10/18/2014

Las mentiras de la dimisión de Gallardón

DESDE LA LUNA DE VALENCIA

Sí, ya sé que casi han pasado dos semanas desde que se anunciara la retirada de la nefasta propuesta de contrarreforma de la ley del aborto que el ministro de Justicia español, Alberto Ruíz-Gallardón, pretendía aprobar y que aparentemente le llevó a dimitir.

Todo eso lo sé y lo he seguido de cerca como alguna gente puede imaginar, pero me he tomado este tiempo para reflexionar sobre las mentiras que esconden estos dos movimientos del partido de la gaviota carroñera.

Como primera lectura está la clave electoral, por supuesto. Y por mucho que se empeñen en negarlo, después del bacatazo que se dieron en la elecciones europeas y el cuestionamiento de su candidato, Arias Cañete, a asumir una comisaria considerada de segunda dentro de la Comisión Europea, así como el hecho de que modificara su declaración de la renta para incluir sobresueldos que recibía desde la dirección del Partido Popular (PP), no deja de ser paradójica la sucesión de hechos que les lleva a negarlo, y la rapidez con que los hechos lo demuestran.

Pero aparte de toda la basura que emana desde el fondo del partido, hay otros elementos a tener en cuenta y que están más relacionados con lucha de egos.

Desde antes del verano el PP dejó de lado el empecinamiento de Gallardón con su propuesta sobre el aborto. Primero fueron las elecciones y después, silencio.

Es cierto que a lo largo de todo este tiempo las mujeres en general y las feministas en particular hemos arremetido contra esta propuesta por considerarla un atentado contra nuestros derechos sexuales y reproductivos, pero sobre todo contra nuestro derecho a decidir sobre nuestra maternidad, nuestro propio cuerpo y también sobre nuestro placer.

Obviamente las mujeres del PP y las del resto de la derecha no han participado en la innumerables movilizaciones que hemos organizado a lo largo de los meses, y cuyo máximo y más hermoso exponente fue la llamada del “Tren de la Libertad”, que juntó a miles y miles de mujeres el pasado 1 de febrero en Madrid.

No ha sido la única, pero sí la más espectacular por muchos motivos, incluso que van más allá de la militancia feminista. Se han organizado charlas, ponencias, se han escrito artículos, etcétera, pera dar a conocer la barbaridad que este “iluminado” de Gallardón pretendía llevar a cabo con el asesoramiento y visto bueno de la Conferencia Episcopal, como no podía ser de otro modo.

Pero Gallardón tenía otros frentes abiertos por cuestiones que yo creo que eran incluso personales como el tema de la reforma de la justicia, la privatización de los registros civiles, etcétera, a lo que su partido respondió con una ley, la llamada Ley Ómnibus, y que modificaba de una tacada alrededor de 30 leyes vigentes.

El PP jugó sus cartas de mayoría absoluta y la aprobó. Pero Gallardón quería más y ahí creo que fue cuando comenzó su declive y también sus pataletas y sus lamentos por los pasillos y esquinas.

El presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, ven cómo esa propuesta en la que se empecina Gallardón les puede llevar a perder credibilidad en Europa en un momento en el que su candidato a Comisario Europeo está en entredicho.

Ven con preocupación que esta contrarreforma no gusta a nadie, ni incluso a quienes la han dictado, los de faldas largas y negras, porque la consideran moderada al igual que la derecha más reaccionaria, y el ala más moderada del partido la considera una barbaridad.

Pero sobre todo ello hay una cosa que sobresale y que preocupa también y es que no se deja de hablar, para bien o para mal, de Gallardón ni un sólo día. Y eso se observa con cierta preocupación desde la dirección de la calle Génova. Hay demasiado en juego como para que Gallardón siga creciéndose mediáticamente pese a sus lamentaciones en privado.

No olvidemos la desmesurada ambición política que siempre ha marcado a este hombre pese a sus nefastas gestiones en aquellas administraciones en las que ha gobernado.

Y fue esa ambición y no otro motivo el que le llevó a incluir a otra nefasta política como lo es Ana Botella en sus listas electorales de 2007 en municipales en Madrid, en un lugar en el que obviamente ella saldría como concejala y al tiempo Gallardón se congraciaba con el entonces presidente español, José María Aznar, todavía con cierto poder dentro del PP.

La clave de todo creo que la dio el propio Gallardón cuando respondió a los periodistas que “su ley del aborto de aprobaría antes del final del ‘verano meteorológico’”. Con esta fecha obligaba a Rajoy y a su equipo más próximo a comenzar a posicionarse pese al verano.

Pero al parecer las cartas estaban marcadas puesto que la desmesurada ambición de Gallardón fue lo que en realidad le dejó solo y propició que el líder Rajoy (que pretende seguir siendo líder incuestionado pese a su mediocridad) saliera anunciando el último día de verano meteorológico que se retiraba la ley del aborto pese a que habría algunas modificaciones a la ley vigente como el hecho de que las mujeres menores de edad pudieran abortar o no.

