2/06/2016

México: Las trabajadoras domésticas reivindican ser reconocidad


hoy día todavía se percibe su trabajo como algo sencillo, por lo que se debe pagar poco y muchas veces subestimado

Gabriela Ramírez


México, 04 feb. 16. AmecoPress/SEMlac.- A pesar del impacto de las labores que realizan las personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado, este no ha sido aun suficientemente valorado y persisten actitudes discriminatorias e, incluso, violaciones graves a sus derechos humanos y laborales, sobre todo de las mujeres dedicadas a estas actividades.
Muchas personas hoy día todavía perciben la labor realizada por las trabajadoras domésticas como algo sencillo, por lo que se debe pagar poco y muchas veces como algo que casi no aporta a sus vidas.
"Tenemos que trabajar en cambiar esa percepción, necesitamos que la gente verdaderamente se dé cuenta de lo valioso del trabajo que realizan estas personas, ya que mucha gente no podrían llevar a cabo su vida normal sin las trabajadoras domésticas", dijo Marcelina Bautista, Directora General del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH).
"Si no hubiera nadie que hiciera ese trabajo, habría un caos", apunta Bautista. "Además, gracias al trabajo que realizamos, muchos hombres y mujeres pueden desarrollar distintas actividades e insertarse en el mercado laboral, situaciones que tal vez sin nosotras no podrían llevar a cabo".
Con frecuencia las personas tienen que recurrir a las trabajadoras domésticas porque no saben hacer el trabajo del hogar, o porque no tienen tiempo para ello y contratan a alguien más, pero muchas veces no tienen conciencia de lo que significa contar con esa mano de obra, explica.
"Muchas mujeres recurren a este trabajo por necesidad y no pocas enfrentan la discriminación, son mal pagadas, experimentan malos tratos, falta de reconocimiento a su trabajo e, incluso, falta de leyes que protejan sus derechos", señala la Directora General de CACEH.
Aunque en algunos países este trabajo se paga mejor y se considera tan importante como otros, no ocurre así en América Latina, específicamente en México, explica la entrevistada, quien ha luchado por más de 15 años para constituir el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar.
En México, hoy día, más de dos millones 300.000 personas se dedican al trabajo doméstico remunerado y debemos pugnar porque tengan un seguro, vacaciones, un salario digno y porque se deje de pensar que con ello les "hacen un favor", señala Bautista.
En un ejercicio para visibilizar el trabajo doméstico que realizan miles de mujeres, el equipo de SEMlac se dio a la tarea de buscar diversos testimonios que reflejan el aprecio, el reconocimiento y la importancia que dan a esta labor.
Los hombres: mi vida sin ella sería un caos
La historia de Bety
Eduardo del Valle es divorciado y padre de dos niñas pequeñas. Vive solo en esta ciudad y, desde hace un año y medio, contrató a Bety, una mujer que trabaja en su casa "de planta".
"Ella hace todo: lava, concina, plancha la ropa, limpia la casa, va al súper y dos días a la semana cuida a mis dos hijas y también al perrito", relata Del Valle.
Bety, dice, es parte de la familia. Con el tiempo se ha ganado toda la confianza de su empleador, quien a su vez acepta que Bety es parte de su vida.
"Sin ella no podría hacer las cosas, sería impensable, yo trabajo todo el día y no me queda tiempo para pensar en hacer el desayuno o en qué necesito comprar para la casa".
Bety procede de una comunidad cercana al municipio de Valle de Bravo, en el Estado de México. Fue recomendada por una mujer con la que trabajó anteriormente y hoy es parte de la vida no solo de Eduardo, sino también de sus hijas.
"Le tengo total confianza, las niñas la quieren mucho, yo la puedo dejar sola con ellas y no hay ningún problema. Ella incluso me recuerda cosas que tengo por hacer, administra la casa. Siempre la hemos tratado muy bien, nunca le hemos dicho que no coma cosas que hay en la casa o nunca la hemos discriminado. Somos muy felices con ella y yo creo que ella es también muy feliz".
La historia de Trini
Gustavo Matus es un hombre joven que vive solo en la Ciudad de México. Con él trabaja Trini, mujer adulta que ya es abuela, "pero es una abuela joven", dice Matus.
Trini también va a casa de Gustavo de entrada por salida y ahí se encarga de todo. Lavar, planchar, sacar la basura, coser botones, pagar servicios, hacer algunas cosas para comer, ir al súper y cuidar al perrito Mike, la mascota.
