8/08/2012

La Chamana...

Con música mexicana, Chavela Vargas defendió su sexualidad

Trascendió la Chamana que rompió estereotipos


Por Yunhuen Rangel y Argelia Villegas

México, DF, 7 ago 12 (CIMAC).- Nos deja una grande, una mujer que transgredió estereotipos en su imagen, en su manera de interpretar la canción ranchera, que –prescindiendo del mariachi– desnudó el sentimiento intenso de la música mexicana.

Isabel Vargas Liziano, hija de Herminia Lizano y Francisco Vargas, nació el 17 de abril de 1919 en San Joaquín de Flores, Costa Rica, y murió a los 93 años en México, país del que se nacionalizó y del que se volvió ciudadana distinguida en 2009.

Chavela Vargas decidió escribir su historia en México y se volvió mexicana a los 14 años; interpretó nuestras canciones como quien acaricia el cuerpo de un amor, hasta que ella decidió “trascender”, que no morir, en Cuernavaca, Morelos, no muy lejos del cerro del Tepozteco con el que –aseguraba la cantante– sostenía largas charlas.

La imagen de Chavela, desafiante para su tiempo, retrata lo dicho por ella misma: “Yo he tenido que luchar para ser yo y que se me respete, y llevar ese estigma para mí es un orgullo”. La intérprete se refería a sus preferencias sexuales de las que mil historias se escribieron.

Llegó a México en 1933, y se enamoró de un país que escuchaba a Agustín Lara, admiraba a Diego Rivera y Frida Kalho y leía a Juan Rulfo.

En los años 50 Chavela decidió cantar en forma profesional y acompañó a José Alfredo Jiménez, uno de los mejores compositores de música ranchera.

Ella aportó su personalidad a canciones como “La Llorona”, “Luz de luna”, “Cruz de olvido”, “En el último trago”, “Piensa en mí”, y por supuesto “Macorina”, canciones que son parte de más de 40 discos que hoy todavía resuenan.

Una botella de alcohol la acompañó, pero también la amistad y el reconocimiento de personalidades como Manolo Arroyo, el cineasta Pedro Almodóvar, o Joaquín Sabina, compositor y cantante español, quien la incluyó en su canción “Por el boulevard de los sueños rotos” como lo que era: la mujer del poncho rojo, pelo de plata y carne morena, mestiza ardiente de lengua libre.

La mujer de la voz de rayo de luna llena, la Vargas, la Chamana, efectivamente trascenderá en la historia musical de nuestro país, y en la memoria y reconocimiento de muchas personas a las que con su canto acompañó en la soledad, la desolación y la rebeldía.

EL ÚLTIMO ADIÓS EN GARIBALDI

La Dama del Tequila, Chavela Vargas, se fue con sus dos últimos sueños cumplidos: cantar en España para despedirse del poeta Federico García Lorca (1898-1936), y ser velada en Garibaldi.

Al filo de las 19:15 horas de ayer lunes y cuando las luces de la Torre Latinoamericana y el Palacio de Bellas Artes se encendían, apareció la carroza fúnebre que transportaba el cuerpo de Chavela a Garibaldi, una plaza que brilló y la recibió vestida de cantos, lágrimas y cientos de personas que coreaban: “Chavela somos tú y aquí estamos”, “Se va tu cuerpo, pero tú te quedas”.

La presencia del cuerpo de la Chamana, quien defendió siempre los derechos de las y los homosexuales y asumió libremente su sexualidad, transformó Garibaldi en una cantina al aire libre en la cual se mezclaron cantos, aroma a flores y tequila alrededor de la capilla improvisada frente al Museo de Tlaquepaque, donde reposó el cuerpo de Chavela tras su llegada.

Pasadas las 19:30 horas, inició la música y la lluvia enmarcó un homenaje digno de Chavela, como ella quería se alzó un brindis colectivo donde parejas, grupos de jóvenes, hombres y mujeres de la tercera edad compartían cerveza, tequila y cantaban entre lágrimas “Amor Eterno”, una de las primeras canciones que inauguró una noche bohemia que se extendió por más de dos horas.

La espera valió la pena y alrededor de 10 mil personas, según la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, pudieron dar el último adiós a la cantante bajo un orden establecido por la propia ciudadanía que asistió al evento.

El féretro de la Chamana, quien le habló al cerro del Tepozteco los últimos años de su vida y donde, según su deseo, descansarán una parte de sus cenizas, fue cubierto con un poncho a rayas azules y blancas con borde rojo, en recuerdo a la prenda que ella acostumbraba usar.

Después de las 20:00 horas, en Garibaldi desfilaron cientos de personas para besar el féretro de Chavela. La actriz Vanessa Bauche dio lectura al poema “Mariachis y mariachis”, de Carlos Mapes, después las cantantes Lila Downs, Eugenia León y Tania Libertad interpretaron canciones como “Flor de Azalea”, “Volver, volver” o “Un mundo raro”.

Fue una velada bautizada con la misma estela de amor que rodeó a Chavela Vargas en cada instante de sus 93 años de vida. Se fue como vivió hasta el pasado domingo 5 de agosto. Estuvo rodeada de jóvenes, mujeres y hombres que cautivados abrazaron su ataúd, corearon sus canciones y le llevaron flores en el corazón de su querido México.

Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del DF, Consuelo Sáizar, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), José Alfredo Jiménez hijo, en representación de la Sociedad de Autores y Compositores de México, y Nina Serratos, titular de la Secretaría de Cultura del DF, fueron algunas de las figuras de la esfera política y cultural que asistieron al homenaje.

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