6/10/2019

Ganar el corazón de los norteamericanos

Leonardo Curzio

No tengo la menor duda de que en esta coyuntura, como en todas las demás, los mexicanos debemos estar unidos ante los desafíos (incluso chantajes) del exterior. Lo que Trump ha hecho al gobierno de México es inicuo y profundamente reprobable. Ha establecido un precedente funesto al usar un golpe bajo, indigno de un socio confiable al presionar al gobierno de López Obrador con un tema comercial sabiendo que el gobierno mexicano está económicamente contra las cuerdas por las notas de las calificadoras y sus propias decisiones. Lo dijo Trump de manera poco elegante: Estados Unidos no necesita a México y México sí requiere a Estados Unidos. La estatura moral del presidente norteamericano se reduce aún más al hacer esta afirmación, ya que claramente aprovecha su fortaleza para obtener concesiones de un país más débil.
No hay nada heroico en su comportamiento y la historia se encargará de ponerlo en su lugar.

La unidad nacional tiene sentido ahora para lamentar lo que ocurre o sentir alivio porque no ocurrió lo peor, pero no puede dejar de lado la necesidad de repensar nuestra circunstancia. El evitar que nos pusieran aranceles es un éxito táctico del canciller Ebrard, que evitó pánico en los mercados, pero no puede ocultarse el hecho de que en realidad lo único que conseguimos en materia comercial es quedarnos como estábamos. Celebramos el statu quo, que por supuesto es mejor que una guerra comercial, pero no avanzamos un solo punto en algo que beneficie a México salvo sentirnos aliviados y que la amenaza no se haya cumplido. Tampoco ganamos nada para la causa de los indocumentados nuestros ni en los dreamers y menos que el gobierno de Estados Unidos se disculpara de su lenguaje estridente y ofensivo.
Necesitamos repensar una agenda constructiva de cara al futuro porque este gobierno está empezando y no puede concentrarse solamente en esquivar misiles.
Yo creo que la unidad nacional se polariza por cuestiones internas que deberíamos separar. Por supuesto no ayuda nada que el presidente siga dividiendo el país entre quienes están con él y sus adversarios. No está demás recordar que él es el presidente de todos los mexicanos incluso de sus vilipendiados conservadores. El desafío es lo suficientemente serio como para que gobierne para todos. El segundo punto es reconocer que las debilidades estructurales del país son una hipoteca para cualquier gobierno. El bandazo que en política migratoria supone pasar de una propuesta de puertas abiertas y visas de trabajo a los centroamericanos a literalmente desplegar la Guardia Nacional en la frontera sur, es muy costoso políticamente para un gobierno que había puesto como premisa fundamental el cambio de la política migratoria. No ha podido ser y lo lamento; el gobierno mexicano ha tenido que plegarse de manera pragmática a la presión norteamericana y lo ha hecho porque no tiene capacidad operativa para ofrecer una atención directa y eficaz al creciente flujo de inmigrantes y en menor medida de refugiados que llegan a nuestro país. Trabajar en el reforzamiento institucional es una prioridad nacional ineludible. Esa variante del tercer país seguro llamada provisionalmente Remain in Mexico, requiere de una pronta clarificación tanto administrativa como presupuestal. ¿Quién se va a hacer cargo de los centroamericanos que lleguen a México por ese canal, cuánto va a costar el programa.?
Entiendo que con astucia diplomática se ha tratado de canalizar el flujo por distritos con jueces progresistas, pero el compromiso está ahí y además por razones humanitarias debemos ofrecer un trato digno a quienes permanezcan en nuestro territorio en esa condición y eso supone instalaciones, presupuestos y personal.
Pero el tercer punto es el más importante. Para que los aranceles no entraran en vigor se activó (y es mérito de nuestra diplomacia) una red de aliados en el sector político, empresarial e intelectual, cosa muy valiosa.
Mi opinión es que además de este elemento de contención, sigue siendo una prioridad ganarnos el corazón de los norteamericanos comunes. No me refiero a ganarnos el corazón en una lógica 14 de febrero,  sino lograr revertir esa asimetría que Trump acuñó como la no necesidad de México. Es vital hacernos presentes en la vida cotidiana de los americanos a través de múltiples mecanismos que van desde la promoción de nuestras marcas hasta lo que México le ha aportado a la vida cotidiana. Requerimos una política de Estado que promueva la marca México en un sentido amplio y sistemático que fomente gradualmente hacer ver al norteamericano promedio que México sí importa como lo dijo Luis Rubio en un estudio reciente. Debemos aspirar a que igual que un mexicano promedio convive con las marcas americanas, una norteamericana promedio debe saber positivamente que México cuenta mucho en su vida. Para una señora de clase media mexicana , por ejemplo, el tener una hija llamada Jennifer, beber refrescos de dieta en el desayuno y darle a sus hijos cereales de conocida marca o salsas de tomate azucaradas forman parte de una vida cotidiana que asume como propia y deseable. Intercalan, en su forma de hablar, expresiones en inglés porque lo consideran elegante y de buen tono. No ocurre lo mismo con una señora de Kansas que decidiera llamar a su hija Xochiquetzal o Margarita, tampoco siente que en su desayuno o vida cotidiana alguna marca mexicana le sea fundamental. Es probable que no sepa que el teléfono que usa, la pantalla en la que ve los noticieros de Fox News vociferar contra México o la camioneta en la que lleva a sus chicos a la escuela se haya fabricado en México. No lo sabe y México no se lo ha contado. Nadie lo va a contar por nosotros.

No tengo la menor duda de que el gobierno de López Obrador, como en su momento el de Peña Nieto y los que vendrán, requieren de una acción concertada y directa con sector privado y aliados exteriores para impulsar la imagen de México . Si no lo conseguimos seguiremos siendo irremediablemente el botín político de los más conservadores que han logrado articular la idea de que México no es un país confiable sino una fuente de problemas. Si no atendemos a la necesidad de ganar el corazón de esa gente tropezaremos una y otra vez con la misma piedra.
Analista político. @leonardocurzio

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