9/19/2012

Islamofobia hollywoodense: de los Versos satánicos al sacrilegio al profeta Mahoma

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
 
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El candidato presidencial republicano, Mitt Romney, durante un acto de campaña para recaudar fondos en Dallas, Texas, ayerFoto Reuters
 
A mes y medio de las cruciales elecciones en Estados Unidos –donde se juega la bifurcación entre la aceptación de la multipolaridad geoeconómica (Obama) y el revanchismo militar unipolar (Romney)–, el planeta entero entró a una fase ominosa de agudización de las turbulencias (añejas y nuevas): producto de la crisis multidimensional de la globalización neoliberal financierista y del agravamiento de los rescoldos por la posesión de las islas Diaoyu/Diaoyutai entre Japón y China, susceptible de desencadenar una guerra regional y hasta una tercera guerra mundial.
 
La viciosa islamofobia de Estados Unidos/Israel, al unísono de Gran Bretaña y los circuitos fascistoides de Europa, no es novedosa y proviene desde los blasfemos Versos satánicos del escritor indobritánico Salman Rushdie (exiliado cómodamente en Nueva York con todos los laureles después de su hazaña literaria), hace 24 años, pasando por las caricaturas danesas que satirizan al profeta Mahoma, hasta la quema del Corán por el pastor (sic) Terry Jones en Gainesville, Florida (bastión cubano-sionista), adscrito a una exigua Iglesia cristiana sin denominación: Dove (sic) World Outreach Center.

Lo novedoso no es la enésima profanación del profeta Mahoma previamente a las elecciones en Estados Unidos –con el probable propósito avieso de torpedear a Obama para beneficiar a Romney, íntimo del premier israelí Netanyahu–, sino lo impactante del repudio masivo en 30 (¡supersic!) países musulmanes que desembocó en incendios a oficinas e intereses de Estados Unidos y al asesinato reprobable de cuatro diplomáticos en Bengasi (Libia) cuya autoría real –aunque reivindicada por Al Qaeda– empieza a ser desenmascarada.

Ironía del destino: el asesinado embajador Chris Stevens fue uno de los cerebros de la invasión a Libia desde Bengasi y había contado para derrocar a Kadafi con el apoyo de yihadistas de Al Qaeda, quienes han instaurado en las penumbras el califato de Cirenaica, con tácito soporte de la CIA (para otra agenda de desestabilización meta-medio/oriental).

El video sacrílego surge después de dos cumbres exitosas: 1) la Organización de Cooperación Islámica (OIC, por sus siglas en inglés), de 57 países y mil 300 millones de feligreses, con un asombroso PIB de casi 8 billones de dólares, que lo coloca en tercer lugar en el ranking global, detrás de Europa y Estados Unidos, y antes de China e India (que ya desplazó a Japón del quinto sitio), y 2) el Movimiento de los No Alineados, de 120 países (de 193 de la ONU), en Teherán: 55 por ciento de la población mundial, que aisló de facto a Israel y a Estados Unidos (en ese orden).

Entre varias teorías, propuse en diversos medios que las manifestaciones en Bengasi pudieron haber servido como cortina de humo para una probable venganza de la guerrilla kadafista, que se hubo cobrado la afrenta de la sodomización (Vlady Putin dixit) de su líder por agentes de Estados Unidos en suelo invadido.

El filme sacrílego de autoría mutante de California, sede de la industria cinematográfica propagandística mezclada de pornovideos de Hollywood –supremo poder del lavado de los cerebros valetudinarios a escala global, que los portales islámicos atribuyen bajo control de israelíes (radioislam.org/ islam/english/toread/hollyjew.htm)–, fue la gota que derramó el vaso de las permanentes políticas islamofóbicas que promueven Estados Unidos e Israel, cuando el Islam ha sido absurdamente adulterado como religión de terroristas.
La secuencia cronológica arroja mucha luz antes, durante y después del aniversario 11 del 11 de septiembre. Un día antes: las jeremiadas de Netanyahu contra Obama por la ausencia de líneas rojas en el contencioso nuclear iraní, que se rehusaron a trazar el Pentágono y el Departamento de Estado. Mismo día 11: exposición del video sacrílego en un talk show egipcio y la consecuente explosividad multitudinaria en África del norte, para expandirse al otro día a 30 países.

Son momentos cuando la primera víctima es la verdad y su realidad es sustituida por percepciones y sospechas atávicas. Al principio, The Times of Israel señaló la autoría de un inversionista inmobiliario israelí-estadunidense Sam Bacile (que luego resultó apócrifo y trasmutado en copto cristiano egipcio), financiado por 100 judíos (lo cual coloqué en mi tuit a medianoche). Las rectificaciones llegaron tarde, cuando el daño estaba consumado y aún existen sectores islámicos que no han modificado la versión original.

En paralelo a The Atlantic (11/9/12), Ismail Salami, experto en Shakespeare (Press Tv, 14/9/12), cita que detrás de la vulgar película Inocencia de los musulmanes se encuentra el pastor Terry Jones: agente entrenado por el Mossad (¡supersic!) con la tarea de impulsar una agenda peligrosa en el mundo musulmán. En 2011 quemó ejemplares del sagrado Corán y colocó el video en Internet que provocó una muy fuerte reacción, que llevó a la muerte de nueve personas.

Justin Raimondo (antiwar.com, 14/9/12) aduce una operación sionista para beneficiar a Romney y dañar a Obama.

Taleb a-Sanaa, miembro árabe del Knesset (Parlamento israelí), acusó a los elementos sionistas de fomentar la islamofobia (The Times of Israel, 17/9/12).

Thierry Meyssan, director de Réseau Voltaire (17/9/12), inculpó a agentes israelíes (sic) de haber manipulado a las masas de Bengasi para impedir que Estados Unidos se aleje del dominio sionista.

Webster Tarpley desmenuza la red que, a su juicio, está detrás de la película con el fin de sabotear la relección de Obama: la mafia de los mormones (religión de Romney y Brent Scowcroft, aliado de Kissinger) en la CIA/el partido Likud de Netanyahu/los neoconservadores straussianos/Google, etcétera (Press TV, 16/9/12). ¡Uf !

Kurt Nimmo agrega a dos islamofóbicos profesionales que circulan libremente: Pamela Geller y Robert Spencer (Infowars, 17/9/12). La madeja apenas se desenmaraña.

El video sacrílego confeccionado en California consiguió conectar la mal llamada primavera árabe (que entró en su fase invernal) y su despertar islámico con la furia musulmana, cuyas consecuencias no derivarán en una tercera guerra mundial (situación que se pudiera generar con el cambio de régimen por EU/OTAN en Siria e Irán, lo cual provocaría letalmente al RIC: Rusia, India y China), pero que desnudan el fracaso colosal de toda la política árabe e islámica de Estados Unidos, que quedó hecha añicos debido a su secuestro por el lobby israelí (ver libro El lobby israelí y la política exterior de EU, de los politólogos consagrados John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt).

Por azares del destino, la visita del papa Benedicto XVI a Líbano –programada con antelación para apuntalar a los cristianos de Medio Oriente: los grandes perdedores de la geopolítica de los paganos hipermaterialistas de Occidente– se escenificó durante el paroxismo de la furia islámica y fue recibido con entusiasmo por las jóvenes adolescentes del Hezbolá chiíta vestidas con su chador, donde pregonó el diálogo de la civilizaciones en el simbólico microcosmos de los cedros milenarios.

El mundo católico, la mayor denominación de cristianos, se desmarca de la agenda superbélica del choque de civilizaciones y su guerra permanente contra el Islam y la mayoría de los indomables del planeta.

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