10/22/2009


A por ellos

Si se puede hay que colgar a Martín Esparza, secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), por lo menos por traición a la patria y por haber puesto en peligro el patrimonio nacional, que aunque está disminuido por la crisis, sigue siendo patrimonio. Ahora resulta que el sindicato ha quebrado a la empresa.

Entre las cosas malvadas que ha hecho la agrupación laboral se encuentra mantener una política de tarifas que beneficia al ciudadano del centro del país, se han negado a suspender el robo de electricidad, se han negado a que el gobierno federal pague tarifas bajas por la electricidad o que de repente no las pague, han obligado a la administración de la empresa a ser ineficiente, venal y corruptos. Un sindicato que permite todo eso merece desaparecer. Tan fácil que hubiera sido tomar en sus manos la dirección de la empresa y poner orden.

El SME ha sido un sindicato combativo y ha pugnado por mantener su independencia del estado, pero además se ha interpuesto en las intenciones de privatizar la energía eléctrica, cuestión fundamental por lo que toca a la política energética.

Este es un tema candente y no resuelto y que rebasa por mucho al sindicato aunque hay quién intenta moverlo para hacerlos responsables de formulaciones políticas que van más allá de su espacio de competencia y responsabilidad.

Muchas de las cuestiones que hoy se deben ventilar se le están cargando de forma indebida al sindicato, porque en el fondo uno de los temas centrales de la pugna es el inicio del embate formal en contra de los sindicatos y se ha escogido una empresa que se puede calificar de ineficiente para justificar la batalla. En el trasfondo también está un negocio muy jugoso que se le entregó a políticos y que se han topado con la resistencia del sindicato.

La derecha mexicana va contra los sindicatos buscando propinarles una derrota que facilite la reforma a la ley federal del trabajo, la que en principio busca eliminar la jornada obligatoria de tiempo completo dando la pauta para eliminar la política de seguridad social y permitirá manipular la representación de los trabajadores para deshacerse de los sindicatos.

Tal y como están hoy las cosas hay patrones que evaden el cumplimiento de los contratos colectivos, luego entonces en lugar de obligarlos a cumplir porque les parece muy caro, se concluye que hay que eliminar los contratos colectivos. A final de cuentas la ley hay que manejarla de manera conveniente.

Desviando la mirada de los temas centrales, por ejemplo la política energética, regresa el ataque. Martín Esparza es corrupto, tiene un rancho y los líderes sindicales roban. Tal vez todo eso es correcto pero no los hace únicos, lo que no quiere decir que estemos justificando una corrupción por las otras. También los políticos roban y no por eso cerramos el gobierno o los partidos políticos; los patrones roban al evadir impuestos y no por eso se les cierran las empresas aunque algunos prefieren abandonar la nave en lugar de cumplir con sus obligaciones. Los inspectores fiscales roban al aceptar sobornos y no por eso se eliminan las auditorias. En pocas palabras, o todos coludos o todos rabones.

El país esta inundado de corrupción y es incorrecto exigirle a una parte lo que no se le exige a todos, porque por omisión se tolera lo intolerable.

La guerra contra los sindicatos es muy peligrosa por varias razones:

1) El gobierno la va a perder, no podrá avanzar en su embate porque se polarizarán las cosas y se destapará una dinámica de protesta muy delicada en época de turbulencia.

2) Uno de los resultados de la guerra será una agresión en contra de la libertad, porque alguien más esta determinando cual debe ser la forma de organización de la sociedad.

3) Hay un riesgo muy fuerte de ampliación del conflicto y podemos ver una generalización de demandas que el gobierno no puede cumplir. Ya empezó el conflicto en PEMEX y esta a punto de estallar uno en la UNAM, por no hablar de otros sindicatos universitarios molestos con el recorte presupuestal.

4) Hay temas no resueltos que reclaman la energía total del gobierno. El programa de infraestructura esta frenado, el desempleo se dispara, la influenza ya rebotó, hay problema con los medios de comunicación electrónicos y el gobierno va perdiendo la guerra contra el narcotráfico.

La tranquilidad es una condición envidiable para poder salir de la crisis y el gobierno parece caminar exactamente en la dirección contraria.

Samuel Schimdt

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