7/23/2012

Los periodistas pal café.....



A los múltiples y graves problemas que ha acumulado el sistema político mexicano, sobre todo en materia de sucesión presidencial y especialmente en sus vertientes de legalidad y legitimidad, se añade ahora la persistencia y consolidación de un movimiento social sin estructuras tradicionales de organización, formado por miles de ciudadanos solamente regidos por sí mismos, creativo y marcadamente consciente, que impugna sin atajos ni puentes la anunciada imposición de Enrique Peña Nieto como aún más peligroso relevo del catastrófico y violento ocupante actual de Los Pinos.
No es un hecho menor, aunque buena parte de los medios de comunicación han sido comisionados para menospreciarlo e incluso difamarlo, ni tampoco es solamente estudiantil o juvenil, aunque esa presencia sea mayoritaria y muy notable, como nunca en este tipo de movilizaciones. Aun cuando se centra en el rechazo a la instalación en la Presidencia de la República de alguien a quien se considera comprador y no ganador de los comicios correspondientes, su caracterización no es necesariamente partidista o electoral. Es muy importante entender que al combatir a quien estiman que ganó a la mala no están convirtiéndose al mismo tiempo en promotores o defensores de quien quedó oficialmente en segundo lugar y que, de aceptarse la tesis del fraude electoral, sería el verdadero ganador moral, pero no restituible por sí mismo en este proceso, pues lo que se demanda es su invalidación y no su depuración. El movimiento va más allá de López Obrador y los partidos que lo postularon, e incluso en franjas importantes hay rechazo o cuando menos clara distancia de los vaivenes de la farándula electoral.
Tal conformación, inusual en el catálogo de las protestas posteriores a los comicios, no está siendo procesada con inteligencia y astucia por la élite priísta, que según famas ahora en fuga habría obtenido en siete décadas impresionante doctorado en la manera de absorber o disolver movimientos en su contra. El peñanietismo está reaccionando con el mismo éxito que un especialista en excavaciones y demoliciones en caso de que fuera llevado a una operación quirúrgica.
El presunto presidente Peña (PP?) se ha instalado en una fase de pasmo, incredulidad y enojo que pareciera involuntaria continuación de la noveleta iniciada en la Universidad Iberoamericana un viernes negro de mayo. Su equipo sostiene la misma actitud y parecidos argumentos, atribuyendo los actuales actos de oposición a factores artificiales, provocados a partir de engaños y manipulación, sin entender las razones del retador enojo creciente y, por tanto, sin trazar una salida política viable, sin encajonarse en el recurso tan aparentemente fácil como evidentemente explosivo del uso de la fuerza pública (¿lo haría Calderón, conforme a los acuerdos nocturnos de Los Pinos con EPN?) para hacer cumplir la históricamente maltrecha ley.
Ayer, por ejemplo, el súbitamente estelar Pedro Joaquín Coldwell dijo que las acusaciones de fraude (Monex y Soriana, por dar dos ejemplos) ofenden a los mexicanos. Manlio Fabio Beltrones, quien no forma parte de los círculos cercanos a EPN, ni goza de su confianza (menos si se toma en cuenta que en las especulaciones respecto a invalidez de las elecciones presidenciales se le incluye invariablemente como pieza de natural presencia en diversas combinaciones posibles), se asomó ayer al foro para decir que el país no merece más zozobra.
Mientras ese priísmo socialmente iletrado se revuelve en busca de algo similar a una solución, el lopezobradorismo coloca en las calles sus instrumentos de medición para calcular hasta dónde llega la irritación popular (no tanto por el despojo a un candidato, sino por el robo electoral en sí). El ex candidato tabasqueño está atado por los compromisos de civilidad y por las cesiones a adversarios internos que hubo de hacer para sostener su postulación presidencial, pero se mantiene atento al rumbo de los vientos.
Al fondo del escenario de su corriente asoma, poco exitosa, rebasada por los acontecimientos, sonoramente fallida en la vigilancia de casillas, la expectativa organizativa denominada Morena. Pero, más allá de la posibilidad de intentar la constitución de un nuevo partido político, esa vertiente de izquierda sabe que debe reponerse y reinstalarse para combatir fragorosamente las iniciativas de reformas legislativas y los planes con los que PRI y PAN pretenden gobernar y repartirse el pastel del sexenio venidero.
