José Antonio Rojas Nieto
Sólo
faltan cinco meses para que –según las bases normativas– comience a
operar la nueva industria eléctrica. Sí, con una división formal y real
en generación, transmisión, distribución, control y suministro de
electricidad. A partir del primero de enero de 2016 tendremos
generación y suministro competitivos. Y transmisión y distribución bajo
control estatal. Asimismo control estatal de la operación del Mercado
Eléctrico Mayorista (mercado) y del acceso abierto y no indebidamente
discriminatorio a la Red Nacional de Transmisión y las Redes Generales
de Distribución. El primer esbozo oficial del futuro próximo –15 años–
se plasmó en el ya publicado Programa de Desarrollo del Sistema
Eléctrico Nacional 2015-2029 (Prodesen). Es importante una revisión muy
rigurosa de él. Y –con todo el cuidado que merece– del radical cambio
en lo que fue la industria eléctrica nacional. He sugerido la necesidad
de analizar y reflexionar con detalle no sólo el proyecto sino la
implantación de esta compleja experiencia.
Finalmente, el cambio debe reflejarse –reza la ortodoxia que lo
guía– en mejoría para los consumidores. Suministro y factura. Lo
veremos. Sorprende que aún no se publiquen las bases del mercado, las
disposiciones administrativas de carácter general que contienen los
principios de diseño y operación del mercado, incluido las subastas de
potencia para asegurar abasto y confiabilidad del Sistema. Un borrador
de estas bases se presentó a consulta pública desde el 24 de febrero
pasado por la Sener. Hubo un buen número de comentarios y opiniones.
Algunos de gran calidad. Pero aún no se publica su versión definitiva.
Faltaría también la publicación de las llamadas disposiciones
operativas del mercado: criterios, guías, lineamientos, manuales y
procedimientos que emitirá el Centro Nacional de Control de Energía
sobre los procesos operativos del mercado mayorista. Junto con las
bases forman las legalmente denominadas reglas del mercado. Supongo que
en unos días más se publicarán. Los tiempos oficiales planteados no
parecen dar tregua. A partir del primer día de 2016 tendremos
definiciones fundamentales. Una nueva estructura con diversos
generadores. Pero –atención– habrá dos tipos de generadores:
1) el
titular de uno o varios permisos para generar en centrales eléctricas
en el país;
2) el titular de un contrato de participante en el mercado
que representa en el mercado eléctrico mayorista (justamente el que
debe iniciar en 2016) a las centrales eléctricas con permiso para
generar electricidad en México o –en su caso– ubicadas en el extranjero
con interés en proporcionar electricidad al mercado de México.
A decir de la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) –en el país hay
dos tipos de centrales eléctricas:
1) Legadas, es decir, las que a la
entrada en vigor de la LIE (11 de agosto del 2014) no se incluían en
permisos para generar bajo la modalidad de autoabastecimiento,
cogeneración, pequeña producción, producción independiente o usos
propios continuos; y –en consecuencia– era (son) propiedad de los
organismos, entidades o empresas del Estado y operaban (operan) o
estaban (están) autorizadas o en construcción bajo la modalidad de
inversión directa inscrita en el Presupuesto de Egresos de la
Federación (PEF);
2) Externas legadas, es decir, las que a la entrada
en vigor de la LIE tenían permiso para generar bajo la modalidad de
productor independiente; y –también en consecuencia– y operaban
(operan) o estaban (están) autorizadas o en construcción bajo la
modalidad de inversión condicionada, también inscrita en el PEF.
Pero
no olvidemos que existen los llamados generadores exentos, que no
requieren permiso para generar electricidad en términos de la nueva
ley. Incluidos, por cierto, los de la cada vez más importante
generación distribuida. Pues bien, esos dos tipos de generadores
(titulares de uno o varios permisos para generar o titulares de un
contrato para participar en el mercado mayorista como generador) serán
participantes del mercado. Y ahí se encontrarán con comercializadores
que, a su vez, podrán ser suministradores (de servicios básicos, de
servicios calificados, de último recurso), o no suministradores.
También se encontrarán con usuarios calificados, es decir, usuarios
finales que cuentan con un registro ante la Comisión Reguladora de
Energía (CRE) para adquirir electricidad como participantes del mercado
(lo que también les exigirá establecer un contrato con el Cenace,
precisamente como usuarios calificados) o, alternativamente, a través
de un suministrador de servicios calificados (lo que no les exigirá
establecer un contrato con el Cenace para participar en el mercado
mayorista). Esta visión de los generadores participantes en el mercado
nos remite –evidentemente– a los diversos tipos de usuarios que
exigirán suministro eléctrico.
Los usuarios calificados ya señalados
que –en este primer año de operación del mercado mayorista– están
ligados a pequeños productores en términos de la ley anterior o cuya
demanda sea mayor a tres megavatios y soliciten ser registrados como
tales. También los usuarios del suministro básico, es decir, los que no
son usuarios calificados y que solicitan ese suministro básico. Y
–atención– cuya tarifa será regulada. Esta sería una primera síntesis
de lo que muy probablemente veremos el próximo año en este nuevo marco
de una industria. Con generación bajo régimen de competencia.
Suministro bajo régimen de competencia (aunque no todo por la
existencia del suministro básico). Y con transmisión, distribución y
manejo operativo bajo control estatal. Veremos sus primeros resultados.
Lo más, sí, lo más está por venir. Creo que así decía Jaime García
Terrés de honorable memoria.
NB:
Me preocupa muchísimo que nuestra UNAM –estudiantes, profesores e
investigadores– conjunte y desarrolle capacidades para analizar –en una
perspectiva multidisciplinaria y crítica– los cambios derivados de la
reforma energética. Sin duda de novedades, como la del mercado
eléctrico mayorista. Pero también de otras, como la de la ronda
petrolera uno. A manera de ejemplo, el artículo de La Jornada
de ayer del ingeniero Javier Jiménez Espriú –ex director de la Facultad
de Ingeniería– abre muchas pistas de reflexión obligadas en el terreno
petrolero que escuelas, facultades, programas, centros e institutos de
nuestra UNAM pudieran retomar. Entre otras.
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