6/28/2011

La vida de las viudas, una cuestión oculta

23 de junio: celebración del primer Día Internacional de las Viudas

Con frecuencia ellas son las más pobres entre los pobres, invisibles, olvidadas y silenciadas. La combinación de la pérdida del sostén de la familia y el estigma social que ello conlleva tiene efectos devastadores sobre los hijos y las hijas que quedan a su cargo.

Por: Raj Loomba*

Me crié como hijo de una viuda, y experimenté de primera mano el sufrimiento que debió soportar mi madre. Cuando murió mi padre, mi abuela le ordenó quitarse todas las joyas, incluido el bindi, y no volver a usar ropa de colores vivos nunca más.

Yo era demasiado joven para comprender estas imposiciones en aquel momento, pero el día de mi boda el sacerdote hindú que presidía la ceremonia le pidió a mi madre que se alejara del altar de la celebración porque por su viudez podía traerle mala suerte a la pareja de recién casados.

Este hecho dejó una profunda huella en mí. ¿Cómo era posible pensar que una madre que me había dado a luz, me había educado y siempre me deseaba buena suerte podía traerme mala suerte?

Generando conciencia y apoyo

Ese fue el motivo que me llevó a fundar una institución de beneficencia para viudas, la Fundación Loomba. En los años transcurridos desde su establecimiento, nuestra Fundación ha creado conciencia sobre el sufrimiento de las viudas en el mundo entero. En este momento, estamos educando a más de 3.000 hijos de viudas pobres en la India.

El sufrimiento de las viudas pobres y sus hijos es grave Sin embargo hasta ahora ha pasado desapercibido y no se ha abordado. Una mujer que sufre la pérdida de su esposo debe enfrentar los problemas derivados de quedarse sin apoyo en una sociedad en la que la presencia de un marido es esencial para su seguridad

Como parte de su labor a escala mundial, la Fundación Loomba trabaja para aliviar la penosa situación de las viudas pobres en todo el mundo. En la actualidad, estamos presentes en 12 países para apoyar a las viudas que son víctimas de la pobreza, la enfermedad, la guerra, el genocidio, la violación y la injusticia social.

Establecí la Fundación Loomba en 1997 en el Reino Unido con mi esposa, Veena Loomba, fundamentalmente para crear conciencia sobre la difícil situación de las viudas y de sus hijos, afligidos por la pobreza, el analfabetismo, las enfermedades como el VIH/SIDA y la malaria, los conflictos y la injusticia social.

La institución lleva el nombre de mi difunta madre, Shrimati Pushpa Wati Loomba, que enviudó en el Punjab (India) en 1954. Ella tuvo la suerte de que mi padre, que era un exitoso hombre de negocios, le dejara recursos financieros holgados.

Aunque mi madre nunca había ido a la escuela, quiso educar a sus siete hijos pequeños. Mis dos hermanas se graduaron en la Universidad del Punjab en una época en que las niñas ni siquiera iban a la escuela. Yo me eduqué en los Estados Unidos gracias a mi madre.

Estas viudas y sus hijos quedan expuestos a todas las formas de explotación posibles, ejercidas incluso por sus propios parientes. Muchas de estas crueldades e injusticias responden a creencias religiosas y prácticas sociales establecidas.

En muchos países en desarrollo, cuando una mujer pierde a su esposo, pierde su lugar en la sociedad. La familia de su marido, y la sociedad en general, la ven como un elemento adverso. La culpan de la muerte de su esposo, la consideran una carga y comienzan a hacerle el vacío.

Luchando contra la injusticia social

Con frecuencia las viudas son las más pobres entre los pobres, invisibles, olvidadas y silenciadas. La combinación de la pérdida del sostén de la familia y el estigma social que ello conlleva tiene efectos devastadores sobre los hijos que quedan a su cargo.

