8/02/2017

“México, vergüenza internacional”, artículo de Carlos Herrera de la Fuente


"La lógica de Trump, por más desquiciada y absurda que parezca, es clara y transparente... amenazar al país periférico que le está subordinado para conseguir de él una mayor subordinación y dependencia". sostiene el autor,


Por Carlos Herrera de la Fuente*
México es ya el aliado más sumiso de uno de los presidentes estadounidenses más antimexicanos de la historia. Al contrario de todas las expectativas y pronósticos, la relación bilateral, lejos de deteriorarse por las amenazas de Donald Trump de construir un muro fronterizo y hacérselo pagar a su vecino del sur, ha redundado en un acercamiento si cabe más dócil y obediente del lado de su contraparte mexicana, tal como lo pronosticamos anteriormente en estas mismas páginas (“México: el colmo de la dependencia”, AN 5/II/2017). No importan los insultos, las ofensas diplomáticas, las humillaciones en foros internacionales, las amenazas explícitas… Lo único que importa es mantener a toda costa un acuerdo comercial (el TLCAN) que, para colmo de todos los males, es la punta de lanza con la que EUA ha sometido a nuestro país y destruido nuestra economía desde hace más de dos décadas.
La lógica de Trump, por más desquiciada y absurda que parezca, es clara y transparente para cualquiera que tenga un mínimo uso de razón: amenazar al país periférico que le está subordinado para conseguir de él una mayor subordinación y dependencia. La lógica de Peña Nieto y el infame Videgaray, por más “astuta” que les parezca a los cachorros del imperio, es la más estúpida y perjudicial de todas: responder a la subordinación secular, que sólo ha derivado históricamente en más hostilidad y agresiones por parte del vecino del norte, con mayor docilidad y sumisión.
¡Pero esa actitud sólo obtiene lo contrario de lo que persigue! Mientras más se subordine el vasallo al amo, más despótico será este último. Sólo una respuesta firme y digna, realmente autónoma e independiente, podría contener al sujeto agresor, porque lo colocaría en la disyuntiva de tener que dejar las cosas igual (esto es, mantener el estado de las cosas en el mismo grado de dependencia y subordinación) o entrar en una nueva e innecesaria confrontación. Y EUA tiene cosas más importantes que hacer, que estarse peleando con un país tan dependiente como México.

Pero nuestros inefables gobernantes, lejos de entender este principio básico de toda relación humana (sea personal o política), creen que subordinándose aún más a los dictados del imperio van a obtener lo que quieren. Y así han decidido sumarse a la serie de sanciones que Washington ha impuesto a 13 funcionarios y ex funcionarios venezolanos, violando con ello todos los principios que rigen la diplomacia y la política exterior mexicana. Con ello, México, un país antidemocrático, corrupto, en donde los derechos humanos no valen nada para su gobierno oligárquico, se arroga el derecho de intervenir descaradamente en los asuntos de una nación soberana y libre, resquebrajando con ello el principio de no intervención que, por lo menos desde la época de Juárez, es uno de los pilares sobre los que se erige toda nuestra política internacional. Desconocimiento de la historia, agresión descarada a un país hermano, subordinación absoluta a los designios del imperio…
Pero, ¿qué es lo ha llevado al imperio estadounidense y a sus lacayos mexicanos y colombianos a tener una posición tan agresiva contra el gobierno democráticamente electo de Venezuela? ¿La violación a los principios de la democracia? ¿El ataque a los derechos humanos básicos?

Pensemos las cosas con calma. Si se tratara de combatir a un gobierno establecido por considerarlo antidemocrático, ¿por qué, entonces, EUA no lanza una campaña contra países gobernados por monarquías realmente tiránicas y despóticas como las que rigen los destinos de Arabia Saudita, Bahrein y Qatar? ¿Por qué mantiene con ellos una alianza inquebrantable, a prueba de toda crítica?
¿Por qué los medios masivos de comunicación han convertido a Venezuela, un país donde constantemente se llevan a cabo elecciones y consultas de todo tipo, y donde actualmente se promueve una Asamblea Constituyente, en el ejemplo máximo de la antidemocracia mundial?
Tanto las monarquías árabes mencionadas como la propia Venezuela son países ricos en petróleo (Venezuela tiene las mayores reservas petroleras del mundo). La diferencia es que las primeras son dóciles aliadas de EUA que hacen lo que éste les pide en relación a su política industrial y comercial, mientras que, desde el arribo democrático de Hugo Chávez al gobierno de Venezuela (1999), éste se ha convertido en un país que decide autónomamente, sin someterse a las presiones del imperio, cómo utilizar sus recursos energéticos, a la vez que rechaza explícitamente las políticas económicas neoliberales que EUA, a través de los organismos internacionales, impone a todo el mundo.
¿Derechos humanos? EUA es, sin lugar a dudas, uno de los principales violadores de los derechos humanos en todo el mundo. Botones de muestra: las intervenciones en Afganistán y en Irak, el apoyo a los grupos terroristas sirios, el campo de concentración en Guantánamo… ¿Y México? Es el tercer país más peligroso para periodistas (Milenio, 25/04/27), el más corrupto de toda la OCDE (Animal Político, 25/01/2017) y, según el Índice Global de Impunidad elaborado por la Universidad de las Américas Puebla, en el que se analizan los casos de 59 países, ocupa el segundo lugar de mayor impunidad en el mundo, sólo por debajo de Filipinas. ¿Y Colombia? Las violaciones a los derechos humanos cometidas por grupos paramilitares apoyados desde el Estado para combatir la guerrilla y aterrorizar a las poblaciones campesinas es uno de los acontecimientos más atroces de las últimas décadas en América Latina.
Así que el motivo del ataque económico, político y mediático a Venezuela no tiene, en verdad, nada que ver con cuestiones de democracia y derechos humanos, sino con asuntos de otra naturaleza.
En primer lugar, con el petróleo. Estados Unidos no puede permitir que un gobierno democrático ponga en riesgo el abastecimiento del hidrocarburo, ni que, por medio de una política económica antineoliberal, bloquee la posibilidad de la inversión privada (representada por grupos monopólicos transnacionales) en dicho sector. En segundo lugar, la agresión tiene que ver con la política social de los gobiernos chavistas (Hugo Chávez y Nicolás Maduro), la cual ha promovido una política fiscal progresiva (que cobra más impuestos a los que más tienen) y una mayor intervención del Estado en la economía (lo que perjudica los intereses privados de los inversionistas).
Para luchar contra este proceso y lograr la subordinación de Venezuela, EUA ha promovido desde hace décadas una guerra mediática (encabezada por grandes consorcios internacionales), una guerra económica (por medio de un boicot coordinado y sistemático de distintos productos básicos que ofrecen empresas nacionales y transnacionales) y la desestabilización política interna (con grupos opositores cada día más violentos) y externa (por medio de amenazas y sanciones internacionales).
El llamado a la Asamblea Constituyente realizado por el presidente Nicolás Maduro para resolver la crisis conjuntamente con los distintos sectores del país a través de la redefinición constitucional de Venezuela, es un intento verdaderamente democrático que la oposición, en su persistente negativa, cómplice de la política imperial estadounidense, ha rechazado de manera absurda, haciéndose completamente a un lado. En lugar de respetar este proceso y promover el entendimiento político entre las partes, EUA y sus países satélites únicamente alimentan la confrontación y la división del país sudamericano.
Si no tienen nada realmente positivo que decir, Peña Nieto, el siervo del imperio, y su analfabeto canciller deberían quedarse callados y volver la vista hacia ese gran desastre que ellos dicen gobernar, pero que sólo promueven en mayor escala; hacia esa gran fosa de asesinados, secuestrados y desaparecidos que es hoy, para nuestra vergüenza histórica, México.
*Carlos Herrera de la Fuente (México, D. F., 1978) es filósofo, ensayista y poeta. Licenciado en economía por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad de Heidelberg, Alemania. Ha publicado dos poemarios (Vislumbres de un sueño, 2011 y Presencia en fuga, 2013) y un ensayo de filosofía (Ser y donación. Recuperación y crítica del pensamiento de Martin Heidegger, 2015). Ha colaborado en las secciones culturales de distintos periódicos y revistas nacionales. Su próxima publicación será el ensayo El espacio ausente. La ruta de los desaparecidos.
Foto: SRE

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