Gallardón dimitió unos días después al tiempo que desde el propio desgobierno ponían en marcha su “plan B”, que era la reactivación del recurso que interpusieron ante el Tribunal Constitucional cuando esta ley se aprobó. Y de camino mataban varios pájaros de un tiro:

–Salvaban su posición de “moderados y tolerantes” en Europa, sobre todo, pero también ante el resto del mundo donde se estaban produciendo movilizaciones contra este retroceso en los derechos de las mujeres.

–Intentaban recuperar a un electorado de centro que ante esta reacción iba a dejar de votarles seguro.

–Con la reactivación del recurso ante el Tribunal Constitucional y las anunciadas medidas de “salvaguardar los derechos de la infancia y juventud” (léase “vamos a legislar para que las mujeres menores de edad no puedan abortar”), salvaban distancias con su electorado más de derechas, puesto que les exigía el cumplimiento de esta medida electoral, aunque no les importara que el resto se hubiera ido al garete.

–Y sobre todo iban a quitarse de encima a alguien bastante molesto que, con su continuada presencia en los medios y con su aparente (sólo aparente) moderación estaba acaparando demasiada atención desde todos los flancos, ya que podría poner en aprietos a Rajoy si se planteara llegar a presidir el PP y, por ende, tuviera la posibilidad de llegar a desbancar a Rajoy también de la presidencia del Gobierno español.

Gallardón no se ha ido. A Gallardón lo han echado por molesto, no por reaccionario. Gallardón estorbaba porque se había empecinado en sacar adelante algo tan retrógrado que aunque el 20 de diciembre de 2013 le aprobaran en el Consejo de Ministros su propuesta de reforma a la ley del aborto, las cosas habían ido demasiado lejos y en demasiados ámbitos, y ese exceso de protagonismo junto con las movilizaciones que se han dado dentro y fuera del Estado español molestaban en demasía.

Y también el hecho de estar en año electoral ha influido, no lo voy a negar, pero no creo que haya sido el detonante final. Más bien una buena excusa.

Por eso mismo mantengo mi posición de alerta con este tema. Porque no me fio nada del argumento que esgrimió Rajoy cuando anunció la retirada de la reforma de la ley del aborto y que hemos de recordar que dijo “que no se había alcanzado el consenso necesario”.

¿Desde cuándo le ha importado a este desgobierno el consenso con su mayoría absoluta? ¿Acaso les importó para imponer una ley de la educación que más que educar aborrega y adoctrina? ¿Les ha importado el consenso para hacer una reforma laboral que nos llevó a los seis millones de desempleados?

¿O valió de algo la exigencia de consensos cuando se legisló para nacionalizar y socializar las pérdidas de los bancos y que los beneficios de estos siguieran siendo privados? ¿Acaso escucharon las demandas de consenso cuando aplicaron los copagos y repagos en medicamentos y dejaron fuera del sistema a las personas migrantes que vienen a trabajar?

¿O escucharon a las mareas verdes, blancas, naranja, moradas, etcétera, cuando se exigía el no desmantelamiento de los servicios públicos de educación, sanidad, servicios sociales e igualdad? ¿Escucharon a la gente y buscaron consensos para dejar sólo con el nombre a ley de dependencia y a sus teóricos beneficiarios sólo con derechos pero sin prestaciones, e incluso comenzaron a rebajar grados de discapacidad de forma alarmante para no pagar?

¡Venga ya con el consenso! Que les vayan a otra gente con este argumento que a mucha gente y a mí no nos vale. Es una, otra, burda mentira.

Por eso no estoy nada tranquila con este tema de la reforma de la ley del aborto. Creen en lo que hizo Gallardón, pero no se podían permitir esa reforma que era un caramelo envenenado cuyo veneno era precisamente Ruíz-Gallardón. Y eso no se lo pueden permitir. Y por eso la aparcaron.

Creo necesario mantenernos muy alerta, igual que lo hemos estado los últimos meses, porque la reforma la intentarán llevar a cabo de forma camuflada o a la desesperada. No me fio nada de esta gentuza y por eso no me he permitido bajar la guardia.

Han eliminado el continente de la reforma: Gallardón. Pero el contenido sigue presente y puede tomar muchas formas. Desde el reactivado recurso ante el Tribunal Constitucional, hasta la aprobación de otro u otros Decretos-Ley a los que son tan aficionados la gente de este desgobierno y que incluya las medidas diseñadas por Gallardón, pero sin Gallardón.

Yo voy a seguir en permanente #alertafeminista hasta que consigamos echarles del gobierno. No voy a cejar el recordatorio de esta necesidad ni en mi estado de alerta.
                                                                                                                    
tmolla@telefonica.net

*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.

CIMACFoto: Yunuhen Rangel Medina
Por: Teresa Mollá Castells*
Cimacnoticias | España.- 

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