10/18/2014

Las Hijas del Anáhuac, precursoras del periodismo feminista


Daniela Villegas 

Este mes se cumplen 141 años de haber aparecido el primer número de Las Hijas del Anáhuac, la primera publicación escrita y dirigida únicamente por mujeres en nuestro México. Impreso en la Escuela de Artes y Oficios para la Mujer tuvo como editoras a Guadalupe Ramírez y Concepción García de Ontiveros, quienes invitaban a sus lectoras a escribir pues “ya no es mal visto que la mujer escriba y exprese sus sentimientos por medio de la pluma”.

Pese a que la pionera en los textos periodísticos feministas fue Rita Cetina Gutiérrez quien publicó en Yucatán en 1870, La siempreviva, es considerada Las Hijas del Anáhuac, la precursora del periodismo feminista en nuestro país y data según documentos de la Biblioteca Nacional de México del 19 de octubre de 1873.

En 1887 apareció Violetas del Anáhuac haciendo eco del nombre de la publicación pionera. Fue dirigida en sus inicios por Laureana Wright de Kleinhans (1846-1896) y posteriormente por Mateana Murguía (1856-1906).

Laureana Wright de Kleinhans, quien formaba parte de la clase privilegiada en México tuvo acceso a la educación durante el Porfiriato lo cual la concientizó sobre el papel fundamental de la educación para las mujeres. Escribió numerosos artículos y editoriales además de las obras: La emancipación de la mujer por medio del estudio, Educación errónea de la mujer y medios prácticos para corregirla

Los ejes temáticos de estas primeras publicaciones tendían a enfocarse en consejos domésticos, crónicas de la ciudad, literatura, arte culinario, higiene de la familia y escasamente en crítica social como sus sucesoras habrían de hacer en años posteriores.

En la editorial del primer tomo de Las Hijas del Anáhuac se hace evidente que se continuaban manteniendo estructuras de reproducción de los estereotipos de subordinación de las mujeres al ámbito de lo doméstico.
“… al recomendaros que estudiéis y que escribáis no creáis nunca que opinamos que la mujer, olvidada de la misión sublime que tiene que cumplir en la tierra se dedique, solamente a la bella literatura, lejos de nosotras tan errónea idea: queremos sí, que la mujer escriba y estudie, pero nunca que por esto se olvide de sus atenciones domésticas”

Para las redactoras de esas líneas la educación no significa que las mujeres se salgan de las estructuras de subordinación, es más la domesticidad, la esfera de lo privado es calificado de sublime. El ángel del hogar como le llamara la escritora Rosario Castellanos a la mujer dedicada a las labores domésticas, al cuidado de la familia es encumbrado. Al final escribir y estudiar se ve opacado y termina como mero adorno por esa imperiosa necesidad de agradar y cubrir con las expectativas de domesticidad y de cuidados que se espera de ellas.

Esta postura era coincidente con la ideología positivista que reinaba en México a finales del siglo XIX, en donde la esencia femenina se identificaba con el estadío místico, con la naturaleza.

En otro extracto señalan:

“… el ser más perfecto de la creación, el que os dio la vida y comparte con vosotros vuestras penas y sufrimientos. La mujer es un ser nacido para gozar, sin embargo su corazón guarda siempre una historia de amargura: su abnegación toca lo infinito… El mundo siempre censura hasta la más sencilla de sus acciones, buscando un motivo para ridiculizarla”

Se hablaba de la madre como todo amor y abnegación alejada de un proyecto personal, que pese a que daba todo su apoyo llegaba a recibir rechazo o indiferencia. Sin embargo no se explicaba a qué se debía este fenómeno, cuáles eran las razones de esta subordinación que ellas mismas reproducían. Nunca llegan a hacer una crítica muy fuerte a las estructuras patriarcales de las cuales ellas también forman parte y que pese a que las oprimen, por ser mujeres, siguen recibiendo beneficios al ser mujeres privilegiadas, ya que podían adentrarse en el mundo de las letras y tener acceso a la educación, al menos las participantes en los citados semanarios.

Todo va con mesura con precaución de no querer conmocionar al público al que va dirigido sus escritos, mujeres privilegiadas de la ciudad de México principalmente. Quizá fuera en Las Violetas del Anáhuac, dirigida por Laureana Wright una de las primeras que en un principio expusiera su interés por los derechos de las mujeres, entre ellos el acceso al voto y a la educación más combativamente.

Los inicios del periodismo feminista en México si bien pudieron haber reproducido una serie de estereotipos de domesticidad entre mujeres de clase alta, es un importante hecho que escribieran y se expresaran a sí mismas con un ímpetu de crear un espacio de pensamiento que abriría el camino a muchas otras publicaciones realizadas por mujeres en México que a la postre irían tirando estereotipos de domesticidad y sujeción a lo largo de los años. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario