9/22/2012

Cada vez más madres ven partir a sus hijas

LA OTRA RUTA MIGRATORIA

En Oaxaca, aumenta cifra de niñas y adolescentes que migran

Por Citlalli López, corresponsal

San Miguel del Valle, Oaxaca, 21 sep 12 (CIMAC).- Natalia ha visto dos veces la misma escena: la despedida de un hijo (hace 14 años) y una hija (hace nueve). Ninguno alcanzaba la mayoría de edad cuando emigraron de esta comunidad fincada entre lomeríos con cultivos abandonados y de casi 2 mil 600 habitantes.

Ambos, en su momento, salieron con la idea de ayudar económicamente a sus padres, pero sólo ella cumplió. “El otro  hijo se olvidó de nosotros”, lamenta Natalia.

Luego del primer adiós, la mujer le rogó a Ana, su hija, que no se fuera. “Aunque tortilla con sal, pero aquí comemos. No te vayas”, le ofreció. Ella no aceptó.

Cuando Ana emigró sola hacia la Ciudad de México tenía apenas 17 años. No sabía leer ni escribir. Nunca fue a la escuela. Empacó sus pocas pertenencias y se fue.

En casa se quedaron sus papás, la abuela y Laura, su hermana menor, quien ahora con 16 años desea caminar sobre los pasos de la migración, pero por lo pronto se dedica a elaborar mandiles y los vende para sobrevivir.

AHORA SE VAN LAS MUJERES

San Miguel del Valle se ubica a 37 kilómetros de la capital de Oaxaca. La migración es un fenómeno común, pero para la autoridad municipal ha comenzado a ser alarmante, pues son las niñas y adolescentes quienes están migrando sin la compañía de un adulto.

Hasta hace algunos años, las mujeres jóvenes estaban “hiladas” en su comunidad a través de los telares. Desde pequeñas eran formadas para la elaboración de tejidos de lana, pero el trabajo se fue deshilvanando.

Por su habilidad, las mujeres son las principales manos en la actividad artesanal. “Entonces al no tener trabajo, ellas comenzaron a emigrar”, explica Ángel Hernández López, síndico auxiliar municipal.

Según su censo, unas 300 mujeres jóvenes se han ido, muchas a la capital del estado, unas más a otros estados para trabajar como niñeras y empleadas del hogar. La mayoría se fue para convertirse en el principal sostén de la familia.

Tiempo atrás, recordó Hernández López, la migración era exclusiva de los hombres padres de familia. Con el paso de los años la migración envolvió a los jóvenes y a familias enteras que viajaban hacia Estados Unidos.

Pero ahora en San Miguel del Valle las niñas sólo esperan rebasar los 12 años para ir en busca de un trabajo, para aportar al gasto familiar.

RADIOGRAFÍA DE LA MISERIA

La población total de San Miguel del Valle es de 2 mil 593 personas, según el censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de las cuales mil 134 son hombres y mil 459, mujeres.

A diferencia de otras comunidades con alto índice de migración, la población dominante en San Miguel no está conformada por niñas, niños y ancianos, sino por adultos. Sólo el 34.41 por ciento de los pobladores son menores de edad, el 10 por ciento son adultos mayores y el resto (45.59) son personas adultas.

A falta de empleos formales, sólo 17 personas tienen acceso al seguro social, el resto de la población se atiende en el Seguro Popular o con yerberos.

La pobreza de la población se refleja en sus viviendas. De las 554 existentes, 213 tienen piso de tierra, sólo dos tienen computadora, 23 una lavadora y 417 tienen televisor.

De la población a partir de los 15 años, 222 no tienen ninguna escolaridad y mil 324 tienen una escolaridad incompleta. Sólo163 tienen una escolaridad básica. Sólo 41 jóvenes entre 15 y 24 años de edad han ido a la escuela. La escolaridad promedio de la población es de 4 años.

Laura Antonio García tiene 16 años, sólo terminó la secundaria y se dedicó a trabajar para ayudar en la familia con los gastos generados por la diabetes de su padre.

Trabaja en la comercialización de mandiles que ella misma cose y borda. Despojada del temor de salir de su comunidad, Laura viaja a Puebla, Guanajuato y otros estados para vender sus productos.

Del techo de lámina penden docenas de mandiles multicolores. La jornada de Laura comienza antes de que asome el sol y culmina cuando todos se han dormido. Asumió el papel de proveedora del hogar.

Ahogada por las deudas familiares, Laura ha pensado en emigrar y conseguir un empleo fijo. Natalia –madre de Laura–, quien ya perdió dos hijos con la migración, intenta cada día disuadirla para que no se vaya.

“Yo no la dejo, he visto en la televisión muchas mujeres a las que prostituyen”, dice Natalia, pues teme que en el trayecto su hija pueda ser interceptada por algún grupo de trata de personas.

La mujer, quien no rebasa los 45 años, refiere otro caso de migración obligada por el factor económico. A los 13 años, su sobrina tuvo que migrar para ayudar en la manutención de su familia. El padre falleció recientemente. La familia se quedó en el desamparo y endeudada.

“Así se vive aquí: ahora las mujeres son las que trabajan, las que aportan porque los hombres cuando migran nos olvidan”, comenta Natalia.

En Oaxaca, los principales polos de atracción de niñas, niños y adolescentes en migración intermunicipal son la ciudad de Oaxaca, Matías Romero, Ciudad Ixtepec, Salina Cruz, Pinotepa Nacional y Puerto Escondido.

De acuerdo con el Inegi, 103 mil 85 personas de 5 años y más que en junio de 2005 residían en Oaxaca ahora viven en otra entidad. De ellas, 8 mil 451 son niñas y niños de 5 a 9 años de edad, 8 mil 963 de 10 a 14 años, y 18 mil 681 de 15 a 19 años.

Los estados con mayor captación de niñas, niños y adolescentes migrantes oaxaqueños son el Estado de México, Veracruz y Distrito Federal.


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