9/22/2012

Dudas

Desde la luna de Valencia


Por Teresa Mollá Castells*

España, 18 sep 12 (CIMAC).- A lo largo de esta intensa semana se han sucedido acontecimientos que de nuevo han puesto las llamadas “primaveras árabes” en el punto de mira informativo y en mi particular punto de reflexión; de ahí el nombre de este artículo: por las dudas que me han suscitado algunos temas.

La muerte del embajador de EU en Libia por un atentado islamista y la posterior ola de protestas en otros países, mayoritariamente gobernados por islamistas, me ha llevado a pensar en la nueva situación de las mujeres de esos países.

En Túnez, donde gobierna un partido islamista, mientras se redacta una nueva Constitución está la posibilidad de que desaparezca de esa nueva Carta Magna la igualdad entre mujeres y hombres, puesto que para quienes gobiernan la mujer es “complementaria” del hombre, que no igual.

En Egipto las cosas están todavía peor, puesto que a la salida del mes del Ramadán, algunos medios de comunicación denunciaron la violación de varias jóvenes por parte de algunos hombres.

Además se está imponiendo una nueva forma de tortura entre las jóvenes manifestantes solteras a las que se les realiza un examen vaginal para comprobar su virginidad, y en caso de que no sea así, corren el riesgo de ser acusadas de ejercer la prostitución.

También se baraja la posibilidad de rebajar la edad legal para contraer matrimonio de los 19 a los 9 años, con lo cual las familias pueden casar a las niñas a partir de esa edad, negándole cualquier otra posibilidad de vida a esas criaturas unidas a la fuerza.

En Libia las cosas no están mucho mejor que en los dos países anteriores y en Siria siguen desangrándose en una guerra civil.

En todos estos países gobernaban dictadores respaldados por occidente que, a su vez, les exigían un “cierto respeto” a los Derechos Humanos en general y a los de las mujeres y niñas en particular.

Con las revueltas de la “primavera árabe”, avaladas y respaldadas también por occidente en aras de la libertad de los pueblos y para derrocar regímenes dictatoriales, quienes gobiernan ahora son regímenes islámicos elegidos “democráticamente”, quienes toman el poder sustituyendo a los dictadores.

Pues bien, es doloroso comprobar cómo en todos ellos los derechos y libertades de las mujeres se han visto recortados. Y todo ello con el visto bueno y el beneplácito de occidente y de EU, que armaron a los insurgentes y ahora reconocen a esos gobiernos como legítimos, despreciando por tanto los Derechos Humanos de las mujeres.

Y a mi recuerdo acude la Revolución en Irán, o la situación en Irak o Afganistán, por ejemplo. En estos países donde hubo revueltas y cambios de gobiernos, la situación de las mujeres y las niñas siempre salió perdiendo.

No estoy cuestionando el Islam en sí mismo, puesto que mi ateísmo me lo impide, pero sí cuestiono la interpretación que los líderes espirituales y políticos hacen sobre las mujeres y su papel en la sociedad.

Sencillamente las relegan a ser invisibles con las burkas, totalmente dependientes de las decisiones de los hombres de las familias, les niegan la posibilidad de elegir cómo vivir sus vidas, las maltratan continuamente desde las instituciones, las degradan a ser meramente objetos que poseer después del mes de abstinencia del Ramadán, e incluso a las mujeres extranjeras que acuden a algún evento se las aconseja ir con pantalones holgados, sin escotes, etcétera.

Y de ahí mis dudas. ¿Qué libertades se han conseguido para ellas después de las revueltas? Esas mujeres estuvieron con los hombres que lucharon contra los dictadores en las plazas y calles clamando por la libertad de sus pueblos.

Pero en realidad esa libertad sólo les ha llegado a ellos que se la han apropiado y a ellas, a sus compañeras de luchas, las han expropiado de libertades y derechos, y las han devuelto, con los pocos derechos que tenían, de nuevo a sus casas.

Y de nuevo se repite la historia. Pero ahora con el apoyo de los llamados países democráticos que están permitiendo una brutal regresión en los Derechos Humanos de mujeres y niñas de esos países, por intereses no siempre confesables.

Además, con las revueltas, se destruyeron industrias, campos, etcétera, que daban trabajo a algunas de ellas. Y con esa destrucción ha habido un aumento importante de la pobreza que afecta mayoritariamente a mujeres y niñas.

De nuevo los credos y religiones asociados al poder construyen una nueva sociedad pretendidamente más libre en donde esa libertad es sólo para los hombres, consolidando de ese modo un patriarcado más feroz y violento debido a las interpretaciones que sólo los hombres hacen de todos los textos sagrados.

Y los gobiernos que les dan sustento, con su silencio cómplice, permiten la degradación, cuando no la eliminación, de los derechos conseguidos de mujeres y niñas.

¿Realmente ha valido la pena luchar con ellos para salir perdiendo de todas todas? ¿Qué beneficios han conseguido aquellas mujeres que lucharon en las plazas y calles para derrocar a los dictadores y que aún lo hacen en algunos lugares como Siria?

¿Es mejor para las mujeres el nuevo modelo de democracias islamistas emergentes después de años de dictaduras? ¿Tienen las mujeres espacios políticos permitidos en esas nuevas “democracias”? ¿Han conseguido esas mujeres ser un poco más libres e independientes después de derrocar a los dictadores?

Llamar dudas cuando conoces las respuestas a esas preguntas es un eufemismo para poner por escrito lo que siento desde hace días. Y siento rabia y tristeza por ver cómo se repite de nuevo la historia.

Tengo la sospecha de que están saliendo, de nuevo, bastante malparadas expresiones que siempre me han provocado admiración. Expresiones como LIBERTAD, IGUALDAD, REVOLUCIÓN, EQUIDAD, JUSTICIA SOCIAL, LAICISMO, y algunas más.

Supongo que la UTOPÍA inicial se ha quedado sólo en eso, en inicial, puesto que en el camino se quedó la propia UTOPÍA, al menos para las mujeres luchadoras que salieron a las plazas y calles clamando libertades para todo el mundo.

tmolla@teremolla.net

*Corresponsal, España. Periodista de Ontinyent.

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