1/10/2012

Ícono de la corrupción presidencial


Utopía



Eduardo Ibarra Aguirre


Hace buen tiempo que a la Estela de Luz le cambiaron el nombre por el de la corrupción y otros producto del ingenio y la indignación ciudadanas debido a la programación que obligó a realizar 419 modificaciones al proyecto original, la asignación de la obra sin respeto a las obligaciones legales, la triplicación del costo presupuestado y la inauguración con 15 meses de retraso, ceremonia intempestiva a cargo de Felipe Calderón y Margarita Zavala.

Todo lo anterior le importó un comino al primer matrimonio del país. El esposo de Zavala Gómez del Campo, señor que dice trabajar incansablemente por “un gobierno de leyes”, justificó las razones y sinrazones de los agudos críticos de su principal obra por el bicentenario de la independencia de México, sin contar el costo que aún es secreto del desfile y el espectáculo multimedia escenificados en el Zócalo capitalino. Extraoficialmente se conoce que la vajilla que usaron en la cena del 15 de septiembre de 2010, en Palacio Nacional, costó 2 millones de pesos.

El abogado, economista y administrador público dio una explicación pormenorizada sobre las múltiples inconsistencias que se localizaron en el proyecto original, previamente autorizado y ya en plena ejecución, las que ponían “en riesgo su viabilidad”. Decidimos, abundó el ahora arquitecto e ingeniero Calderón Hinojosa, “que se harían todos los estudios necesarios para que la estela fuese construida con todo el rigor técnico que una construcción de tal magnitud e importancia ameritaba”. Vino entonces el reconocimiento a Alonso Lujambio, el gran ausente en el acto oficial, por su “perseverancia y sensatez, con las que logró superar los obstáculos más inimaginables, y llevar así, el proyecto a su plena culminación”.

“Perseverancia y sensatez” del secretario de Educación Pública que no fue ajena a su declinación como suspirante blanquiazul a la silla presidencial, pues lo asociaron con “los obstáculos más imaginables”, como Calderón prefiere denominar las enormes irregularidades que esconde el llamado monumento a la corrupción. Conducta gubernamental saturada de opacidad e ilegalidades en la asignación de las obras y contratos, éstos vía la agencia de turismo del ISSSTE, que sellaron a los festejos.

La investigación que realiza la Secretaría de la Función Pública produjo tres inhabilitaciones de funcionarios de segundo nivel. Seguramente la Auditoría Superior de la Federación aportará elementos sobre más irregularidades. Y es de esperarse que la Comisión de la Función Pública de la Cámara de Diputados cumpla sus obligaciones sin reparar en límites partidistas o inhibiciones por tratarse del sexenio “de los buenos somos la mayoría de los mexicanos”, como discursean para legitimar una costosísima guerra –donde también se ocultan grandes negocios del grupo gobernante– contra el crimen organizado y que ya rebasó las 60 mil víctimas mortales.

El paulatino declive del gobierno del señor que juró en 2006 “tengo las manos limpias”, posibilita que los negocios pasen a un primer plano, mas es preciso que los resultados trasciendan la coyuntura de la disputa electoral para que las instituciones a las que formalmente Felipe Calderón nunca “mandó al diablo”, pero sí las atropelló en forma sistémica, realicen una escrupulosa investigación.

Sólo así podrían dilucidarse y fincarse responsabilidades a prominentes y enriquecidos panistas que hicieron de Petróleos Mexicanos centro de sus negocios particulares en la asignación de jugosos contratos. Los presuntos desvíos del Ramo 33 a la campaña federal blanquiazul de 2003. El más que documentado tráfico de influencias del difunto Juan Camilo Mouriño y de sus socios aún vivos…

Acuse de recibo

Reflexión que envía una empresaria que prefiere el anonimato: “Es bueno tener dinero y las cosas que el dinero puede comprar, pero es más importante ponerse una que otra vez a meditar acerca de no correr ciertos peligros, como no haber perdido las cosas que el dinero no puede comprar”… De Reporteros sin Fronteras: “Asesinan a balazos a un periodista en un bastión de los temibles ‘Zetas’. Tras un año 2011 particularmente macabro para el gremio periodístico, 2012 está ya marcado por el asesinato de Raúl Régulo Garza Quirino, colaborador del semanario La Última Palabra, ocurrido el 6 de enero en Cadereyta, Nuevo León. El reportero, quien también era empleado del municipio, fue acribillado en su automóvil, cuando era perseguido por un grupo de hombres armados”. Y hace votos porque "2012, año electoral, no debe ser el del centésimo periodista mexicano asesinado en una década. El país debe evitar este siniestro símbolo tomando al fin las medidas necesarias para luchar contra la impunidad”... Ricardo Alemán rinde culto a la máxima calumnia, calumnia que algo queda: “Incluso; (sic) no pocos estudiosos de grupos clandestinos que operan en México, ubican presuntos vínculos entre el grupo radical que secuestró a Diego (Fernández de Cevallos), y algunos promotores de las aspiraciones presidenciales de AMLO.”

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