Sin embargo, la gran incógnita está alojada en los equívocos dominios del priísmo encopetado. El futuro de la nación será definido por la manera en que el peñanietismo decida enfrentar al movimiento ciudadano que se opone a su llegada a Los Pinos. Lo visto ayer confirma que se está en presencia de un movimiento de mexicanos que en las principales ciudades del país, y en muchas otras plazas del extranjero, está decidido a luchar contra el sistema político vigente, contra su deplorable juego de partidos, contra las candidaturas y los cargos que constituyen un botín para los membretes de siempre.
Cauce y satisfacción a sus demandas de evolución política verdadera deben darse en las semanas venideras a ese movimiento, con la continuación de las protestas, con el impacto del ejemplo de lucha cívica, con el uso inteligente de las redes sociales para suplir y combatir la desinformación de los grandes medios tradicionales, con la alegría creativa y la convicción individual de que las cosas no pueden ni deben seguir así. La tentación autoritaria ha de ser desechada en las alturas de tres colores y en su aliado represor, el calderonismo subido ya al mismo carro 2012-2018. Tanta energía y entusiasmo cívicos en favor del cambio no deben quedar en la frustración.
Y, mientras el tema de la venta de armas en Estados Unidos es puesto sobre la mesa de discusión por las lamentables muertes sucedidas en Aurora, Colorado (aunque muestras de esos daños se tienen por decenas de miles en países como el nuestro), ¡hasta mañana, con el PAN soñando con resurrecciones a mediano plazo!
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Hay un vivo contraste entre lo que sucede estos días en la esfera de las finanzas y en las calles. Para la élite del sector financiero son eufóricos días de vino y rosas, y prometen a futuro grandes ganancias. El peso se ha revaluado frente al dólar ($13.29), la Bolsa Mexicana de Valores sigue rompiendo récords (41 mil 273 puntos), las reservas del Banco de México marcan siete semanas consecutivas a la alza e imponiendo récords históricos (157 mil 874 millones de dólares), lo que se interpreta como un indicio de que hay una fuerte entrada de capitales, aun cuando sean golondrinos, aunque inversiones elefantes son escasas; el banco central también dejó sin mover (4.50%) la tasa de interés interbancaria. En fin, pareciera que han vuelto al país los tiempos en que se amarraba a los perros con chorizo.
El otro escenario
Entonces, ¿por qué hay gente protestando en la calle? No sólo en la capital, sino también en varias ciudades de la República e incluso en otros países. ¿Qué ganas de moler son ésas? Tal vez si el IFE hubiera anunciado que López Obrador y la izquierda son los ganadores, el clima financiero fuera otro: devaluación, fuga de capitales, caída de la bolsa, en fin. Lo que sucede es que mucha gente piensa que el PRI y Peña Nieto se robaron la elección mediante el uso de un capital enorme y, por añadidura, de origen dudoso. La democracia también incluye el derecho a equivocarse: si la izquierda no funcionaba en el gobierno federal, la misma gente la habría sacado del gobierno, pero se le negó el derecho a hacerlo. Por otro lado, también sabe la gente que las cifras brillantes de las finanzas no la benefician; las grandes ganancias son sólo para unos cuantos.
Gobierno quebrado
Hasta el momento las manifestaciones en la calle son principalmente de carácter político. Sin embargo, podría agregarse en el futuro otro elemento: el económico. Calderón está entregando un gobierno hundido en deudas –5 billones de pesos y más de 150 mil millones de dólares. El PRI y Peña Nieto, con el apoyo de Televisa y el Congreso –las mayorías de diputados y senadores se compran, ya lo sabemos–, se van a ir sobre el dinero de la gente. Ya están hablando de ooootra reforma fiscal. De la última surgieron el IETU, el IDE, subió el IVA, etcétera. Ahí va a estallar el conflicto. En el salinismo fueron eliminados decenas de líderes sociales. Vamos a ver que fórmulas ensayará el nuevo PRI. Dicen que perro viejo no aprende trucos nuevos.
Huele a problemas
La salida al conflicto posterior a la elección del primero de julio debería ser la ley. Sin embargo, hay un déficit de confianza en los funcionarios a cargo de aplicarla. Un sondeo cuyos resultados publicamos el sábado anterior indica que sólo 12% de 2 mil 241 encuestados piensa que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) invalidará la elección presidencial. El resto piensa que no lo hará, y cuando mucho sancionaría al PRI, porque IFE y TEPJF están vendidos. Con todo, ahí va el tribunal desarrollando su tarea. No hay un solo estado sin impugnaciones. En la gráfica pueden ver el número por cada entidad. Tendrán que ser resueltas todas antes del 31 de agosto. Huele a problemas.

