10/26/2011

La Haití querida...


26/10/2011 por Andrea Alvarado
Radio Internacional Feminista

Radio Internacional Feminista desde pocos días despuécapacitacion haitis del terremoto de enero de 2010, se ha hecho presente en Haití, de diferentes maneras. Suman 7 los viajes que un equipo de la radio ha realizado a este país caribeño.
En este sétimo viaje, coordinamos con una organización de comunicadoras radialistas haitianas llamada Refraka, el montaje y la autogestión de su propio sitio web.
Ha sido una experiencia enriquecedora desde ambos lados, compartir conocimientos comunes y metas afines desde la ética-política feminista.
El objetivo del taller es generar la autonomía para crear los contenidos que ellas mismas desean hacer visibles internacional y nacionalmente. Son 27 las radios que forman parte de Refraka, que es una red que pretende visibilizar y fortalecer el trabajo de las mujeres comunicadoras en estas radios comunitarias

La creación de un sitio web les permite hacer su trabajo visible y compartir sus producciones radiofónicas sin necesidad de hacer muchos envíos por discos compactos. Aunque el asunto es mucho más profundo y significativo, se trata de tener el poder de decir lo que piensan, es hacer sentir sus voces más allá de sus programas locales, es poseer más autonomía como mujeres y como comunicadoras.

En esa labor nos enfocamos por una semana. Es mi primera vez en Haití y este taller me acerca mucho a ellas y a sus realidades. Luego escribiré más sobre los resultados del taller. Ahora quisiera compartir algunas apreciaciones de mi estancia aquí.

Una breve mirada por la capital

No se puede decir que después de casi dos años de ocurrido el fatal terremoto en Haití, las condiciones de la población hayan mejorado. Mucho dinero ha entrado al país, pero no es visible la inversión que se ha realizado hasta la fecha. Después de conversar con personas haitianas, nuestras dudas parecieran más realidad que sospecha. Al menos 700 mil personas continúan viviendo en campamentos, con condiciones de vida paupérrimas. Más allá de apreciaciones personales o de comparaciones subjetivas, la realidad está a la vista y es palpable: el hambre, el desempleo, la pobreza en todas sus manifestaciones...solo el 40% de los escombros dejados por el terremoto han sido quitados, las calles están llenas de casas y edificios destruidos, basura y pedazos de lo que alguna vez fue un lugar para vivir. No quiero desmeritar el trabajo de algunas personas y organizaciones, que aunque siendo pocas, se les ve limpiando las calles con sus camisetas que nos avisan de su importante trabajo, aunque parecen casi invisibles en medio de todo el caos.

Ya no salen en los medios de comunicación estas personas ni su sufrimiento ni su carestía. En este mundo mediático y globalizado, sigue siendo noticia lo que ocurre en el momento, como si se pasara una página de la historia y se superara lo ocurrido. En Haití no es así, la población haitiana sigue su vida, ingeniándoselas para comer, para trabajar, para obtener un poco de dinero como se pueda y hasta con alegría. Pero no nos llega nada de eso a los países vecinos, hay otras noticias que nos ocupan, al menos para dar un click en “me gusta” en el facebook.

Es cierto que la vida en Haití es muy desconocida para el resto de América Latina y el mundo, porque su cultura es diferente, porque su idioma muchas veces es una barrera o porque simplemente no nos interesa acercarnos. La población haitiana es afable, amistosa, sonriente, una vez traspasada la barrera inicial (que se da con todas las culturas diferentes a las de una) te das cuenta de que en medio de su desgracia cotidiana, te dan lo mejor que tienen o que pueden, se esfuerzan porque estés bien y lo disfrutan.

Cuando he preguntado sobre la cooperación internacional y la ayuda humanitaria, las personas te dicen con sonrisas tímidas que eso no llega aún a la población. Hay gente que se aprovecha de la desgracia para engrosar el número de carros de lujo y el personal de estas organzaciones “sociales” o estatales viven una vida impensable en medio de tanta carencia. No digo que sea en todos los casos, porque sabemos que sí hay organizaciones haciendo cosas importantes, lo que digo es que para la gente “de a pie” esas mejoras no se perciben o quizás realmente no llegan.
A veces pienso que Haití es realmente el paraíso de las ONGs y la desidia estatal a gran escala. Como bien es sabido, antes y después del terremoto, en Haití han co-existido muchas organizaciones que se encargan de labores que son responsabilidad del estado, eso no ha cambiado y me atrevo a decir que se ha incrementado después de la tragedia. Las ONGs y las empresas privadas tienen muchas veces más presupuesto y más poder que el mismo estado, eso no es ningún secreto.

¿Que se puede esperar de un nuevo gobierno de derecha en Haití? La respuesta es bastante obvia, para nosotras como extranjeras y para la misma población, que por suerte no cifra sus esperanzas en un gobierno que desde hace mucho dejó de responder a las necesidades de la población., la vida sigue su curso y las personas saben que su mayor preocupación es sobrevivir el hoy con o sin gobierno. Las mujeres haitianas siguen siendo el bastión de sus hogares y de la sociedad, dando su trabajo y sus vidas para el beneficio colectivo sin recibir nada a cambio. La sororidad de las mujeres es una realidad que se nombra poco.

Las cifras siguen siendo alarmantes: la cantidad de hospitales públicos se pueden contar con los dedos de las manos, cerca del 20% de las escuelas son públicas, el otro 80% pertenece a empresas, ONGs, iglesias etc. Hay muchas limitaciones para accesar al agua potable y la electricidad, pero según me cuentan, eso es de siempre. El poder está repartido en muy pocas manos y el dinero también, aunque esa es también una realidad de antes y ahora. A veces me parece que aquí la diferencia entre estar en un lugar seguro y propio y el caos, es literalmente una pared.

No sé cuantos años pasarán para ver una Haití reconstruida, ni siquiera sé si se podrá reconstruir. No tengo muchas esperanzas al respecto, porque parece que el terremoto se convirtió en una excusa más para poner dinero en manos que no lo van a distribuir.

La ayuda, por más pequeña que parezca, es importante y bien recibida por la población.

Seguimos aquí en el taller, con esperanza y con la certeza de que el apoyo dado y recibido siempre es bueno y útil.

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