Creemos que ofrecer apoyo a las viudas y a sus hijos es una de las formas más importantes y eficaces de luchar contra la pobreza y la injusticia a escala mundial y un factor clave para permitir que la comunidad internacional alcance los Objetivos de Desarrollo del Milenio

En 2005, en la Cámara de los Lores del Reino Unido, la Fundación Loomba declaró el 23 de junio Día Internacional de las Viudas con el objetivo de dedicar un día a la reflexión en todo el mundo y la promoción de una acción mundial eficaz. Cuando sea reconocido por las Naciones Unidas, el Día Internacional de las Viudas ayudará a alcanzar al menos cinco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Hace cuatro años, en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Asuntos del Commonwealth, en Londres, se celebró una importante conferencia internacional sobre las viudas para crear conciencia del problema a nivel internacional y proporcionar a personas, empresas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales una plataforma para abordar cuestiones ligadas a la viudez, como la pobreza y las privaciones, el estigma social, la discriminación jurídica y el impacto del VIH/SIDA.

Estudio: percepción de la discriminación

En 2008, World Public Opinion llevó a cabo una encuesta en 17 países, encargada conjuntamente por Chatham House y la Fundación Loomba. La encuesta confirmó la percepción extendida de que a las viudas y las divorciadas se las trata peor que a otras mujeres.

El director de World Public Opinion, Steven Kull, dice que la discriminación contra ellas parece ser un fenómeno en muchos países, y no solo en algunas culturas tradicionales, y que en la mayoría de los países, incluso los desarrollados, la gente reconoce que existe al menos algo de discriminación.

Exhortamos a las Naciones Unidas a reconocer el Día Internacional de las Viudas.

*Ampliamente conocido hoy como el pionero de los derechos de las viudas e impulsor del Día Internacional de las Viudas. Empresario hindú.

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Mensaje del Secretario General de la ONU para 2011

La celebración del primer Día Internacional de las Viudas brinda la oportunidad de llamar la atención sobre las muchas experiencias que las mujeres deben afrontar por primera vez a la muerte de sus maridos.

Además de soportar el dolor, es posible que la mujer se encuentre por primera vez desde su matrimonio privada de una red de seguridad social. Con excesiva frecuencia, las viudas no tienen acceso a la herencia, a la titularidad de las tierras, al empleo, e incluso a los medios de supervivencia.

En los lugares en los que la posición de la viuda está ligada a la del marido, es probable que la mujer se sienta de repente excluida y aislada. El matrimonio, tanto si lo desea como si no, puede ser la única manera de que una viuda recupere su puesto en la sociedad.

De los aproximadamente 245 millones de viudas del mundo, más de 115 millones viven en la pobreza extrema. En los países sumidos en conflictos, las mujeres enviudan a menudo cuando son jóvenes y deben asumir la ardua labor de atender a sus hijos entre combates y desplazamientos sin ayuda ni apoyo.

Algunas de estas mujeres son adolescentes, o incluso niñas. La muerte de sus maridos puede dejar un terrible legado que estas viudas deben soportar durante el resto de sus vidas.

Todas las viudas deberían estar protegidas por los derechos consagrados en la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y otros tratados internacionales en materia de derechos humanos.

Pero en la realidad, las interpretaciones de los códigos consuetudinarios, así como los ritos tradicionales de duelo y enterramiento, a menudo privan a las viudas de la práctica totalidad de sus derechos universalmente reconocidos.

Pese a las numerosas dificultades a las que las viudas se enfrentan, muchas de estas mujeres realizan valiosas contribuciones a su país y a su comunidad. Algunas de ellas asumen puestos prominentes en las más altas esferas. Otras trabajan en sus familias, acogiendo a los huérfanos, atendiendo a otras personas y cruzando las líneas de combate para restañar las heridas abiertas en la sociedad.

Debemos reconocer la importante contribución de las viudas, y velar por que disfruten de los derechos y la protección social que merecen.

La muerte es inevitable, pero podemos mitigar el sufrimiento que las viudas soportan mejorando su situación y prestándoles ayuda en sus momentos de necesidad. De este modo, contribuiremos a promover la participación plena e igualitaria de todas las mujeres en la sociedad y nos acercaremos al ideal de poner fin a la pobreza y promover la paz en todo el mundo.

Ban Ki-moon


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