3/30/2014

La excepción: el cuerpo desnudo masculino

  
Género en la mira 
Daniela Villegas
Periodista y maestra en Estudios de Género, interesada en el análisis de las representaciones de las mujeres en la cultura popular, los medios de comunicación y el acontecer diario nacional e internacional.




En el mundo occidental, desde la Revolución Francesa y durante el primer Imperio (1804-1815), el cuerpo masculino desnudo de contornos musculosos, inspirado en la antigüedad clásica, dominó el arte. Sin embargo a mediados del siglo XIX la atención erótica se desplazó al cuerpo femenino al convertirlo en objeto del deseo masculino, dejando a un lado al hombre enjuto del neoclasicismo.
Este giro en el sujeto protagonista del desnudo, del masculino al femenino, ha dominado las representaciones culturales de prácticamente todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI. Es por ello que la exposición “El hombre al desnudo. Dimensiones de la masculinidad a partir de 1800” que se presenta actualmente en el Museo Nacional de Arte (Munal) permite un acercamiento sobre la construcción de los géneros femenino y masculino, sus estereotipos y la deconstrucción de los mismos, al cuestionarnos sobre el rol del cuerpo masculino en la Historia de la sociedad occidental.


Articulada por temáticas, más que desde un acercamiento cronológico, la exhibición va desde la representación en pintura, dibujo, escultura y fotografía del ideal clásico grecorromano, el desnudo heroico y patriótico, el hombre en la naturaleza, el dolor y sufrimiento, y el hombre como objeto de deseo, éste último desde un enfoque homoerótico (no se hace mención explícita de ello, pese a que prácticamente toda la exposición contiene piezas que remiten al homoerotismo).

Las obras pictóricas de la dupla francesa Pierre y Gilles, donde se incluye su Mercurio (2001) que alude al resurgimiento de un tipo de modelo heroico de cuerpo casi perfecto y que por cierto es la imagen publicitaria de la muestra; la fotografía de Robert Mapplethorpe, Dennis Speight (1980) y la obra El baño (1951) de Paul Cadmus esbozan el tema del homoerotismo pero sin ser plenamente desarrollado, como si de una mera lluvia de ideas se tratase. Considero que se pierde la oportunidad de abundar sobre el tema de la homosexualidad y la heterosexualidad en la representación de cuerpos masculinos, al tan sólo esbozarse estos temas sin sumergirse más profundamente ni hacerse una mención explícita del mismo.

Por otro lado es importante resaltar que de todas las obras tan sólo cinco son creadas por mujeres, dejándonos claro que la historia del arte ha estado dominada por los hombres y que al curador no le ha interesado del todo incluir a más mujeres dentro del catálogo de 171 obras expuestas, aunque seguramente aludirá a que previo al siglo XX y durante el mismo muy pocas artistas o prácticamente ninguna produjo desnudos masculinos. ¿Será cierto? Y si es así ¿a qué se deberá?

Las obras creadas por mujeres se encuentran dentro del arte fotográfico principalmente donde las mexicanas Lola Álvarez Bravo, Lourdes Grobet, Mónica Castillo y la estadounidense Nan Goldin exploran el tema del sufrimiento corporal masculino, la figura de El Santo, el cuerpo del hombre en todos sus pliegues y su vinculación con la naturaleza.

La quinta creadora es la artista francesa Louise Bourgeois que desde mi punto de vista expone la pieza escultórica más interesante de todas las de la muestra. Su Arco de la histeria (1993) muestra un cuerpo tenso, en una postura suspendida, acrobática, sin cabeza y de apariencia dolorosa.

A primera vista el cuerpo de postura casi imposible no pareciese estar identificado con un hombre, incluso se llegó a pensar era una mujer en una postura de contorsionista. Para Bourgeois esta acrobática posición evoca las teorías del neurólogo y psiquiatra Jean-Martin Charcot, sobre la patología de la histeria, que se atribuía sólo a las mujeres.

Bourgeois de un sólo golpe da un giro a esta teoría afirmando que la histeria también puede existir en el hombre ejemplificándolo en un círculo casi perfecto donde el cuerpo masculino se contrae evidenciando las primeras fases de las contorsiones de la “enfermedad”, mezcla de dolor y placer del clímax sexual materializado en la brillante pátina pulida de bronce cómo si se tratase de la explosión del placer representado.

Las obras de la exposición que se exhibe hasta el 17 de junio y que fue organizada por el Munal y el Museo d’Orsay de Francia considero podrían haber explorado a mayor profundidad sobre los debates entorno al género, cuerpo masculino y sexualidad en las representaciones en el arte Antiguo y contemporáneo en los distintos paneles que dividen temáticamente las salas.

Si en vez de exponer cuerpos masculinos, la muestra hubiera sido sobre el desnudo femenino, no dudo que las feministas hubiéramos rechazado la falta de un análisis amplio sobre las representaciones de los cuerpos de las mujeres en que sólo se le objetivara. Y si tuviera lugar la crítica de las feministas sobre la exposición considero estaría primeramente encaminada a la escasez de creadoras femeninas y a la reduccionista mirada sobre los cuerpos masculinos, que de ser más completa nos permitiría reflexionar sobre la construcción de las distintas masculinidades a lo largo de la Historia y por consiguiente de la relación entre los géneros. 



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