4/01/2014

Reportaje - Futuro de enfermedades para trabajadoras del hogar


NACIONAL

   Gobierno no ratifica convenio que les daría derecho a la salud

CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.- 

Por la no ratificación del Convenio 189 de la OIT, miles de mujeres siguen sin acceso a servicios de salud y sus condiciones se agravan ante el envejecimiento poblacional.   

Sin seguridad social y sin acceso a servicios de salud, cientos de miles de trabajadoras del hogar afrontan un agravamiento en sus condiciones de vida, las cuales empeorarán con el envejecimiento de la población. 

Enfermas por las condiciones de explotación laboral que padecen en los hogares mexicanos, muchas de ellas posiblemente no verán el momento en el que el Estado se digne a ratificar el Convenio 189 y la Recomendación 201 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que ordenan a los gobiernos garantizar los derechos laborales de estas trabajadoras.    

Por 37 años, “Cati” durmió en pequeños cuartos de casas ajenas. Su rutina empezaba antes de las 6 de la mañana, pues tenía la obligación de despertar a las y los integrantes de la familia, prepararles el desayuno y llevar a los menores de edad a la escuela.

Aunque trabajó en seis casas distintas, las condiciones no variaban de una a otra: tenía jornadas de más de 12 horas diarias en las que limpiaba, cocinaba, lavaba y planchaba la ropa de personas que decían “considerarla un miembro más de la familia”.

No obstante, sus “seres queridos” nunca le proporcionaron un seguro de salud para que “Cati” pudiera prevenir y atender la diabetes que le generó el exceso de trabajo.

Como casi la totalidad de los 2 millones 315 mil de trabajadores del hogar (96 por ciento mujeres) que hay en México, “Cati” trabajó sin un contrato que le garantizara seguridad social, aguinaldo, fondo de pensiones, vacaciones, descansos fijos o servicios médicos para ella y su familia.

De acuerdo con cifras del Inegi de 2011, el 79 por ciento de este personal femenino percibe un ingreso de apenas dos salarios mínimos (120 pesos al día); sólo 6 por ciento cuenta con seguridad social; 6.8 recibe aguinaldo; 5.2 tiene vacaciones; 2.1 por ciento tiene acceso a servicio médico privado, y sólo 1.2 por ciento cuenta con un crédito de vivienda.

La OIT refiere que en el país estas trabajadoras apenas ganan 51.7 por ciento de lo que percibe el resto de personas asalariadas ocupadas en otras actividades económicas.

PAUPERIZACIÓN

Aunque “Cati” tiene 54 años aparenta mucho más edad. La mujer con las manos severamente maltratadas por el uso de productos de limpieza contó que hace 20 años se “enteró por casualidad que era diabética”.

Un día de 1994 se desmayó y sus “patrones” la llevaron al hospital. Aunque un mes antes había bajado precipitadamente de peso, no fue al doctor. Una consulta médica implicaba un gasto y dejar de recibir el sueldo de un día entero.

Trabajó durante 15 años más con el padecimiento, pero sin los cuidados necesarios. Comer de manera saludable era imposible, “pues comía de lo que le dejaban los patrones y cuando tenía tiempo de echarse un bocado”, relató.

Llegó el momento en que “Cati” dejó de “ser útil” y la familia con la que vivía sólo le dio las gracias. Como no tuvo hijos y “no quiso ser una molestia para sus hermanos” se refugió en un asilo en el Estado de México.

En el informe de 2011 “Trabajadores domésticos en el mundo: Estadísticas mundiales y regionales y la extensión de la protección legal”, la OIT sostiene que una de las principales razones por las que las y los empleados del hogar reciben bajos salarios y carecen de prestaciones es porque “negocian” sus condiciones laborales de forma individual, lo que las expone a quedarse sin trabajo de un momento a otro o a que ante cualquier imprevisto sus empleadores no se hagan responsables.

En el asilo, “Cati” conoció a Magdalena, quien también fue trabajadora del hogar pero “de entrada por salida”.

“Doña Magda”, de 62 años, padece artritis reumatoide debido a sus largas jornadas laborales. Su mayor temor no es morir en malas condiciones, sino que su hija y su nieta (también empleadas del hogar) se enfermen al igual que ella y tampoco cuenten con el dinero necesario para atenderse a tiempo.

SERIO PENDIENTE

En junio de 2011 la OIT adoptó el Convenio 189 y la Recomendación 201 para establecer derechos y principios básicos a favor de las trabajadoras del hogar. Los Estados miembro del mecanismo están obligados a acatarlas.

No obstante, hasta ahora la Secretaría de Relaciones Exteriores no ha enviado al Senado para su aprobación el dictamen de ratificación.

Marcelina Bautista, directora del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, dijo que la ratificación obligaría a México a reformar la Ley Federal de Trabajo para que las empleadas gocen de un salario mínimo, jornadas máximas de ocho horas y pago de tiempo extra, entre otras garantías.

La activista criticó que sólo hay promesas del gobierno federal de que se ratificará el Convenio de la OIT, pero no hay una fecha para ello.

Bautista sostuvo que las trabajadoras del hogar afrontan jornadas extensas y no gozan de ninguna protección médica, por lo que en años venideros la salud de miles de ellas se vería afectada sobre todo porque ya no serán jóvenes.

Con el cambio demográfico en México y la no ratificación del Convenio 189, está latente el riesgo de que las empleadas del hogar que trabajan sin seguridad social padezcan en un mediano plazo las malas condiciones de salud que hoy enfrentan “Cati” y “Doña Magda”.

De acuerdo con el Conapo, en el año 2000 la proporción de adultos mayores fue alrededor de 7 por ciento del total de la población. Se estima que el porcentaje aumente a 12.5 en 2020 y 28 por ciento para 2050, es decir vivirán 166.5 adultos mayores por cada 100 niñas y niños.

A lo anterior se suma que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida que los varones, aunque no en las mejores condiciones.

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