En una desigual contienda, nuestra célula revolucionaria (más pequeña que el último modelo de un celular Nokia) iba a enfrentar la embestida propagandística de la derecha que invadía el país con la consigna: ¡Cristianismo sí, comunismo no!
La acción clave estaba programada para dos días antes del informe presidencial. En un pequeño café en las calles de Colón y Doctor Mora (lado poniente de La Alameda) celebramos la reunión final, antes de la gran blitzkrieg de contrapropaganda que denominamos Pez rojo, la cual consistía en convertir el ahora llamado Centro Histórico, que entonces apenas se estaba ganando el adjetivo, en un enorme grafiti con nuestra inteligentísima y dialéctica respuesta: Cristianismo sí, comunismo también. Teníamos que impactar tanto al presidente como a los millares de entusiastas y voluntarios ciudadanos que lo vitoreaban en su recorrido Los Pinos-Palacio Nacional-Cámara de Diputados y regreso. Se trataba de una audiencia cautiva que no podíamos dejar pasar.


Recientemente apareció un libro sobre la forma en que el mercado de trabajo se ha transformado en los 30 años recientes en Estados Unidos. En La nueva geografía del trabajo (The New Geography of Jobs) el economista Enrico Moretti describe la forma en que el desarrollo de las innovaciones tecnológicas han modificado las condiciones del mercado laboral, las del salario e incluso las culturales, particularmente en el aspecto de la educación. En el estudio se compara el efecto diferenciado que las regiones que circundan ciudades de alto desarrollo tecnológico, como Boston o San Francisco, han tenido de aquellas en las que prevalece una estructura manufacturera tradicional, como Detroit. Este fenómeno pone en evidencia uno de los preceptos del sueño americano: que “los hijos –todos por igual– puedan alcanzar un mejor nivel de bienestar del que sus padres tuvieron”.


