean escuchados por sus compañeros legisladores que estén en disposición de hacerlo y por la opinión pública; defienden sus puntos de vista y dejan para el juicio de analistas, ahora, e historiadores, mañana, cuál fue su posición, que podrá consultarse en su momento, y esto si no es falsificado el Diario de los Debates.

Se está legislando nuevamente como en los tiempos del viejo PRI, que ha regresado; una diferencia de grado, no de esencia, es que entonces, en la primera etapa del PRI, la mayoría se formaba por representantes dóciles de los sectores tradicionales del partido oficial y hoy, en lugar de sectores, se forman para el voto comprometido, los legisladores de los partidos que, renunciando a su papel de representantes populares, se unieron al Ejecutivo, con el llamado Pacto por México.

Legislar a ciegas, para la gran mayoría de los legisladores, es saber que se discute y se discute por días enteros o por largos meses para toparse en el último momento con un proyecto preparado quién sabe por quién, respecto del cual su papel será aprobarlo por consigna de quien o quienes dan las órdenes en sus grupos parlamentarios. Legislar a ciegas es votar sin haber leído los proyectos y dictámenes y casi siempre sin tiempo suficiente para reflexionar en la técnica legislativa y en las consecuencias de lo que van a aprobar y, por supuesto, sin saber realmente cuál es la intención subyacente que ocultan los discursos grandilocuentes y las palabras huecas para la publicidad y la imagen.

La verdad es que habíamos avanzado; en 1997, hace apenas dieciséis años, se instaló la 57 Legislatura solamente con los diputados de oposición, sin un solo priísta en el salón de sesiones. Ese mismo año se reconoció el triunfo de un partido de izquierda en la capital del país y tres años después llegó la alternancia en el Poder Ejecutivo. Lamentablemente, el abandono de los principios democráticos de los gobernantes panistas de los últimos dos sexenios abrió la puerta a la vieja escuela y permitió el regreso del PRI histórico.

Otra vez se legisla de noche, se acuerda en lo oscurito, se introducen cambios inesperados en la madrugada; tiene mayor peso la opinión de los cabilderos y el temor a los medios que los argumentos y las opiniones de los legisladores; así, quienes elaboran las pésimas leyes actuales, carentes de técnica legislativa, lo hacen a oscuras, y quienes las aprueban con su voto lo hacen a ciegas.

jusbbv@hotmail.com
Periodista

 El Pacto por México y las oposiciones
 Ricardo Raphael

Una de las consecuencias no planeadas del Pacto por México ha sido que los liderazgos de Jesús Zambrano y Gustavo Madero, al frente de sus respectivos partidos, sobrevivieran la derrota electoral de 2012. Sin ese acuerdo probablemente hoy el PAN y el PRD estarían siendo devorados, desde sus propias entrañas, por sus huestes más radicales.

Suele ocurrir, cuando a una fuerza política le va mal en los comicios, que los militantes exijan un cambio de mando. Se procede a cerrar un mal ciclo con un cambio en las cúpulas. Así se abre la puerta para que, en la oposición, nuevas corrientes y nuevos liderazgos emerjan.

Los primeros años de la década pasada fueron difíciles para el PRI precisamente por el reacomodo obligado después de la derrota electoral del 2000. Cómo olvidar la ferocidad del pelito entre Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, que tan mal terminó saliéndole a ambos.

En ese mismo espejo podrían estarse mirando hoy PAN y PRD. Poco les faltó para volverse territorio jaloneado por el encono y la revancha. Sobre todo en la primera casa donde la tensión entre calderonistas y otras corrientes se adivinaba difícil de resolver.

En el PRD el ajuste de cuentas también se habría desencadenado con fuerza. De un lado el lopezobradorismo que no estuvo dispuesto a formar un nuevo partido tenía aspiraciones para desplazar a la actual dirigencia; del otro, liderazgos emergentes como el de Marcelo Ebrard o Miguel Ángel Mancera acariciaron con entusiasmo la idea de suceder a Los Chuchos en la cabeza perredista.

Y sin embargo, ocho meses después, tanto Jesús Zambrano como Gustavo Madero siguen bien acomodados en sus respectivas sillas. El calderonismo implacable ha ido perdiendo fuerza con el paso de los días, mientras el presidente del CEN del PAN sortea sus embates. López Obrador de plano optó por fundar su propio instituto, Ebrard no logra reinsertarse en las grandes arenas y el flamante jefe de gobierno prefirió no dar lata por el momento.

Esta anomalía tiene una sola explicación: el Pacto por México. Al convertirse Zambrano y Madero en piezas clave de la agenda nacional y cerrar filas alrededor de una misma intención con el presidente Peña Nieto, se aplazaron los terremotos intrapartidistas logrando ambos permanecer hasta que concluyan formalmente sus mandatos en 2014.

Lo anterior no implica que las tensiones en ambas casas partidistas se hayan resuelto, solo significa que su resolución está experimentando una fuga hacia delante. Y mientras el Pacto sobreviva tal statu quo tiene buenas posibilidades de sostenerse.

Al tiempo que esto ocurre, las cúpulas de oposición tienen incentivos positivos para darle vida larga al acuerdo con el jefe del Ejecutivo.

Esto quizá sea lo más interesante del juego actual en la política mexicana: para sobrevivir en sus puestos los líderes de la oposición necesitan que el Pacto por México rinda frutos, lo cual, paradójicamente, provoca que todas las partes continúen seriamente invertidas en ese arreglo coyuntural.

Sirve este argumento para explicar el éxito reciente de la reforma en telecomunicaciones y podría también predecir el resultado de las negociaciones a propósito de temas todavía más álgidos como la reforma fiscal o la energética. Porque el futuro de estas iniciativas está ligado al derrotero respectivo de las oposiciones es que la cooperación está resultando la mejor alternativa.

Mientras se alejan de la memoria las derrotas del 2012, continúa robusteciéndose la fuerza política de quienes operan y deciden en el marco del Pacto por México. Así, el círculo es virtuoso y también implacable en contra de los detractores que, en cada partido de oposición, quisieran acelerar los cambios.

En este contexto no sorprende encontrar a calderonistas, lopezobradoristas y marcelistas muy enojados con el Pacto por México. No solamente aplazó sus aspiraciones sino también los dejó excluidos de la agenda y el gran debate nacional.

Esta consecuencia no era previsible y sin embargo le ha traído un margen amplio de negociación a Peña Nieto que, en el mejor de los casos, podría prolongarse hasta el primer trimestre del próximo año.

Analista político

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