7/26/2012

Orquesta de mujeres toca su música entre la tierra y las nubes

CULTURA

En Tlahuitoltepec, Oaxaca, defienden la cultura mixe


Por Ernestina Gaitán Cruz, corresponsal
 
Oaxaca, 24 jul 12 (CIMAC).- El municipio oaxaqueño de Santa María Tlahuitoltepec tiene una tradición musical de más de 400 años.

Inició con la llegada de la música sacra que se tocaba en las iglesias; luego se incorporaron grupos vocales y después los instrumentos de cuerda.

Ahora esta localidad es un semillero regional de concertistas, directores y bandas, en las que siempre ha habido mujeres, pero poco se sabe de ellas.

Ubicada en el “corazón de las montañas de Oaxaca”, a 2 mil 240 metros sobre el nivel del mar (“donde se tocan la tierra y las nubes”), la comunidad es conocida porque sus habitantes, los mixes, nacen y mueren con la música, la escuchan a toda hora en casas, patios, caminos, en ensayos, ceremonias, y los acompaña hasta la muerte con sus sonidos fúnebres.

También se distingue en el mundo porque la niñez de la zona, apenas aprende a caminar, inicia su preparación académica en el único conservatorio indígena del país: el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe (Cecam).

Ahí se usan métodos originales que han formado profesionales que participan en agrupaciones nacionales e internacionales de música.

En este proceso siempre han participado las mujeres. Sin embargo no había una agrupación exclusiva hasta hace seis años cuando por iniciativa de la música y maestra de educación indígena Leticia Gallardo Martínez, se conformó la Banda Filarmónica de Mujeres de Santa María Tlahuitoltepec.

La banda está integrada por 20 mujeres jóvenes de la comunidad y de poblaciones cercanas. Con el apoyo de sus padres y madres, quienes han comprado los instrumentos, han representado a su pueblo en diferentes celebraciones y han sido invitadas para conciertos especiales en varias partes del país.

Ellas poseen una sólida formación profesional iniciada desde preescolar hasta secundaria o bachillerato en el Cecam; han pertenecido o aún tocan en otras agrupaciones, y varias continuarán su camino en otros conservatorios.

El 22 de noviembre de 2006 la banda hizo su presentación oficial, lo que marcó una pauta en la historia de las mujeres mixes, ya que visibilizó no sólo su música, sino también su cultura a través del vestuario que ha causado admiración por sus reminiscencias ancestrales.

Con sus blusas de manta natural bordada con flores en pecho, hombros, espalda y puños, y faldas amplias y largas también con flores de colores, ceñidas con fajas rojas, los cabellos largos trenzados con listones de colores que terminan en moños y calzadas con huaraches, las jóvenes han interpretado sus sones y jarabes mixes, marchas, fandangos, boleros, pasodobles, chilenas y danzones, la música que han vivido en su cultura.

Concentradas, formales, profesionales y felices, ellas tocan flautas, clarinetes, saxofones, trompetas, trombones, tubas y percusiones. Las mujeres son de distintos pueblos con diferentes idiomas indígenas; juntas hacen música y se entienden en el lenguaje universal, dice orgullosa la directora de la Banda Filarmónica de Mujeres, Leticia Gallardo Martínez.

En entrevista, la música calcula que en Oaxaca hay unas 600 mujeres instrumentistas, y que además de la agrupación que ella dirige, existe otra exclusiva de mujeres: el de las Reinas Oaxaqueñas, oriunda de los Valles Centrales.

Gallardo cuenta que formar una agrupación de mujeres fue para abrirse un espacio, ya que cuando los hombres se organizaban entre ellos se invitaban, y ellas por ser mujeres no tenían esa oportunidad.

Ahora, como integrantes de la banda, crearon sus propias condiciones, respetando sus tiempos, organizándose de acuerdo con sus actividades, que a veces implica cuidar hijos.

Leticia tiene más de 20 años dedicada a la música y desde que tenía siete años de edad se involucró en el Cecam, porque su padre fue uno de los fundadores. Desde entonces pasó por todos los niveles hasta ser directora de orquestas y bandas, y como la música es su pasión, busca difundirla en todos los niveles.

De manera reciente empezó a trabajar con la música en escuelas de su zona porque sabe que es el mejor método para el aprendizaje. Como es difícil llevar instrumentos, empezó a usar el mejor instrumento que es la voz y conformó coros para que las y los niños defiendan con la música a su idioma materno, el mixe.

“A la niña y al niño no lo formas para que se aprenda algo, como generalmente sucede en las escuelas, de forma mecánica, sino que aprende a tocar y solita desarrolla sus otras habilidades. Le empiezas a enseñar algunas notas y ella sola va armando sus melodías, las canciones que más le gustan; eso es algo que difícilmente enseñas, porque sale de él o de ella”, comenta.

Se aprenden todas las asignaturas porque desde que la niña y el niño reconocen y se identifican, vienen los valores y su cosmovisión. Por eso es integral, no tienes que fraccionar los conocimientos que no sabes cuándo vas a juntar. Y la música o cualquiera de las bellas artes puede ser el elemento integrador; eso habría que retomarlo porque se ha perdido en las escuelas, concluye Leticia.

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