"Nos cuida mucho. A Mike le hace hasta su arroz con piezas de pollo porque las croquetas le hacen daño. Confío mucho en ella y mi mamá también, que fue quien la recomendó".
Al preguntarle a Gustavo cómo sería su vida sin el trabajo que realiza Trini, señala que sin duda "yo no sería tan productivo. Sería un caos, yo creo que perdería mucho tiempo, por ejemplo, lavando trastes o haciendo otras cosas que además no sé cómo se hacen".
Trini ha estado trabajando en su casa de Gustavo desde hace casi un año, cuando decidió mudarse para vivir solo.
"Yo soy especialista en instrumentos de ahorro para las mujeres y estoy consciente de la importancia de que ellas puedan tener independencia económica y sus recursos, e incluso de ahorrar una parte. Yo le pago bien, respeto sus derechos, le doy vacaciones, aguinaldo y seguro".
Matus explica que Trini vive con su esposo, sus hijos y sus nietos, pero ella es el principal sostén del hogar, es la proveedora porque su esposo no tiene trabajo.
Las mujeres: sé muy bien lo que cuesta hacer ese trabajo
Norma ha trabajado con Esther Hernández por más de 15 años. "Juntas hemos pasado mucho y sacado adelante a mis hijos", dice Esther, madre de dos varones, a los cuales sacó adelante desde que la muerte sorprendió a su esposo, hace 15 años, cuando el hijo más pequeño tenía apenas un año.
Ella vive en Jalapa. Ante la viudez, tuvo que buscar una forma de llevar dinero a casa. Afortunadamente, encontró un trabajo como secretaria en una oficina de abogados, en donde sigue laborando hasta la fecha.
A Norma se la recomendó uno de los abogados. "Desde que llegó a casa ha sido una gran ayuda, un gran apoyo. Gracias a Norma pude seguir trabajando y hasta especializarme y tomar algunos cursos, sobre todo para manejar las nuevas tecnologías".
Esther no dejó a sus hijos a cargo de Norma, pero sin duda fue su gran apoyo. "Con los niños pequeños, Norma hacía el desayuno, lavaba la ropa, planchaba, iba al mercado, limpiaba la casa, hacía la comida, la cena, pagaba el gas, la luz, el teléfono; en fin, cosas que requieren tiempo y que hacerlas hubiera sido imposible por mi trabajo de tiempo completo, que me permite solventar los gastos de la casa.
"No me imagino si, además, hubiera tenido que hacer todo lo de la casa, me hubiera vuelto loca", señala.
Esther dice reconocer el trabajo de su empleada. "Yo misma alguna vez hice todo el trabajo de mi casa, cuando aún vivía mi esposo, así que entiendo todo lo que le cuesta a Norma, todo lo que significa. Para mí, más más que ser parte de la familia, ella es un pilar muy importante en mi vida".
La historia de Lupita
Lupita ha trabajado con la familia Sánchez, en Morelia, por más de 10 años. La familia está compuesta por seis personas: el papá, Rodolfo; la mamá, Teresa; tres hijas y un hijo.
Teresa explica que Lupita ha sido para ella un soporte "qué no se imaginan".
"Me ha ayudado a mantener muy bien la casa y a que todos los integrantes de la familia estemos muy bien y que no nos falte nada. Yo soy maestra, mi esposo también trabaja, así que, con cuatro hijos, Lupita ha sido pieza clave. Imagínate que me ha ayudado a lavar la ropa, hacer desayunos, comidas, planchar… bueno, todo".
Teresa cuenta que Lupita ya es parte de la familia, sus hijos e hijas la quieren mucho y ella ya se sabe los gustos y las manías de todos. "Va al súper y ya sabe que a una de mis hijas le gustan tales galletas, que a mi marido tal marca de jamón, que a mi hijo tal cereal; en fin, cosas que parecen banales; sin embargo, si yo voy, de inmediato hay bronca, porque a mí se me va la onda", dice riendo.
Lupita tiene un buen salario, vive en la casa de los Sánchez, pero va de vacaciones a ver a sus familiares, tiene días de descanso y la señora Tere dispuso desde el primer día, que a cierta hora, Lupita se vaya a descansar. "Yo me hago cargo de la cena, sé perfecto lo desgastante que es atender una casa y ella también tiene que descansar".
Estas historias muestran cómo sin la ayuda de las trabajadoras domésticas, muchas personas y familias enteras no funcionarían. "Hay que dar el valor que merece nuestro trabajo y, sobre todo, hay que lograr que las personas que nos contraten sean conscientes de que se trata de eso, de un trabajo, no de un favor, y como un trabajo necesitamos seguro médico, prestaciones, horarios y protección legal. No deben tener miedo, se trata de ser justos", concluye Marcelina Bautista.
Foto: Archivo AmecoPress. Marcelina Bautista, Directora General del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) 

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