11/18/2010

Riviera Maya: la explosión y el “feeling”


Detrás de la Noticia | Ricardo Rocha


Todavía falta saber el origen del estallido en el lujoso hotel Princess: primero se dijo que era la acumulación de gas generado por desechos vegetales y animales en una cueva natural sobre la que se edificó el hotel; ahora, el gobernador Félix González Canto asegura que el gas explosivo no provino del manglar sino de un vertedero de aguas negras. En cualquier caso, hubo una detonación que produjo la muerte instantánea de siete personas —cinco canadienses y dos mexicanos—. Por lo pronto, el golpe mediático a esta zona turística, a nivel nacional e internacional, ha sido devastador. Y mucho habrá de hacerse a fin de recuperar la confianza de los turistas. Para colmo, a un paso de la tragedia y en unos días, habrá de celebrarse la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático en Cancún, que obviamente incluirá el tema de los daños a ecosistemas como los que se han producido por miles en las costas de Quintana Roo.

Mientras tanto, empiezan a surgir datos importantes
para comprender esta especie de venganza de la naturaleza: los poderosísimos consorcios hoteleros españoles hacen lo que se les da su regalada gana en Cancún, Playa del Carmen y la Riviera Maya; es la reconquista con tales muestras de arrogancia extraterritorial que los genízaros del Princess no dejaban entrar ni al Procurador, menos aun a los periodistas, a tres de los cuales les pusieron una guamiza, casi casi como la de Pacquiao a Margarito; esos mismos pulpos turísticos no construyen nuevos hoteles, sino que sacan copias fotostáticas uno de otro, sin importarles qué hay abajo; otro dato demoledor es que con esa misma soberbia, los del Princess ignoraron las quejas personales, y a través de la página Tripadvisor.com, de varios turistas extranjeros que advirtieron de “fuertes y desagradables olores no sólo en el lobby sino hasta en los cuartos”. Nadie hizo nada.

Pero la joya de la corona de las revelaciones tiene que ver no con el estallido sino con el modo en que se conduce la monarquía burocrática de este sexenio. Porque resulta que la delegada de la Semarnat en ese que es el centro turístico más importante del país, no alcanzó el cargo por otro mérito que no sea su amistad con la primera dama, Margarita Zavala. Primero promovida como Consejera Electoral, Gabriela Lima Laurents fue impuesta desde Los Pinos a pesar de las protestas de todas las organizaciones ambientalistas que postulaban a ec
ologistas de a de veras. Sobre su nombramiento, Gabrielita aclaró que, en realidad, de la que era muy amiga, era de la hermana de doña Margarita, cuando todas estaban en la Libre de Derecho. Pero la perla declarativa sobre esta —ahora trágica— imposición en mayo de 2009, fue la de Cecilia Laviada Hernández, Coordinadora de Delegaciones de la Semarnat, quien dijo que reconocía que había candidatos muy buenos, pero que el Secretario Rafael Elvira y ella, platicaron con Gabrielita y tuvieron el feeling de que lo iba a hacer muy bien.

Espero que toda esta partida de idiotas e irresponsables tenga ahora el felling de reconocer que están metidos en una bronca gigantesca.
Miguel Carbonell

Volver a creer en México

Hay momentos en la historia cuando un pueblo necesita volver a creer en sí mismo para enfrentar los problemas que lo acech
an. La nube negra que ha traído a México la omnipresente violencia, nos ha dejado inermes, ayunos de ideas y sin fortaleza anímica. Parece que las más tétricas pesadillas, los más crueles delincuentes, los más corruptos funcionarios y los peores políticos, se unieron para tejer sobre el imaginario social mexicano, un escenario nefasto en el que no puede siquiera atisbarse luz al final del túnel.

Cuando todo estaba listo para iniciar la ruta de la consolidación democrática, cuando muchos pensábamos que el bálsamo de la alternancia y la inauguración de un nuevo ciclo de vida política traerían prosperidad, empleo, seguridad pública y más democracia, las circunstancias parecieron ponerse de acuerdo para arrebatarnos de golpe al país con el que tanto soñamos. Y las perspectivas no parecen ser muy prometedoras. Todo lo contrario. México ha dejado de creer que puede ser un país desarrollado con una economía competitiva, empleos bien remunerados, con un aparato judicial transparente y confiable. Y mientras no volvamos a creer en nosotros mismos es seguro que no estaremos a la altura de los retos y dificultades que enfrentamos.

¿Pero cómo hacemos para devolvernos la confianza, para creer que tenemos tanto potencial económico como Brasil o Corea, que nos espera un futuro de paz como el que vive ahora Colombia, o un nivel de vida como el de Chile? Seguramente debe haber muchas hipótesis a considerar. Van algunas que quizá son obvias, pero que no sobra volver a plantear.

1. Las respuestas a nuestros problemas más importantes no vendrán de nuestros políticos. La clase política mexicana ha demostrado hasta la saciedad que no tiene idea de cómo construir un país más próspero, democrático e igualitario. Las enormes oportunidades desperdiciadas por los gobiernos de Fox y Calderón (por no hablar de la rapacidad corrupta de tantos funcionarios en gobiernos anteriores), lo han dejado claro, por si alguien tenía alguna duda. Nuestros políticos son de un tamaño tan pequeño que dan pena ajena. Si algo nos ha faltado en estos años son verdaderos estadistas; hemos tenido algunos administradores bastante medianos, algunos buenos grillos, de esos eficaces para responder en el día a día, pero incapaces de proyectar a una nación de más de 100 millones de habitantes hacia un futuro de crecimiento y justicia. No lo han hecho hasta ahora y no es razonable suponer que lo comenzarán a hacer a partir del 2012. La solución no vendrá de ellos.

2. México debe dar un salto hacia el futuro que todos queremos basándose en sus grandes fortalezas históricas: su cultura, sus atractivos turísticos, la inventiva de sus novelistas, la imaginación de sus pintores, la creatividad de sus intelectuales, la capacidad movilizadora de sus clases medias, la reivindicación permanente de los derechos fundamentales, la permanente exigencia de una educación de calidad, etcétera.

3. A partir de lo anterior podemos afirmar algo de lo que deberíamos haber dado cuenta hace muchos años: la solución somos nosotros. Todos nosotros, quienes estamos dispuestos cada día, minuto a minuto, a poner lo que esté de nuestra parte para construir un mejor país. De hecho, es lo que hacen millones de mexicanos cada día. Mexicanos que se levantan y van a trabajar en sus pequeños y medianos negocios a pesar de las trabas que les pone la corrupta burocracia nacional; millones de estudiantes que en condiciones adversas se esfuerzan por aprender algo nuevo cada día; artistas que sin apoyo alguno llevan a nuevas alturas la creatividad; trabajadores que cruzan por zonas peligrosas plagadas de delincuentes con tal de llevar un salario con qué alimentar a su familia. Ellos son nuestros héroes de verdad, nuestros héroes de carne y hueso. A ellos deberíamos rendirles homenaje y tributo. De ellos depende, y de nadie más, el futuro de México. Debemos reconocer, por tanto, que aún hay esperanza y que nuestros mejores años están por venir si decidimos ponerle fin a las excusas y las complacencias, para tomar de una vez por todas las riendas del país y dejar de estar sometidos a las ineptas élites que nos han defraudado durante tantos y tantos años.

www.miguelcarbonell.com
twitter: @miguelcarbonell
Investigador del IIJ-UNAM

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