10/07/2013

Santa simplicidad



Tomás Mojarro

               La historia y sus enseñanzas, mis valedores. Desdeñada o, tanto peor, ignorada por los movimientos que protestan contra el Sistema de poder, las lecciones de la historia ahí están, permanentes en su elocuencia, para quien desee aprovecharlas. Y tantos movimientos de protesta contra el Poder pudiesen encontrar en ellas la guía para crear las tácticas adecuadas en el logro de sus propósitos. Pero para ellos, por sus acciones, poco o nada significa la memoria histórica.

            El Mexicano de Electricistas, pongamos por caso. Siendo tan nobles los objetivos de su  lucha contra el Sistema, como tan justas las demandas del sindicato de Mexicana de Aviación, las del movimiento estudiantil Yo soy 132 y ahora las de los maestros de la Coordinadora, ¿no son sus tácticas una reiteración de las mismas que a los movimientos de médicos, maestros y ferrocarrileros llevaron a fracasar en los años de fines de los 50s? El resultado fue el fracaso definitivo  por una sola razón: contra el plantón y la toma de la vía pública ya el Poder había sintetizado el antídoto, que décadas más tarde, neutralizadas ya semejantes tácticas, revelaría  Salinas:

            - Ni los veo ni los oigo.

            Sin más, y háganle como quieran, dice el Poder a los movimientos de protesta que no trascienden este nivel. "Sí se puede", repetía yo desde la radio comercial. Demostrémosle al poder que sí se puede. Ya ustedes conocen el resultado de la frase cuando la mediocridad se la apropió. Es México.

            Crear estrategias de lucha. Tal es la prerrogativa del idealista contra la mentalidad rutinaria de todo mediocre,  que se empeña en transitar, una y otra vez,  los caminos trillados, y esto  porque carece de ese poder de autocrítica que le haga entender que sus tácticas son obsoletas. Y si no, mis valedores: ¿las formas de lucha que ayer aplicaron electricistas y hoy los maestros de la CNTE redituaron ganancias a médicos, maestros y ferrocarrileros? Y si tal despliegue de energía social fue un desperdicio por las tácticas que ellos aplicaron hace más de sesenta años, ¿adoptarlas hoy día? ¿Pueden observar ustedes una táctica novedosa en estudiantes y sindicalista el día de hoy? ¿No insisten hoy día, a estas mismas horas y para desgracia de sus buenos propósitos, en esas añejas formas de lucha que hasta la saciedad han demostrado su obsolescencia e ineficacia total frente al Sistema? ¿Venirlas repitiendo a lo largo de sesenta años de ineficacia evidente?

            ¿Recuerdan ustedes, a propósito, el fracaso estudiantil del más reciente movimiento de protesta en la UNAM, el del Moshe de 1999-2000, cuando Barnés de Castro era rector? ¿Recuerdan la protesta estudiantil que la precedió, que encabezaron Carlos Imaz y varios más? Tales fracasos se explican al contrastar sus tácticas y estrategias con las del movimiento estudiantil de 1968, cuyos logros enumeré ayer aquí mismo, junto con los logros y enseñanzas que nos legó el movimiento obrero-estudiantil de 1968, logros que Echeverría distorsionó y arrancó de una memoria colectiva tan endeble como la de las masas sociales.

            Por si a alguno llevara al ya casi olvidado ejercicio de pensar, de reflexionar y de ejercer la autocrítica, aquí habré de transcribir los documentos de un luchador civil que fue actor y testigo del movimiento desde sus orígenes en los años 30 hasta la tarde y noche del Dos de Octubre, fecha luctuosa que no fue, ciertamente, ni el principio ni el final del proceso, como los voceros oficiales y oficiosos del Sistema han hecho creer a los pobres de espíritu. (Vale.)

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