1/13/2011

Los días más tristes


Rosario Ibarra

Ya pasaron, ya se fueron los últimos días de diciembre. Se fue el año “de los centenarios” por los que el gobierno hizo tanto ruido, pero tan pobres recuerdos históricos de los que “nos dieron patria”… ¡Cuánta discriminación!

Sobre todo en lo que toca al levantamiento de 1910. Solamente Francisco I. Madero tuvo una estatua y además ecuestre… y además, frente a Bellas Artes… Merecida.

—Claro— pero… ¿y los demás revolucionarios? Bueno, tuvieron mantas que mostraban sus efigies en algunas calles del centro… “tal vez cosas de clases sociales”, me tocó escuchar a un anciano fuereño por allí en una calle cercana a la Alameda… El viejo le comentaba a su acompañante que Villa y Zapata eran más buenos jinetes que don Francisco… pero el que manda, manda, derecho o chueco… “haiga sido como haiga sido” que el señor éste se encaramó mero arriba. “Como don Francisco era terrateniente, a lo mejor este señor cree que era de su misma clase… Pos a lo mejor... ¡carajo! pero no pensaba igual que él”. En fin, que seguí mi camino llevando en la memoria el rostro bonachón de aquel viejo que calificaba a quienes están en el gobierno con la agudeza que tan pródiga es con el noble y generoso pueblo mexicano.

Me senté por allí. Encontré un lugar cerca de la Malgré Tout (A pesar de todo) bueno, de la réplica de metal que suple a la belleza de mármol que hizo con la mano izquierda el famoso escultor que se quemó la derecha con un bronce ardiente.

La de mármol, la hermosa mujer yacente, desnuda, con grilletes, puede verse en un céntrico museo del DF.

Pero decía que los días más tristes habían pasado, pero que nos dejaron el sedimento añejo de la tristeza acumulada durante los muchos años de la ausencia de nuestros hijos, hermanos, esposos, en fin, de todos nuestros familiares secuestrados por las fuerzas militares y por policías legales e ilegales, de los malos gobiernos de los diferentes partidos que han llegado al poder.

Bauticé estas mal pergeñadas líneas con el nombre de “Los días más tristes”… me refería a los que son de dicha extrema para la mayoría de los habitantes del mundo; aquellos en los que todos se afanan porque todo salga bien para estar contentos, para sentir que están juntos todos los miembros de la familia y que aparte cientos de amigos llegan a los distintos hogares invitados para que juntos brinden porque el año por llegar sea mejor y porque la llamada Nochebuena, sea una noche plena del bienestar que dan los afectos y la amistad… pero… ¿y los pobres, los pobrísimos que no tienen cenas como aquellas de las que algunos disfrutan; aquellos cuyos hijos nunca han recibido un juguete de los ricos reyes de vistosos atuendos que ven en carteles y escaparates?... Sí, los miles o millones que no saben lo que es un empleo; los “prescindibles”; los que no cuentan para los políticos sino en época de elecciones; los que caen por allí en alguna calle, víctimas de las “esquirlas” de las balas del “crimen organizado”, según aseveraciones de un ex alto funcionario de la Secretaría de Gobernación; las mujeres violadas, torturadas y asesinadas en Juárez y en varios lugares del país… “pst”… pecata minuta para muchos, “que al cabo si algo sobra son mujeres”, como piensan los varones catalogados por el vulgo como “machos”, que parece que la memoria les falla cuando parecen olvidar que sus madres, hermanas, hijas y esposas son mujeres y que pueden ser víctimas de los miles de “machos” (como ellos) que pululan por el país.

Pero… al iniciar estas modestas líneas, pensaba en los días más tristes que año tras año vivimos los familiares de los llamados desaparecidos políticos. Sí, en todo el continente, de México hacia el sur, este delito imprescriptible, este abominable hecho que ha sido calificado como crimen de lesa humanidad, sembró tristeza en muchos hogares desde México hasta la Patagonia al arrancar de sus hogares a miles de seres que luchaban por patrias que en realidad lo fueran, libres de dictaduras ominosas, de malos gobiernos con asesinos por presidentes de la República, como en el caso del 2 de octubre de 1968 y en junio de 1971 en nuestro suelo y después, con los secuestros de los nuestros, escondidos en campos militares y bases navales, contra todo mandato constitucional, privados de sus derechos, víctimas de la más grande hipocresía de la que se tenga memoria ya que los culpables, como Luis Echeverría Álvarez, se pavonea de su impunidad asistiendo con desvergüenza a sepultar en Sonora al padre de Luis Donaldo Colosio, víctima de otro desvergonzado sátrapa.

Pero a pesar de todo (malgré tout), nosotros seguiremos luchando por la justicia que nos deben, por la que les deben a nuestros familiares desaparecidos y a la inmensa mayoría del pueblo de México, hasta que podamos poner fin al dolor que nos embarga a todos en esas fechas a las que llamamos con infinita pena “los días más tristes”.

Dirigente del Comité ¡Eureka!

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