Antonio Gershenson
La Jornada
El cambio de la
relación con Estados Unidos puede tener muchas consecuencias, sobre todo
con la actitud de nuestro Presidente, que ya había invitado a México al
próximo mandatario estadunidense, y ahora ya se puso de acuerdo con él
para una relación más estrecha. Los dos son probablemente los más
derechistas en un buen tiempo, en sus respectivos países.
Un primer aspecto que voy a abordar es la necesidad de aumentar de
manera considerable nuestra relación económica con países
independientes. Con esta último término me refiero incluso a que el país
respectivo no mantenga, por ejemplo, algún tratado económico con
Estados Unidos.
Se trata de que México tenga, precisamente, más independencia
económica, pero también mejores condiciones para recuperar el
crecimiento con que contábamos en el pasado. El Banco Mundial ha
establecido que el crecimiento económico del país del norte ha sido de
1.3 por ciento hasta 2015, y en los primeros trimestres de 2016 ha sido
aún más bajo.
La mayoría de los otros países tiene también niveles bajos de crecimiento, y en varios casos tienen crecimiento negativo.
Los países independientes con un crecimiento mayor a 5 por ciento,
basándonos en el promedio de 2007 a 2015, son casi todos de Asia; los
mayores de tamaño en población son: China (9.7 por ciento promedio en
ese periodo), India (7.4), Indonesia (5.6) y Vietnam (6.2). No son los
únicos, pero son una base, y su posición económica indica la posibilidad
de una alta importación y exportación, de un importante comercio
internacional.
Con un cambio en la política económica podemos recuperar la
mayor capacidad de crecimiento económico que tuvimos desde el fin del
gobierno de Cárdenas, en 1940 hasta 1982, de alrededor de 6 por ciento
anual.
La población de estos países (productora y consumidora) es un porcentaje muy alto de la población mundial: (Ver imagen)
Casi 3 mil millones de habitantes. Se trata de posibles consumidores.
Casi 10 veces la población de Estados Unidos, que era de 313 millones
en esta misma fuente.
Hay que señalar que los ferrocarriles de estos países y sus obras
llegan incluso a islas de Asia. En China hay por lo menos una vía en
funcionamiento. Existe también por lo menos otro ferrocarril
internacional en construcción.
Creo que tenemos esta alternativa, muy superior a cualquier simple
sumisión a otro país del que ya dependemos, y si emprendemos una
verdadera reforma económica, para recuperar el nivel de crecimiento que
ya tuvimos durante 42 años, o incluso mayor, eso sí que será progreso
económico para el país.
Esta reforma incluiría la recuperación para la nación de las unidades
económicas estratégicas que se han estado privatizando y entregando a
particulares, en especial a trasnacionales.
En escritos futuros en este mismo espacio trataremos de ampliar este
planteamiento, así como analizar otros aspectos ante el nuevo gobierno
de Estados Unidos.
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