10/14/2014

Cuando el sistema falla. La inseguridad en el Estado mexicano


Escrito por

Ejército Mexicano
Por Saulo Dávila
El Estado no es el ente que se suele confundir con el gobierno, sino, según Manuel Villa, “una estructura de organización y acción que garantiza la unidad de la nación, mediante una jerarquía de fuerzas sociales e intereses”. Dentro del Estado se encuentra también el régimen y el sistema político, la clase política, los partidos políticos y la sociedad civil organizada y no organizada.
El Estado mexicano, por tanto, no es diferente a esa concepción estatal. Para no dar más rodeos, es dentro de nuestro sistema político donde se decide la ruta a seguir para tratar de satisfacer todas las necesidades que tiene nuestro país, por ejemplo las demandas en educación, salud, deporte, empleo y, por su puesto, seguridad.
Pero como todos los sistemas políticos, el nuestro también tiene fallas. Son muchas y diferentes las fallas propias del sistema mexicano respecto a todos los demás sistemas del mundo, y que tienen qué ver con su cultura, su cultura política, sus prioridades, sus grupos de intereses e incluso los grupos criminales que operan dentro del Estado mexicano y que incluso pueden influir en la toma de decisiones, y por tanto, en el actuar del gobierno.
En las clases sobre sistema político de la universidad, lo primero que se enseña y se aprende es la definición Eastoniana donde se representa a este elemento como una caja negra donde no se sabe qué es lo que sucede bien a bien respecto del proceso de toma de decisiones, pero en la cual ocurre un proceso de retroalimentación entre lo que el autor llama inputs (entradas) que son las demandas presentadas por la sociedad y los outputs (salidas) que son finalmente los resultados que se producen para responder a esas demandas.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando las respuestas que da el sistema político no son suficientemente satisfactorias, o bien, inoperantes? Lo que sucede en México y la inseguridad provocada por el crimen organizado, principalmente el narcotráfico particularmente desde el sexenio de Felipe Calderón, es que estas demandas no han sido bien cubiertas en la gran mayoría del territorio nacional.
Los estados de la federación que han sido azotados por el crimen organizado no tienen capacidad de respuesta al desafío que representa este hecho y el gobierno federal se ha quedado lejos en sus respuestas. Estos estados, especialmente los sureños que concentran altos índices de pobreza, se han visto particularmente afectados desde hace décadas por la desigualdad en la que viven sus habitantes, lo que ha logrado que los grupos del crimen organizado tengan el escenario idóneo para llevar a cabo sus operaciones, atrayendo a parte de la misma población y a la burocracia local y federal.
Cuando es el crimen organizado quien impone su ley a la fuerza (hay que recordar que el Estado reclama para sí “el legítimo monopolio de la violencia física legítima”, según Max Weber) sobre el régimen, es decir, el Estado de Derecho que debería prevalecer sobre cualquier otra ley, entonces el Estado puede sufrir una descomposición tal que puede llevar a los hechos terribles de matanzas de civiles que hemos presenciado en México los últimos años.
El caso de los estudiantes secuestrados por elementos de seguridad pública local en Ayotzinapa, Guerrero, de las fosas encontradas en Iguala en ese mismo estado y de Tlataya, Estado de México, son los hechos más recientes de una serie de actos cometidos por la autoridad y/o por el crimen organizado en contra de los ciudadanos.
Cuando el sistema político se vuelve ineficiente y la respuesta a través del gobierno -federal o local- lo es también en un tema tan sensible como la inseguridad provocada por grupos del crimen organizado, que enfrentan abiertamente al Estado mexicano y le disputan también el “legítimo monopolio de la violencia física legítima”, entonces no es ni será de extrañar que estos casos sigan apareciendo continuamente en nuestro país.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario