9/09/2008

USTED TAMBIÉN ES LA MAFIA


■ LOCOS POR URIBE

Nuestro problema es muy concreto: la legalidad del actual gobierno de Colombia está cuestionada, tanto por la historia personal de Uribe como por los orígenes de los votos con los cuales salió elegido Presidente.
Y esa verdad no constituye una animadversión contra la persona de Uribe, a quién simplemente se le exige, como a cualquier ciudadano, el deber de cumplir la ley, que en su condición de Presidente de la República resulta más que un deber.

Pero el gobierno tiene una inmejorable razón para ejercer la reticencia: sabe que la libre operación de la justicia en torno a la ‘parapolítica’, conduciría irremediablemente al Presidente de la República.

Lo que tendríamos que reconocer, en principio, es que aquí no hay ‘pelea’, sino un franco intento, por parte del gobierno, de obstruir la acción de la justicia. Así de simple. El único llamado posible, por tanto, es al Presidente de la República, porque él es el problema. Al menos su cabeza visible en la coyuntura.

Y si alguna vez hubo posibilidad de dialogo, en el marco de la natural y necesaria relación entre los poderes del Estado, el Presidente mismo se ha encargado de clausurarlo con improperios y astucias de la más baja calaña.
Pero claro, siguiendo la tradición colombiana, el actual gobierno se ha negado a dar su brazo a torcer, acusando a sus antecesores de los mismos delitos que ahora se le imputan.

Así, la fuerza moral de Uribe no reside en la ética ni la ley, sino en el chantaje.
Y armado hasta los dientes con un intimidatorio arsenal de información acerca de las relaciones de políticos, empresarios, terratenientes y medios de comunicación, ¿porqué no arriesgar un proyecto de ‘refundación de la patria’ desde la Presidencia de la República?.

Con semejantes aliados, ¿quién se atrevería a impugnarlo?. Y si lo hubiese, ¿quién no le colaboraría en el extermino físico o moral del atrevido que pone en riesgo el pacto?...

Uribe es el eslabón más alto de la cadena de compromisos mafiosos que ha capitaneado nuestra sociedad en las últimas décadas.

De secretos dinamizadores de la economía y financiadores de campañas políticas, decidieron, finalmente, confiar sólo en sí mismos, tomándose al Estado para legalizar definitivamente sus actuaciones, auto-enjuiciándose con penas irrisorias, escriturando bienes y tierras ajenas, quemando archivos y expedientes, intercambiando títulos de propiedad de helicópteros, asesinando informantes y antiguos amigos, y, claro, arrinconando a los jueces.

Y todo a un costo irrisorio: descuadernando (más, mucho más) al Estado.
Pero seamos prácticos alguna vez en la vida:

Al margen del prontuario personal de Uribe – que el Rey Juan Carlos, Chávez y la CIA conocen perfectamente, menos los encuestados en el país, parece –, y antes de reprocharle el sometimiento del país a la desobligante defensa del paramilitarismo desde la Presidencia, preguntémonos:

¿Será la ‘parapolítica’ en el poder lo que efectivamente necesita el país para dar un salto hacia delante?.

Es decir: ¿aplicamos la ley o nos seguimos haciendo los locos?..
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■ ¿CONSPIRACIÓN INTERNACIONAL?

Para los defensores de Uribe, sin embargo, no hay tal disyuntiva. Todo es una conspiración para tumbar al Presidente, un ‘complot’ gestado por parte de dos grupos:

El primero, interesado en disputarle al actual gobierno un pedazo de la torta de los recursos públicos, le formula acusaciones falsas a Uribe desde una oscura tramoya burocrática – es lo que afirma Fernando Londoño.
El segundo grupo, integrado por personas de ideología contraria a la del Presidente, son guerrilleros que han logrado colonizar, incluso, la Corte Suprema de Justicia, con el firme propósito de imponer en el país un temible modelo comunista, para lo cual necesitan la cabeza del Presidente – es lo que dicen Plinio y Andrés.

Y habría que decir en este punto que, si así fuera, los debates burocráticos e ideológicos hacen parte del transcurso normal de una democracia, que no de otra manera se fortalece y testifica su buena salud.

Pero en el caso de Uribe no se trata de eso.

Con el actual gobierno son imposibles las discusiones programáticas, ideológicas o de política pública, pues, mientras esté en entredicho su legalidad, la dedicación exclusiva de Uribe es cuidar de las potenciales fisuras del amplio tejido de ‘parapolíticos’, agentes de la fuerza pública, altos y medios mandos de las Auc, hermanos de Ministros, y un largo etcétera de voces que en cualquier momento pueden iniciar un hondo canto.
De ese tamaño es la paranoia y la estresante tarea del gobierno para mantener su ‘teflón’. Mientras las operaciones, los ‘positivos’ y los adversarios a insultar y demonizar, comienzan a escasear en Palacio.
Uribe ni tiene tiempo ni le interesa ejercer una racional interpretación de la ley, que no sería otra cosa que un harakiri. Su única alternativa es reformarla y debilitarla en pleno juicio a sus compañeros de ‘refundación’, antes de que la luz apunte a la Casa de Nariño.

Mejor promover conspiraciones, polarizar, favorecer el crispamiento ciego que hasta hoy ha sido el alimento perfecto de las encuestas con las cuales Uribe gobierna.....siga aca....

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