9/19/2012

¿Ebrard 2018?


 Ricardo Rocha

Entre las paradojas heredadas del primero de julio destaca una: anticipar la disputa por 2018 entre los partidos de izquierda. La derrota de Andrés Manuel López Obrador aceleró el rompimiento formal con el PRD, luego de una relación artificial, obligada e insoportable para ambos. A la vez, apresuró también el proceso para convertir el Movimiento de Regeneración Nacional en un partido político que tendrá como propósito fundamental impulsar, por tercera vez, la candidatura de López Obrador a la Presidencia dentro de seis años. Sólo que la disputa no comenzará entonces, sino desde ahora mismo, por la sencilla razón de que Marcelo Ebrard ya dijo con todas sus letras que quiere ser primero candidato y luego Presidente de México.

Es más, el propio jefe de Gobierno acaba de aprovechar dos plataformas casi simultáneas con ese propósito. Este lunes, ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal cumplió con el mandato legal de su sexto y último Informe. En él pudo presumir una serie de logros que en realidad nadie podría regatearle: en educación, el GDF apoyó a 530 mil jóvenes en este periodo con el programa “Prepa sí”; el Metro sigue siendo el más barato del mundo y luego de un esfuerzo verdaderamente titánico se concluirá finalmente la estratégica Línea 12 este 30 de octubre; nadie duda de que hoy, con avances tan notorios como las cuatro líneas del Metrobús y los sistemas de Eco-bici, tenemos una ciudad más limpia y respirable; en cuanto a la discriminación y a favor de las batallas por las reivindicaciones de género, somos también la capital de la libertad, del derecho a decidir y de la tolerancia; en el tema  de la seguridad, hay una perceptible reducción de 11% en los delitos de alto impacto de 2006 a la fecha, mientras que en el resto del país esta criminalidad ha aumentado 40%; se ha innovado con la apertura a la inversión privada por miles de millones de pesos en las autopistas urbanas; se ha duplicado el número de turistas nacionales y extranjeros.

Por todo ello, Marcelo Ebrard pudo afirmar que “por su acción climática, por su programa de derechos humanos, por sus libertades, por sus avances en salud pública, por su infraestructura y su dinamismo, la Ciudad de México es hoy reconocida en todo el mundo”.

Eso fue el lunes, en el Informe ceremonial ante la ALDF. Ayer martes, en un mensaje político durante un “acto ciudadano” en el Auditorio Nacional, Ebrard fue muy claro:

— “Lo que sigue es seguir luchando por lo que hemos creído. Lo que sigue es mostrar que lo que se ha logrado aquí puede generalizarse en el país. Lo que sigue es trabajar por la unidad de las fuerzas progresistas. Lo que sigue es defender a la ciudad de los intereses mayoritarios”.

— “Lo que sigue es preparar día a día, con paciencia y perseverancia, la contienda que habrá de venir en el 2018 para obtener la victoria y cambiar por fin el rumbo de México”.

— “Sigue una larga y difícil tarea política para que en 2018 pueda yo participar como candidato y ahí nos encontremos todos”.

Luego, Ebrard auguraría una gran gestión al jefe de Gobierno electo, Miguel Ángel Mancera, quien situado exactamente frente a él, fue la otra figura más representativa en el evento del Auditorio.

Por ello, es fácil anticipar una dura lucha por el liderazgo de las izquierdas. En el mediano plazo, ninguno de los contendientes la tiene fácil.

AMLO tendrá que enfrentar la prueba del desgaste natural a que están sometidos sus seguidores desde el 2006; ya se verá si es capaz de organizar a Morena como partido político en un lapso tan corto. Por su parte Marcelo Ebrard, está urgido de una plataforma sólida interna, más allá de sus posicionamientos internacionales. Intentará hacerse de la presidencia del PRD, pero será difícil porque poco tendrá para negociar con las tribus que no lo acaban de aceptar como uno de los suyos. El propio Ebrard ha dicho que el peor escenario para la izquierda en 2018 sería postular dos candidatos presidenciales. Así que sólo debía de haber cualquiera de los dos: Ebrard o AMLO. O un tercero.

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