Muy preocupados estaban el inquilino de Los Pinos, su partido y su candidata al hueso mayor durante la campaña electoral por el asunto de la voluminosa deuda (léase Coahuila) de los estados de la República. Un día sí, y el siguiente también, defenestraron a los irresponsables que elevaron tal débito a niveles históricos y redujeron la calidad de vida de sus gobernados. Pero pasaron los comicios, a los blanquiazules les pegaron hasta por debajo de la lengua (y miren que la tienen muy larga) y se acabó el tema. Ya no dicen nada, ni les inquieta el bienestar de los ciudadanos. Tal vez lo retomen, si la ocasión política lo amerita.
Y fue tal su preocupación por el débito de los estados, que en su perorata olvidaron incluir y cuestionar lo que a ellos directamente les correspondía: el brutal aumento de la deuda federal, tanto del gobierno calderonista como la del sector público, que alcanza niveles nunca antes reportados, algo que empeora al considerar que en los últimos seis años de estancia blanquiazul en la residencia oficial la economía creció a una tasa anual promedio de apenas 1.9 por ciento (cero por ciento si se considera el crecimiento poblacional), mientras en el mismo lapso el saldo de la deuda del gobierno federal (interna y externa) se incrementó la friolera de 130 por ciento, y 165 por ciento en el caso del sector público federal.
Sin duda, resulta alarmante el avance de la deuda pública de los estados y, cierto es, el caso de Coahuila –sin ser el único– es llamativo, pero los citados tres tristes críticos (Felipe Calderón, PAN y la Chepina) ni por aproximación reflexionaron sobre las barbaridades por ellos cometidas. Mientras cuestionaban el sostenido avance del endeudamiento en las 32 entidades de la República, ni una sola mención hicieron para referir que en los seis años de para vivir mejor la deuda por habitante pasó de 17 mil 226 pesos en noviembre de 2006 a 35 mil 514 pesos en mayo de 2012 (último dato disponible), en el caso del débito del gobierno federal, y –en el mismo periodo– de 18 mil 58 pesos a 43 mil 375 pesos en el relativo al sector público federal (que incluye organismos, empresas y banca de desarrollo), de acuerdo con la estadística de la Secretaría de Hacienda. Por cierto, esa voluminosa factura no incluye el prorrateo de la deuda de los estados.
Por lo anterior, en sólo seis años, y a cargo de su condición económica, de por sí precaria, cada mexicano (incluidos los cerca de 11 millones de paisanos que nacieron en esta heroica República en ese lapso) vio incrementada su factura en 106 por ciento por concepto de deuda del gobierno federal, y en 140 por ciento por el del sector público federal. A cambio, los pagadores recibieron nulo crecimiento económico, caída en su nivel de bienestar, mayor pobreza y menor empleo, entre otras gracias, es decir, nada que justifique, ni de lejos, el brutal aumento en el citado saldo de la deuda pública federal.
La aceitada maquinaria de endeudamiento interno y externo fue por demás productiva en el sexenio calderonista: alrededor de 6 mil 300 millones de pesos por día, en el caso del gobierno federal, y cerca de 8 mil 500 millones cada 24 horas en el del sector público federal. Y faltan seis meses de registro para conocer (junio a noviembre de 2012) hasta dónde llegó el endeudamiento del gobierno que a los mexicanos prometió vivir mejor. Mientras llega ese día, la estadística de la Secretaría de Hacienda indica que al comienzo de la presente administración el saldo de la deuda del gobierno federal (primero de diciembre de 2006) ascendió a un billón 791 mil 500 millones de pesos (interna y externa) y a un billón 878 mil 114 millones el del sector público federal. Casi seis años después (mayo de 2012), los saldos respectivos habían crecido a 4 billones 84 mil 125.5 y 4 billones 988 mil 227.7 millones de pesos.
Pero los tres tristes críticos estaban muy preocupados por el creciente débito de los estados, que en los últimos seis años (hasta mayo de 2012) se incrementó 147 por ciento. Está el caso emblemático (Chepina dixit) de Coahuila, donde con Humberto Moreira en el trono, el débito estatal aumentó 8 mil 500 por ciento, pero se reportan otros no menos interesantes, por llamarles así: Campeche, mil 740 por ciento; Chiapas, mil 700; Nayarit, mil 330; Quintana Roo, 700; Michoacán, 500; Guanajuato y Veracruz, 400 por ciento, cada uno, por citar sólo algunos registros, todos ellos con información estadística de la Secretaría de Hacienda.
Y, como en los casos federales anteriormente citados, el endeudamiento de los estados se utilizó para lo que se les ocurra, menos para fomentar el desarrollo de las entidades, superar la pobreza, mejorar los niveles de bienestar de quienes las habitan ni construir un futuro más atractivo para los mexicanos. La miseria campea la geografía nacional, mientras el débito público (federal y estatal) se incrementa a paso veloz y reporta niveles nunca antes registrados. ¿Dónde quedó la deuda?
Siempre que se actualiza la información sobre la voluminosa deuda nacional vienen a la memoria las bellas palabras de cierto candidato al hueso mayor, que a la letra decían: “el proyecto económico de Andrés Manuel López Obrador es insostenible porque endeudaría más a México y generaría inflación y crisis económica como las del pasado. Su propuesta es como echarle fuego a la gasolina. En el Partido Acción Nacional se han hecho cuentas y (para sostener el proyecto de AMLO) se tendría que recurrir al endeudamiento y después vendría la crisis económica. Las políticas que propone son un peligro para México… No se le puede apostar al viejo esquema de crisis y deuda, porque de optar por esa alternativa (…) el pueblo tendrá que seguir pagando las deudas del padre irresponsable” (Felipe Calderón, primero de junio de 2006). Y de cereza, la propaganda panista: “hay formas de que México avance sin deudas… ¡Felipe Calderón te dirá cómo!”
Las rebanadas del pastel
¿Cómo resuelven las autoridades financieras mexicanas un caso de lavado de dinero (7 mil millones de dólares documentados, y contando) en el que está implicado un banco trasnacional (HSBC México)? De la misma forma en la que el IFE, el Tribunal Electoral y la Fepade solventan las acusaciones en contra del candidato tricolor por uso de dinero de procedencia ilícita, es decir, con discursos, pretextos y mucha cara dura. Entonces, HSBC no será tocado, y el encopetado tampoco (suda, pero no se acongoja).

