5/28/2016

Compartir el mar


   CRISTAL DE ROCA
Por: Cecilia Lavalle*


 Nosotras no luchamos contra la violencia,
sino que trabajamos por la paz.
Marcela Lagarde y de los Ríos


No hay manera de no sonreír ante semejante imagen. En la fotografía, muchas mujeres de distintas edades juegan con las olas del mar. No lucen traje de baño. Visten sus ropas de calle. Dos ayudan a levantarse a una que fue derribada por una ola. Todas ríen. ¿Quién diría que se trataba de una enorme transgresión?

Y sin embargo lo era. Porque a veces, algo tan simple como compartir el mar puede ser toda una declaración de paz en medio de la guerra.

Se me ocurren muchos lugares para hablar de la guerra. Pero acaso pocos tienen el tema instalado en la cotidianeidad como Israel y Palestina.

Y en Israel, uno de los países donde las mujeres tienen la obligación de hacer un servicio militar de al menos dos años, un grupo de mujeres conformó el grupo “No vamos a obedecer”, e hicieron algo tan sencillo como significativo y arriesgado: llevar a mujeres palestinas que habitan en el sur de Cisjordania a la playa que está del lado de Israel.

Todo comenzó como un acto de protesta privado ante las restricciones de movimiento impuestas al pueblo palestino. Ilana Hammerman, una escritora israelí que aprendía árabe en Cisjordania, conoció a una pequeña niña que le dijo que lo que más anhelaba en el mundo era salir del territorio aunque fuera por un día. Ilana, entonces, organizó una excursión al mar. Ilegal, por supuesto.

A partir de entonces llevó a más mujeres palestinas con las que había entablado amistad. Eran viajes de ida y vuelta, la mayor parte de las veces al mar.

Hacia mayo de 2010 escribió un artículo al respecto. Para octubre de ese año no sólo era interrogada por la policía, sino que era invitada a distintos foros a dar charlas al respecto. De ahí surgió el grupo “No vamos a obedecer”, conformado por muchas mujeres decididas a continuar con este singular acto de desobediencia civil.

¿Qué hacían? Cruzaban la frontera en su automóvil, recogían a las mujeres que habían contactado, las disfrazaban y las sentaban en el asiento trasero. Al pasar el puesto de control, todas saludaban con la mano a los integrantes del Ejército y se dirigían al mar.

La fotografía que descubrí navegando por la red data de 2013, y la nota señalaba que varias de ellas eran ya interrogadas por la policía, a partir de lo cual publicaron en el periódico una declaración que, entre otras cosas, señalaba:

“Ellas y nosotras, ciudadanas normales, dimos este paso con una idea clara y decidida. De esta forma, tenemos el privilegio de experimentar uno de los más hermosos y emocionantes días de nuestras vidas, conociendo y entablando lazos de amistad con nuestras valientes vecinas palestinas, y todas juntas ser mujeres libres, aunque solo sea por un día”.

“Ser mujeres libres, aunque sea por un día” es quizás la declaración de principios que anima a mujeres de todo el mundo a trabajar por la paz. Porque las mujeres siempre perdemos en la guerra.

Desconozco cuánto tiempo más pudieron regalar ese viaje a mujeres palestinas; acaso lo sigan haciendo con más sigilo. Pero con motivo del Día Internacional de las Mujeres por la Paz, que se conmemora este 24 de mayo, las traigo a la memoria con gran reconocimiento.

A veces para sembrar paz, hay que tener el arrojo y la generosidad para compartir el mar.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com

*Periodista de Quintana Roo, feminista e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.

Imagen retomada del sitio disenso.wordpress.com
Cimacnoticias | Ciudad de México.-

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