4/16/2012

Campañas aburridísimas



Ricardo Raphael


Algo de improvisación les haría bien a las campañas. Los discursos se han vuelto tan predecibles que, tras su paso, el hastío no deja nada interesante. Al principio se previó que sólo la oferta de Enrique Peña Nieto se atendría al guión teatral de sus coordinadores de campaña. Sin embargo, en breve fue evidente que el virus de la obviedad afectó por igual al resto de los contendientes.

La prédica amorosa con que Andrés Manuel López Obrador inició este nuevo intento de llegar a la presidencia terminó convirtiéndose en una suerte de camisa de fuerza. Igual de restrictivo es el tono moderado y cautelosísimo de Josefina Vázquez Mota.

Cierto es que la política en nuestros tiempos tiene más de espectáculo que de sobrio recinto republicano. Y por tanto quienes aspiran a ganar los votos son cada día más actores de una superproducción que tribunos respetables por su experiencia y sus ideas. El lenguaje de nuestra era son las emociones más que las razones; por tanto, quien mejor logre conectar con la experiencia vital de la mayoría suele ser aquel que triunfa en las urnas.

El fenómeno no es exclusivo de México. Basta mirar figuras como Vladimir Putin en Rusia, Nicolás Sarkozy en Francia, Silvio Berlusconi en Italia o Barack Obama en Estados Unidos para constatar que la venta de un político se hace de manera similar a la venta de una estrella de la pantalla grande. Sus intimidades devienen en materia fundacional del mito ofertado, sus amores, sus traiciones, sus círculos amistosos, sus relaciones, todo sirve para vender el producto.

Sin embargo, una cosa es el parecido con la farándula y otra muy distinta que alguno de los antes citados actúe en política como si tuviera un apuntador incrustado en el oído. El político exitoso del siglo XXI puede imitar al artista siempre y cuando tenga habilidades para la improvisación; quien mejor sale librado es aquel que tiene reflejos para abandonar las líneas previamente escritas, para agregar una pizca de pimienta aquí y un poco de sal por allá.

De lo contrario, en vez de ser estrellas de cine estos personajes se convierten en artefactos plásticos de telenovela. Y la diferencia es grande: una cosa es repetir como autómata las palabras dictadas por el guionista y otra muy distinta es representar con énfasis propio el guión escrito por uno mismo.

Me temo que lo que hemos visto hasta hoy se halla más cerca de la telenovela que del cine de autor. Los escenarios de campaña están cuidados hasta la exageración, o, peor aun, cuando no se cuidan se muestran tan falsos como una mala y barata comedia de matiné.

Después de su olvido involuntario en Guadalajara, a propósito de los tres libros preferidos, a Peña Nieto no lo han vuelto a dejar libre. Todo está orquestado, cada nota, cada armonía, cada gesto, cada aparición. Lo fundamental es que la persona real se parezca al personaje y no al revés. La clave es que quien sale en la televisión no sea desenmascarado por el sujeto detrás del disfraz.

Siendo la campaña del candidato puntero una oportunidad para sus adversarios, es sorprendente que tanto Vázquez Mota como López Obrador hayan decidido imitarle. Aquí el asunto es peor porque el personaje que están presentando es aun más acartonado y falso en comparación con las personas que supuestamente les aportaron sustancia.

Quien haya visto a Vázquez Mota en una conferencia constará que esta mujer sabe entonar la voz mejor de lo que lo hace en sus entrevistas y sus spots. Quien haya escuchado a López Obrador durante los últimos tres lustros sabe que este hombre es diestro para la espontaneidad. Y, sin embargo, algo les ha ocurrido a ambos porque el ser humano que se halla detrás suyo fue sepultado.

La culpa de este envaramiento podría adjudicarse a sus equipos de campaña. Esto preocupa aun más: si la candidata y los candidatos no pueden improvisar sobre el libreto que les pusieron frente a las narices, poco se podrá esperar de ellos cuando alguno llegue a la presidencia.

Como sigan así las campañas va a ser muy difícil decidir por qué persona votar el próximo mes de julio. Francamente, los personajes están bien para el cine, pero no para vivir en Los Pinos. Ahí dentro se valoraría mejor la habilidad para salirse de caja y no tanto la disciplina para sobrevivir dentro de ella.