Dos años atrás publicamos una Revisión del mercado mundial de las drogas (REc 19 y 26/julio/2010), cuya información y conclusiones tuvieron un extenso y sorpresivo impacto. Hoy regresamos sobre el tema con las (por naturaleza) poco precisas cifras del World Drug Report 2012 de UNODC, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, y otras fuentes.
El consumo mundial
La UNDOC calcula que el número de consumidores de una o más de las drogas ilícitas en el mundo en 2010 se ubicó entre 153 y 300 millones, esto es, en una media de 226 millones (Gráfico 1), cifra que confirma el leve pero consistente aumento del número de consumidores, que una década atrás se ubicaba en unos 180 millones.


Hoy los jóvenes, mañana todos
Los estudiantes, el tesoro más valioso con que la patria cuenta, han tomado en sus manos la defensa de la democracia, que nosotros los adultos no pudimos proveer.

Muchos mexicanos creen que el 1º de julio eligieron libre y masivamente presidente, gobernadores, diputados, senadores… Saben que hubo problemas y que la versión idílica del proceso que trazan Calderón, el IFE o el PRI guarda escasa relación con la realidad. Pero les guste o no el resultado, piensan que debemos mirar hacia adelante y no perder el tiempo en confrontaciones que pueden llevar a la violencia y el caos.

En México la compra de votos en las elecciones es una práctica muy vieja que retomó actualidad porque varios partidos políticos, ciudadanos y hasta el licenciado Calderón señalan que el PRI lo hizo en las elecciones del 1º de julio. Por ejemplo, con tarjetas de Soriana, monederos electrónicos y muchas otras cosas a cambio de votar por Peña Nieto. En Quintana Roo se dio dinero por llevar electores a las casillas y que cruzaran sus boletas por el PRI. Pero antigua y universal es esa mala costumbre que algunos politólogos intentan ahora justificar en el caso de nuestro país. Para poder ser presidente por segunda vez, Álvaro Uribe repartió favores entre varios legisladores cuyo voto fue decisivo para que el congreso de Colombia aprobara la relección. Uribe logró un segundo mandato, pero quienes se vendieron terminaron en la cárcel acusados, entre otras cosas, de cohecho. La semana pasada, Joseph Blatter, presidente de la FIFA, máximo organismo mundial del futbol, acusó a Alemania de haber comprado votos para obtener la sede del Mundial en 2006. Hay también denuncias por compra de árbitros, equipos que se dejan ganar a cambio de dinero, como los que facilitaron el triunfo de Argentina en el Mundial cuando los milicos imponían el terror en dicho país. Compran votos también los países que quieren organizar los juegos olímpicos. Hasta los reinados de belleza están contaminados por esa práctica.
La crisis financiera en Europa está en una nueva fase centrada de lleno en España. Ni Irlanda, Portugal o Grecia representaron una situación tan frágil y determinante como es ahora la española. Aunque los efectos acumulativos de los otros, a los que se puede añadir Islandia, han definido las condiciones actuales en ese país, en el conjunto de la zona del euro y con alcance internacional.

Bienvenidos a la edad del espionaje universal. Ya no es ciencia ficción, ni thriller, de preferencia con Gene Hackman, de La confesión (1974) a Enemigo público (1998), en una línea que encuentra su actualización más puntual en la Lisbeth Salander de Stieg Larsson, para fascinación de millones de lectores y espectadores en todo el mundo. No. Es aquí y ahora, en nuestra cara y en nuestra casa. Y quizás porque la ficción realista nos preparó para renunciar a las intimidades básicas y dejarlas de ver como derechos, la respuesta social y mediática contra la invasión del poder en nuestra alcoba parece pobre, desganada o resignada, como si nos hubiéramos anestesiado con cuentos para cuando el destino nos alcanzara.



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