@ricardomraphael
Analista político

2 comentarios:

  1. Su texto me habla de o que Ud. ve mucho la relevisión y el espectáculo o que quiere ver una doble personalidad en los actores políticos!
    Para mí y para muchos mexicanos lo que queremos es soluciones reales y actuales que perduren en la sociedad y sexenios, ya no nos fijamos en el como se ven o que si parecen actores o estrellas de cine! Eso es inútil para esta vida política. Ahora lo de la improvisación podría funcionar ya estando en el cargo para resolver problemas específicos, pero incluso esa improvisación debe ser pensada a fondo. En este momento alguna improvisación es y puede ser usada en su contra por los adversarios, críticos y medios; para bien o para mál están siendo cautelosos. Yo en lo personal no quiero ver un show en el debate, no quiero un talkshow donde "pase el desgraciado" porque el único desgraciado de un evento de esta magnitud puede ser el pueblo. Yo quiero ver debate de ideas, propuestas y soluciones. Ya no es cuestión de quién se ve mejor, sino de quién es el mejor calificado para desempeñar un puesto de tal magnitud. Saludos.

    ResponderBorrar
  2. Según lo que leí parece que quiere que haya más espectáculo y menos propuestas viables, comparar la política con los espectáculos y lo teatral es creible, pero en estos momentos los mexicanos buscamos un debate de ideas, propuestas y soluciones que nos hagan reflexionar cuál es el indicado para ser "nuestro empleado" en el gobierno y al mismo tiempo lider.
    No podemos dejarnos llevar por las apariencias o el como se ven, si es guapo, si es improvisador si es un payaso, eso demerita su propuesta y a lo que representa; tal ves sí, si es carismático y desenvuelto; pero más bien en si es inteligente y hábil para expresar sus ideas, rápido de pensamiento, reacción y fundamentación. Hablar de habilidades de improvisación en el sentido de entretenimiento no me habla bien de un político, lo queremos para que dirija a una nación y no para hacernos reir. No para ser popular, la popularidad no necesariamente es signo de eficiencia que es la que requiere este puesto. No queremos un show mediático que nos divierta, ya vimos las atroces consecuencias de las acciones del gobierno de Felipe Calderón, ya vimos los desfalcos, crisis, pactos con el narco y represión que vivimos en los sexenios del PRI, y también vemos los resultados de una política diferente en el DF, que no son asuntos para tomarlos tan a la ligera por cuestión de improvisación.
    No queremos -al menos yo y miles de ciudadanos- un talkshow donde "pase el desgraciado" porque sabemos que el único desgraciado es el pueblo de México, el único que sufre.
    Recordemos que en campaña se debe tener cautela, en especial Obrador que ha sido difamado y todo lo que diga puede y será usado en su contra por los adversarios, medios y críticos. Es por eso que él como los demás han intentado ser cautelosos en sus discursos, aunque es común que un "actor" político como Peña Nieto o Josefina Mota que no tienen la capacidad de hilar pensamientos complejos se equivoquen en cada discurso y presentación que hagan.
    Si se busca improvisación, sería a nivel de campaña no a nivel de candidato, y aún si se hace improvisaciones desde los pinos, seguramente deben estar bien fundamentadas y pensadas.

    Si yo contratara a un empleado para mi empresa, debo buscar que haya empatía, que sea eficiente, rápido, que improvise sí, para resolver problemas y evitar perder a un cliente por ejemplo, que se acomide y procure el beneficio del negocio, para así conservar su puesto. Pero no quiero a una persona "bella" e ineficiente, o incapáz de pensar y actuar ante la adversidad, que sea indolente y estorbe, que haga solo lo que le tocó hacer y nada más o que sé yo -como contratante- que sus amigos o colaboradores saben ROBAR y saben hacerlo sin ser detectados, o que tiene vicios y malas compañias. ¿Por qué? porque el futuro de mi empresa, economía y prestigio ante mis clientes se ve comprometido y demerita mi imagen.

    Yo no quiero entretenimiento en las campañas.

    ResponderBorrar